'Disidencias de género' es un blog coordinado por Lucía Barbudo y Elisa Reche en el que se reivindica la diversidad de puntos de vista feministas y del colectivo LGTBQI.
Poligoneras: de 'Yo soy la Juani' a Rosalía
Corría el 2006 cuando Bigas Luna estrenó 'Yo soy la Juani', mostrando a la mujer precaria como objeto sexual en un entorno hostil. Luna explotó el estereotipo de choni con muy mal gusto comercializando y estereotipando la cotidianidad de millones de jóvenes. Lejos de hacer un retrato social, Dani Martín (del Canto del Loco) encabeza a un grupo de chicos ridículamente machistas y estúpidos mientras que la Juani intenta abrirse camino como actriz explotando su cuerpo. Luna, que era muy bueno creando símbolos, recreó el estereotipo de 'poligonera' contado desde fuera: él había estudiado diseño industrial, pero en su vida había pisado una fábrica abierta o había trabajado en un polígono.
Se denominó poligoneras al estereotipo de mujeres y adolescentes de las zonas de clase trabajadora que se benefician de las superficialidades del capitalismo, aunque estén rozando el analfabetismo. Este estereotipo incluía la competencia exacerbada entre ellas, tanto por el trabajo como por los hombres (bajo la presunción de heterosexualidad obligatoria). En el caso de ellos el estereotipo era Dani Martín en 'Yo soy la Juani': posesivos, competitivos y malotes (no precisamente por entrar al garito con zapatillas).
Y es que la misoginia también es clasista y este apelativo hacia las mujeres trabajadoras es una caricaturización de realidades industriales mucho más complejas. Cómo analiza Owen Jones en su libro 'Chavs: la demonización de la clase obrera' la clase trabajadora ha pasado de mover el mundo con su mano de obra a ser la “escoria de la tierra”. Esta incursión en el imaginario social sirve a los gobiernos como pantalla para evitar comprometerse de verdad con los problemas sociales, justificando el aumento de la desigualdad e inculpando a la propia clase obrera de sus desgracias por vivir por encima de sus posibilidades.
Esta comercialización y performatividad de la clase precaria desde afuera ha alcanzado su culmen con el fenómeno Rosalía. El estereotipo de poligonera ha estado vinculado a las macrodiscotecas como la Central y la Pont Aeri, al hip hop y Camela, pasando por el punk, el raveo y el trap. Sin embargo, la performance que ha triunfado no ha sido el cameleo a lo Ladilla Rusa, sino la diva pop Rosalía a través de la apropiación cultural “que transforma el capital étnico en económico” (Ernesto Castro, 'Filosofía Milennial para la crisis en España').
Rosalía, como el trap, es denominada por Castro como “impolítico” más que apolítico (lo que viene a ser el negativo a la política, más que la negación), sin embargo, ésto es un triunfo más del neoliberalismo ya que si Rosalía ha triunfado es gracias a su formación, campañas de marketing, capital social… y ésto es lo que ha revalorizado la estética de la clase trabajadora.
Performativo o real estas ficciones atraviesan y marcan nuestros comportamientos. Ahora muchas adolescentes ya no quieren unas Nike, sino unas Balenciaga; no quieren trabajo, sino tener unas uñas largas que les otorgan un estatus de “no trabajo con mis manos” (así lo explica Castro sobre la cantante Bad Gyal).
Sin embargo, nunca será lo mismo ser un sin clase que carecer de ella porque el lumpen se caracteriza por la supervivencia en un mundo donde el capitalismo reina. Y si estás a sobrevivir, no puedes estar a escribir ficciones sobre tu supervivencia que la puedan ubicar donde realmente debe estar. Cualquiera que haya pisado una zona industrial sabrá que no solo hay conflictos, sino una gran solidaridad (porque sin los favores de tus iguales no sobrevives)
Poligoneras punkis de Pont Aeri, currelas (palabra que viene del calé), princesas de barrio, luchadoras natas, sororas, supervivientes abandonadas por el sistema… personas como tú.
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