Como muchos, no tengo ni puta idea de la Guerra Civil. Lo poco que sé del Franquismo fue la historia escrita y difundida por, evidentemente, los franquistas. Durante los 40 años de dictadura, el régimen controlaba la educación (tanto la pública como la privada -católica y partidaria de Franco-) y los medios de comunicación (una única cadena perteneciente al Estado, el Nodo y la censura).
La mayor parte de la “historia” que se enseñó durante aquellos años fue la versión franquista. Cuando Franco muere y llega la Monarquía Parlamentaria, el franquismo se perdona. No es una broma o eufemismo, sino una realidad: los partidarios al régimen se beneficiaron de la Ley de Amnistía por la cual no podrían ser juzgados durante la “democracia”. España se convirtió en el primer país europeo con la imposibilidad legal de llevar ante la justicia a criminales fascistas.
Por tanto, y con esa amnistía legal (a la par que histórica y social), se fuerza a los españoles a mirar hacia delante y nadie se detiene a contrastar muchas de las mentiras propagadas durante la dictadura. Alguna de esas mentiras se han mantenido hasta hoy. Me viene a la cabeza el famoso bombardeo al Maestrazgo valenciano que, durante años, se atribuyó a las tropas republicanas hasta que la investigación de un profesor universitario valenciano conjunto a las autoridades alemanas descubrió que había sido perpetrado por la Legión Cóndor, el cuerpo de aviación nazi enviado por Hitler para apoyar a Franco. Esa mentira, por cierto, fue apoyada por los supuestos partidos constitucionalistas y sería el PP quien frenaría cualquier posible investigación votando en contra de ella en el Senado. Tras muchos años de investigación, esa votación tendría lugar este mismo verano. Estamos en el año 2018. 80 años después del ataque.
80 años de mentiras y, una vez más, nuestros queridos “demócratas” prohibían investigar la verdad a golpe de voto en la Cámara Alta. ¿Qué más cosas nos están ocultando? ¿Qué sabemos realmente de nuestros últimos años de historia? Por tanto, para llevar a cabo un acercamiento “objetivo” de nuestra historia reciente, he tenido que indagar por mi cuenta en muchos libros, artículos, ensayos y, ante todo, nunca dejar de formularme preguntas. Sean cuales seas. En este trepidante viaje a favor de la verdad (o, por lo menos, de los hechos más claros posibles), descubrí al periodista Manuel Chaves Nogales. Y, con él, todo cambia. Manuel Chaves Nogales, periodista de vocación, dirigió hasta el año 1936 el periódico Ahora. Durante aquel tiempo, Chaves abogó por un periodismo objetivo y crítico con la realidad. Fuese del lado que fuese y esto, como es evidente, le generaría más enemistades que amigos. Nadie quiere que critiquen sus ideales abiertamente. Como bien redacta el propio Manuel en el prólogo de uno de sus libros, fue crítico con los países comunistas cuando buena plana del medio no quería y supo ver también ciertas virtudes en las políticas más conservadoras. Esta presunta objetividad permite un acercamiento realista a la situación española durante los primeros años de la Guerra Civil.
Fiel defensor del sistema republicano, Chaves escaparía a París cuando el gobierno de la República abandonase Madrid y se instalase en Valencia. Viviría en un barrio bohemio parisino donde recuperaría buena parte de las historias que conoció durante la guerra y que publicaría en forma de relatos en Chile. Evidentemente, Franco no estaría muy de acuerdo que se publicasen dichas historias en España.
Fiel a su objetividad, sus cuentos (¿podemos llamarlos así?) nos acercan a las diferentes versiones (y visiones) de un mismo conflicto. Con Chaves, conoces a la resistencia republicana, a los sublevados militares, al Ejercito del Aire, a los señoritos andaluces… Con Chaves conoces la auténtica España. No la de los libros de historia. Ni la que se vota dando la espalda a la verdad. Ni la de la televisión condenada por manipular información. Ni la España que se oculta tras una bandera. No. Con Chaves te acercas a la ESPAÑA HERIDA (sí, en mayúsculas) que luchaba por no desangrarse.
Y os preguntaréis: “Antonio, ¿por qué cojones nos intentas vender a un autor que lleva 74 años muerto?”
La última semana hemos vivido el resurgir del fascismo en España como fuerza política a tener en cuenta o, por lo menos, a considerar. Del mismo modo, esta realidad me retrotrae a La Gesta de los Caballistas, uno de los cuentos recogidos por la editorial Libros del Asteroide en “A Sangre y Fuego. Héroes, bestias y mártires de España” de Manuel Chaves. En la historia, una partida de señoritos andaluces que van a caballo a limpiar sus tierras de los partidarios de la República. Una aproximación humana, emocional y realista de lo que significó la Guerra Civil.
Poner nuestra historia en perspectiva puede ayudarnos a evitar errores del pasado. Conocerlo, aprenderlo, estudiarlo y criticarlo permite vislumbrar la tormenta cuando se acerca.
¿Sabéis que es lo más aterrador de los cuentos de Chaves? Qué nadie se cree el villano de su propia historia. Todos son héroes. Y todos tienen a Dios de su lado. Antes de ir a votar, estudia. Investiga. Pregúntate. Pregúntate. Pregúntate. Pregúntate. Pregúntate. Pregúntate. Pregúntate. Pregúntate. Pregúntate. Pregúntate. Pregúntate. Pregúntate. Pregúntate. Pregúntate. Pregúntate. Pregúntate. Pregúntate. Pregúntate. Pregúntate. Pregúntate. Pregúntate. Pregúntate. Pregúntate. Pregúntate. Y, cuando creas que ya has llegado al fondo de la cuestión, pregúntate que hay más allá.
Es fácil volver a los errores del pasado si nos han estado mintiendo 80 años. Por tu bien y el de los tuyos, no dejes que pase ni un día más. Pregúntate. Pregúntate porqué los políticos votan en contra de saber la verdad en el Senado. Pregúntate.
Para que la tormenta no pueda alcanzaros.