Hay una amenaza que se cierne sobre nuestras cabezas como una ominosa nube de tormenta: es la tiranía Happy Flower (lo que el psicólogo Edgar Cabanas denomina Happycracia y mi amigo Jose Daniel Espejo, Apocalipsis Cuqui). Permaneced atentos porque está ahí afuera, con su ejército de unicornios y arcoíris, cargada de mensajes positivos a tope y de imperativos abrumadores: 'Sé tú mismo' (como si tuvieras alternativa...), 'Sé feliz', 'Haz un viaje interior', 'Descubre el mundo', 'Planta un árbol', 'Cocina un pastel', 'Adelgaza tres kilos'. Con sus órdenes contradictorias (porque el happyflower considera que la coherencia está sobrevalorada): 'Acéptate como eres' / 'Si no puedes cambiar el mundo, cambia tú; 'Consigue lo que quieres / Si no puedes tener lo que amas, ama lo que tienes'. Con su dios y emperador del universo, Paulo Coelho, que nos da lecciones de sencillez desde su mansión en Suiza a orillas del lago Lehman y nos enseña a cuidar del planeta desde su avión privado.
El objetivo de la Tiranía Happy Flower es doble: que hiperventiles de puro gozo y que no llegues a expresar tu malestar, que debe estar debidamente anestesiado bajo capas y capas de pseudopoemas con purpurina, manos formando corazoncitos y ramos de flores. Pero sobre todo y por encima de todo debes saber que si no eres feliz la responsabilidad será tuya y sólo tuya. Que estés en paro tres años y con amenaza de desahucio no tendrá nada que ver. Si te deprimes es porque no sabes ver la parte positiva de la vida y además, lárgate a otro lado, elemento tóxico, que nos tapas la puesta de sol.
Hay varios principios fundamentales en esta pseudofilosofía:
1. 'Sé feliz', ¿cómo? Compóntelas: haz macramé, baila, come quinoa, ponte en bucle 'El club de los poetas muertos'. La alegría entendida como mandato (¿hay algo más triste que bailar cuando estás triste?). La felicidad al alcance de la mano, de un click del ratón, de un like en redes, una felicidad con Photoshop.
2. 'Aléjate de las personas tóxicas': esto tiene su gracia, os vais a reír, ya veréis. Las personas tóxicas tienen un malestar, como tú antes de dedicarte en cuerpo y alma a la búsqueda de esa felicidad aséptica, y si te alejas de ellas se te olvidará que estás depre y, de paso, evitaremos el molesto asociacionismo.
3. 'Concéntrate en tu persona': práctica el yoísmo. Tu infelicidad es endógena, por ello no debes buscar sus causas fuera de ti, aunque la mayoría de los problemas sean sociales y estructurales.
4. 'Sé positivo': aprende a ver el lado bueno de los problemas. ¿Que te han despedido? Tómatelo como una oportunidad para empezar de cero. Cualquier cosa menos unirte con personas tóxicas a protestar por el desempleo.
Porque el sistema necesita que:
A) seas feliz, independientemente de tus condiciones objetivas.
B) te culpes a ti mismo en caso de no serlo.
Al happyflower genuino lo reconocerás porque a la primera ocasión que tenga te dirá que él pasa de la política, como si esa indiferencia fuera sinónimo de pureza mística. Un concepto este de la felicidad como obligación personal y como proyecto individual que se contrapone completamente a la política ya que se trata de una felicidad individualizada, solipsista, donde el otro sólo existe como garante de nuestro bienestar (recuerda: líbrate de las personas tóxicas, esas que se quejan todo el rato). Hay que salir en defensa de la mala leche porque la reclamación de derechos sólo puede proceder del malestar.
La tiranía Happy Flower, a pesar de su aspecto de ingenuidad total, está muy, pero que muy lejos de ser inocente. Es una hija menor del neoliberalismo, ese que te dice que la felicidad es hacer realidad tus deseos, deseos que están siempre en clave monetary, ya que, como dice el anuncio de Loterías de Estado: “No tenemos sueños baratos”.
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