Este 1 de mayo de 2021 también va a ser diferente. Limitados por las restricciones que nos obliga la pandemia, vamos a ver reducido el aforo para asistir a la movilización del Día Internacional del Trabajador/a. Una lástima, ya que este Primero de Mayo deberíamos inundar las calles para reivindicar todo lo que necesitamos la clase trabajadora después de esta crisis laboral sin precedentes.
En la Región de Murcia han pasado muchas cosas en este último año convulso que nos ha hecho plantearnos qué sociedad tenemos y qué futuro nos espera. Una Región sostenida en gran parte por el sector servicios, uno de los más devastados en esta crisis, que ha dejado a miles de personas en situación de ERTE, cobrando el 70% de lo que legalmente estaban cobrando, ya que la parte en “B” que cobraban por trabajar más horas de las establecidas en su contrato no computan para percibir las prestaciones del SEPE. Además, algunas de estas personas han visto como las prestaciones han llegado tarde o estaban bastante alejadas del salario mínimo interprofesional (SMI), ya que hablamos de contratos parciales en un sector ya de por sí precarizado y en el que muchas categorías profesionales se incrementaron con la subida del SMI.
Y es que hay días que el trabajo se hace cuesta arriba: cuando ves cómo llegan trabajadores y trabajadoras a la Federación de Servicios de CCOO, algunas de ellas mayores de 50 años, pidiendo que les ayudemos ya que su sueldo es el único que entra en casa y no han cobrado su prestación. Unas veces la pareja puede estar en desempleo; otras veces puede estar trabajando, pero no le han sacado del ERTE, y le han dicho que “es lo que hay” o tienen miedo a que les despidan ya que es el único ingreso que entra en la unidad familiar. Por no hablar de los ERTE que se están convirtiendo en ERE y están dejando a miles de personas en situación de desempleo.
Estamos en una Región devastada, como muchas en esta pandemia, pero con la particularidad de que Murcia es la tercera comunidad con los salarios más bajos de todo el país, algo que influye de manera directa en la calidad de vida de la ciudadanía.
Y no es algo a destacar para ir en contra de la gestión de este Gobierno. Solo hay que asomarse a “las colas del hambre”: personas que hasta ahora nunca habían pedido ayuda, que no estaban en exclusión social y que ahora se han visto obligadas a hacer uso del comedor social por primera vez en su vida después de haber perdido su empleo. Basta con observar un poco para darnos cuenta de que el perfil de las personas que recurren a la caridad ha cambiado. Ya no solo están las personas que han tenido la mala suerte de estar en situación de exclusión social, ahora también están las personas que, hasta hace poco, pertenecían a la clase media, podían ser autosuficientes y mantener a su familia.
Tampoco podemos obviar la nefasta gestión de nuestros gobernantes. ¿Cómo es posible que se permita que existan estas colas del hambre mientras el Ingreso Mínimo Vital (IMV), una herramienta que se creó para ayudar a miles de familias que malviven bajo el umbral de la pobreza, solo se haya ejecutado el 40% del presupuesto anual? En la Región solo se han beneficiado 22.439 familias, una de las comunidades autónomas con una de las tasas de pobreza más altas de España, y sin embargo, esta cobertura es del 5,7%, por debajo de la media nacional que se sitúa en el 6,4%, debido a la falta de voluntad política que no ha sido capaz de solventar la complejidad del procedimiento y los requisitos tan estrictos, no adaptándose a la realidad e incluyendo la renta del 2019 donde todavía no había impactado la pandemia, tal y como ha denunciado la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales.
Y fuera de lo que piense una minoría acomodada, las personas no quieren caridad. Lo que necesitamos son empleos que nos permitan vivir dignamente. Mientras la clase política se mira el ombligo y no atiende lo urgente, miles de personas sufren la desesperación por ver qué comerán mañana ellos y su familia.
Este año será un 1 de mayo atípico, pero no debemos conformarnos y reivindicar este día en nuestros balcones, ya sea a través de carteles, sábanas o lo que cada cual quiera, que queremos un empleo digno y de calidad. Quizás, a través de las reivindicaciones, los que nos gobiernan se centrarían en lo urgente y lo importante.
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