El 9 de noviembre de 2022, e-Notícies publicó un artículo titulado La Generalitat enseña a niños de 3 años a masturbarse. El artículo parece asumir que cualquier lector va a entender que la Generalitat es la de Cataluña, y no la Valenciana, que utiliza una designación análoga. Es común a los nacionalismos el mirarse el ombligo, incapacitándose para ver más allá de sus fronteras territoriales o identitarias. De igual manera, en la prensa de carácter nacional resulta frecuente la omisión de que el ámbito de aplicación de sus afirmaciones es el territorio español.
Según el citado artículo, Tània Verge, consejera de Igualdad y Feminismos de la Generalitat de Catalunya, ha defendido los talleres del programa 'Coeduca´t' y ha afirmado que el 'Govern' “se toma en serio el desarrollo saludable de los chicos y de las chicas y les proporciona conocimientos [ ] sobre la masturbación”.
Siempre he sido partidario del 'education, education, education' que proclamaba Tony Blair y cuyas raíces se retrotraen a Sócrates. La educación es la piedra angular sobre la que se construyen los ciudadanos capaces de sostener una democracia.
Cuando la República de Florencia trató de reformularse tras estar a punto de ser tomada por Milán en los siglos XIV y XV, emprendió un proyecto de educación ciudadana que desencadenó un movimiento cultural a nivel europeo, algo sin precedentes que hoy designamos como Renacimiento.
Posteriormente, la Ilustración también hizo de la educación uno de sus pilares fundamentales. Este movimiento humanista consideraba que el funcionamiento social dependía del desarrollo del hombre y que éste sólo era posible a partir de la educación. Aunque la educación ilustrada daba mucha importancia al desarrollo de las virtudes de la persona, resulta innegable que gran parte de su proyecto educativo se asentaba sobre la transmisión de conocimientos.
Así, la iniciativa de educación sexual infantil emprendida por la Generalitat arranca de antecedentes no sólo ilustres, sino específicamente ilustrados, lo que no implica que no deba ser examinada cuidadosamente para evitar errores que puedan ocasionar graves daños a los niños.
El Romanticismo se opuso a la Ilustración, criticando que su enfoque estrechamente racionalista desatendía aspectos emocionales centrales en el ser humano. Hoy parece obvio que el aprendizaje humano no es análogo a la programación de un ordenador, sino que requiere la atención de aspectos afectivos, relacionales y, especialmente, de la construcción del sujeto como un proyecto individual sostenido desde el entorno social y educativo.
El desarrollo del sujeto atraviesa una serie de fases, necesarias para poder afrontar las siguientes. Por ejemplo, un bebé necesita construir una sensación de seguridad en la dependencia sobre la que apoyarse posteriormente para desarrollar su independencia. Si no se respetan estas fases y se intenta promover la independencia de un bebé mediante su abandono, lo que se logrará será dañar gravemente su desarrollo, probablemente induciendo la aparición de patología.
Distintos autores, como Piaget, Freud o Erik Erikson han abordado las fases del desarrollo desde diversos enfoques, variando en su comprensión de los detalles, pero coincidiendo en la necesidad de dar el primer paso antes de emprender el segundo. En realidad la idea no es nueva. Ya Platón en su 'República' advertía del peligro de abordar demasiado precozmente el estudio de la filosofía, y del riesgo de que afrontar una amplia diversidad de ideas con una mente en la que no se han asentado las premisas fundamentales pudiese conducir al escepticismo.
Parece ser que hasta Freud nadie se había dado cuenta de que un acercamiento prematuro a la sexualidad podía tener efectos gravemente traumáticos sobre la salud sexual en particular y sobre la personalidad y la salud mental en general. Aunque estos hechos hayan pasado inadvertidos a lo largo de gran parte de la historia, no tenerlos en cuenta en el siglo XXI supone una profunda ignorancia o una grave irresponsabilidad.
Desde el Renacimiento y, especialmente desde la muerte de Dios, nuestra cultura encarna un potente movimiento opuesto a los valores tradicionales y al sentido común. La lucha contra toda autoridad (vista como opresiva), contra toda tradición (percibida como anquilosante) y contra la moral tradicional (entendida como represiva) ha llevado a múltiples experimentos sociales, frecuentemente con consecuencias funestas.
Creo que hay algo noble en este movimiento rabioso contra las limitaciones del pasado, en el intento de reconstruir el mundo a partir de unas bases mejores, pero cuando estas bellas intenciones se ofuscan con el odio a lo establecido, se enfangan en la irresponsabilidad y se pierden en la ignorancia, nos encontramos con disparates.
Despertar sexualmente a niños en edad de educación infantil supone un grave abuso, independientemente de las intenciones con las que se haga. Si el sueño de la razón produce monstruos, el de la sinrazón puede producir cosas incluso peores.