Liliana Mellado es candidata número 2 de Sumar al Congreso de los Diputados por la Región de Murcia
Una agricultura sostenible, respetuosa con el medio ambiente, y que beneficie tanto agricultores como a consumidores, es posible siempre que la administración regional se ponga las pilas de una vez. Dejemos de presumir de ser la Huerta de Europa, cosa que ya no somos (según datos del Departamento de Aduanas e Impuestos Especiales, la exportación española de frutas y hortalizas frescas ha disminuido un 11% de enero a abril de este año respecto al mismo periodo de 2022), y centrémonos en modernizar nuestra despensa hortofrutícola (pues según el mismo medio, el valor de dichas exportaciones ha subido un 7,4%, es decir, que exportamos menos, pero de mayor calidad; y es que lo sostenible, lo ecológico vale más y genera más riqueza).
El modelo de comercio que hay en la actualidad ahoga a los agricultores del campo y de la huerta, ya que prima la cantidad frente a la demanda de mayor calidad por parte de los consumidores (y, lo más importante: de sabor). La solución, sencilla: apostar por una agroecología lo más local posible que disminuya los intermediarios y que no gaste energías fósiles en su transporte, que aumente el beneficio de los agricultores, y reduzca el precio a los consumidores y consiga atraer a este sector a la juventud. Esto es posible con un poco de voluntad política.
Son muchos los años que desde el campo de la Región y desde la huerta, se solicita ayuda a la administración para implementar nuevos sistemas de producción que consigan esa calidad del producto final que el consumidor tanto espera. Pero, en la realidad las subvenciones se las llevan las empresas de siempre. Si queremos cambiar y mejorar esta calidad, los grandes empresarios, los medianos y pequeños agricultores, debemos trabajar juntos, apostar para que nuestros productos lleguen a colegios, comedores y lonjas cooperativas, con mejor accesibilidad.
Como agricultora se me parte el corazón al ver como los agricultores tiran miles de sandías, por no poder competir con los precios de la importación.
Y ¿qué puede hacer la Administración Regional? El Gobierno regional tiene un papel fundamental: ellos pueden abordar este problema desde la raíz. En lugar de poner parches temporales, es crucial que apueste de forma decidida y priorice la agricultura sostenible y de calidad/sabor. Esto implica pensar a largo plazo y dejar de lado el beneficio cortoplacista.
Entre los aspectos a mejorar un elemento que ayudaría mucho sería crear un sello de calidad, una especie de “denominación de origen” que respalde y promocione nuestros productos en el mercado. Esto les brindaría a los consumidores una gran confianza en los productos locales, así como un prestigio en las exportaciones al resto de España y Europa.
Otra acción importante es ayudar a las nuevas generaciones de agricultores, promoviendo su formación y el emprendimiento agrícola. La agricultura autóctona, respaldada por el prestigio de este sello antedicho y por las propias cifras debe consolidarse como un modelo económico deseable y moderno, que crea empleo y riqueza.
Pero es que la administración local de los ayuntamientos, especialmente el de Murcia capital, tiene mucho que hacer, por ejemplo, cediendo puestos gratuitos en los mercados para estos productos autóctonos cultivados casi casi in situ.
En resumen, la administración debe asumir un compromiso real y decidido con la agricultura sostenible, adoptando medidas concretas para apoyar a las y los jóvenes agricultores, garantizar la calidad de los productos y fomentar la continuidad y renovación del sector agrícola. Mejorar las condiciones laborales, económicas y sociales de las y los agricultores es mejorar nuestra propia alimentación y calidad de vida.
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