Islandia es un país muy especial y muy complejo tanto a nivel social como natural; como dice mi amiga Nat, allí la Pachamama se volvió loca.
A nivel natural la isla es como una gran orgía de la naturaleza, sobre todo en época de deshielo donde ríos y cascadas comienzan a emerger de la nada. Pero sin duda sus grandes atractivos son sus aurolas boreales y sus volcanes. Para los que aún no la habéis visitado os recomiendo este Atlas novelado de los volcanes de Islandia publicado por Nordica Libros, que leer es viajar o eso dicen.
Según Egill Bjarnason, autor de Como Islandia Cambió el Mundo editado por Capitan Swing, la historia de Islandia comenzó hace 1.200 años, cuando un frustrado capitán vikingo y su inepto navegante encallaron en medio del Atlántico Norte y, discretamente, cambiaron el mundo para siempre.
Según el politólogo y periodista islandés, su país cambió el mundo y nos lo cuenta dándole una nueva vuelta al relato occidental y colocando a Islandia en un lugar principal del escenario global. Bjarnason nos habla de la conservación de la mitología, la partida de ajedrez de Fischer y Spasky (que según él) definió la Guerra Fría, la primera mujer elegida como jefa de estado o cómo Islandia, bajo protectorado yanki, protegió el Atlántico norte contra los nazis.
Combinando investigación, entrevistas y mucho humor, Bjarnason expone vidas de islandeses famosos y desconocidos en un viaje sociopolítico muy idiosincrático. Porque si hay una cosa muy islandesa es precisamente ese nacionalismo irónico, pero persistente siguiendo la estela de 'Gente Independiente' del premio nobel Halldór Laxness.
Viví en Reykjavik durante tres años y aún recuerdo perfectamente el día que mi amigo Ragnar Egilsson en plena crisis del 2009 me dijo “déjalos que crean, todos necesitamos referentes o sueños aunque no sean reales”. Este comentario, muy en la línea Laxness, se refería a que no era necesario alertar al 15M español de que las proezas islandesas no eran tales o estaban totalmente fuera de contexto.
Eran tiempos donde se hablaba de nacionalización de bancos y donde por primera vez salía la “izquierda”. Se decía que el partido conservador en un alarde de testosterona había endeudado el país y eso había hecho que Islandia tuviera su primera ministra lesbiana y mujer provocando algún choque diplomático. También parecía que arrancaba la iniciativa de una nueva constitución, algo que quedó parado hasta 10 años más tarde.
Esta acción que fue ampliamente aplaudida en España era muy necesaria ya que Islandia no tenía una constitución propia y la anterior era copia de la danesa. Islandia fue colonia y protectorado danés hasta 1944, que pasó a ser protectorado de Estados Unidos, algo que Svava Jakobsdóttir refleja en su libroLeigjandinn: El Huésped.
También eran tiempos confusos donde cómicos llegaban a ser alcaldes (aún no conocíamos a Zelenski) como fue el caso de Jón Gnarr con un programa electoral claramente sarcástico con propuestas de copia y pega poco realizables como elevar 4 grados la temperatura de Islandia por año hasta alcanzar una temperatura tropical. Algo que finalmente hará el cambio climático sin que haya nada humorístico en ello…
Todas estas iniciativas políticas, incluso las de Gnarr (que se enfrentó a la homofobia de muchas personas), fueron loables aunque exageradas por los medios internacionales así que no podría estar mas de acuerdo con el análisis que hace Èric Lluent en Islandia 2013: Cronica de una decepción. En el 2013 la derecha volvió a presidir el país y volvieron las protestas al Parlamento. La subida del IVA, la no entrada a la UE, el despido de 60 periodistas de izquierdas y el descubrimiento de que la policía había comprado rifles de asalto fueron algunas de las causas de las protestas.
En definitiva, que el pueblo islandés es un gran pueblo que no necesita de un ejercito para defender sus intereses porque saben que el bienestar colectivo contiene el individual. Son gente cabezota, independiente y orgullosa con un peculiar sentido del humor.
En fin, ¿qué podemos esperar de gente que descubre América y no se lo cuenta a nadie?
Yo solo tengo buenas palabras para ellos.
La distancia entre Murcia y Islandia es de 3316 km, si la situación política sigue así siempre podemos irnos a cuidar ovejas.
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