“El humor es solamente otra defensa contra el universo”. Esta frase se le atribuye al guionista, director y cómico Mel Brooks.
Como artista que soy, siempre he sentido debilidad por su trabajo. Su humor absurdo nos ha servido para, como él mismo decía, protegernos de los varapalos del universo. A veces, y muchísimo antes que lo hicieran 'Los Simpson', Brooks utilizaba sus artes adivinatorias para dejar plantadas en sus producciones, pequeñas pistas de nuestro errático porvenir.
¿Recordáis el capítulo 'Marge Vs El Monorraíl' donde el embaucador Lanley consigue, a golpe de canción en el Ayuntamiento, convencer a los ciudadanos de Springfield cofMurciacof para construir el monoraíl cofAVEcof enriqueciéndose con dinero público a costa de abaratar la producción y ocultando las ciudades donde el mismo proyecto había fracasado en el pasado cofValladolidcof?
Disculpad, pero tengo la garganta un poco tomada. Ya sabéis: el frío y esas cosas. Una de las primeras cosas que adviertes cuando analizas y deconstruyes el humor es que se estructura igual que una cebolla donde el centro de la misma es la propia realidad y las capas que se superponen son pinceladas que la magnifican hasta dejarla irreconocible. Finalmente, la suma de capas (absurdo) constituyen el grueso del humor. Lo curioso y mágico es cuando esa realidad se magnifica y cuesta más identificar la estrafalaria ficción del mundo que nos rodea y sus normas.
¿Queréis un ejemplo más claro? Volvamos a Mel Brooks: En 1967, Brooks dirigió la película 'Los Productores'. El argumento, que la hizo merecedora de un Óscar al Mejor Guion en 1969, no podía sonar más absurdo a primera vista: un productor y su contable deciden producir intencionadamente el mayor fracaso de la historia de Broadway ('Primavera para Hitler') para enriquecerse a costa del dinero de los inversores. Inesperadamente, la pieza es percibida por el público como una sátira y se convierte en un éxito que desmonta el plan de los protagonistas. La película no solo está considerada como una de las más grandes comedias estadounidenses por el American Film Institute, sino que fue la cinta con mayor recaudación en 1968. La película está en tal consideración que tuvo una versión musical para Broadway estrenada en el año 2001 con libreto, música y letras del propio Brooks, que ganaría doce premios Tony el mismo año, convirtiéndose en una de las piezas más galardonadas de la historia. La obra, adaptada a varios idiomas, tuvo su propia versión cinematográfica dirigida por Susan Stroman (directora de la versión de Broadway) y con libreto y música de Brooks.
Ahora, saltemos de Broadway a Barcelona: en diciembre del año 2005, se estrenaba en la Ciudad Condal 'Las Corsarias', un musical protagonizado por Malena Gracia, Marlene Mourreau y Rosanna Walls. El espectáculo (definido por el director como “una zarzuela tipo revista” según el periódico El Mundo) previsto para aguantar un mes en cartel, cerró el telón a los tres días debido a su baja calidad.
Esta historia no dejaría de ser una curiosa anécdota escénica si no fuese porque las tres protagonistas trabajaban para Francisco Correa a través de una sociedad llamada Apasionadda. La sociedad, curiosamente, se constituye 6 meses antes del estreno del espectáculo. Correa financió el espectáculo invirtiendo 481.000 euros. ¿Hemos dicho ya que ese dinero pertenecía a la Trama Gürtel? Pues así lo dictó el juez Garzón durante su investigación en la Trama. Si el espectáculo clausuró a los tres días, ¿a dónde fue a parar el dinero invertido? ¿Sabes que el dinero de la Gürtel es tuyo? ¿Qué es (era) público?
Volvamos a la familia amarilla: En el mismo capítulo 'Marge vs El Monorraíl', Marge termina recordándonos que el monorraíl fue el último proyecto descabellado que llevó a cabo la ciudad de Springfield… sin contar el rascacielos de mondadientes, la lupa gigante o la escalera eléctrica que no llevaba a ninguna parte. Con ese final a en mente, me viene a la cabeza que el Gobierno de Murcia invertirá en una campaña de donaciones para conseguir la bandera más grande del país.
Un objetivo absurdamente innecesario si tenemos en cuenta que la Comunidad de Murcia es una de las más endeudadas según el Banco de España (tenemos una deuda de 9.108 millones de euros); que la deuda per capita asciende a 6.301 euros (yo no los tengo, ¿y tú?); que el dinero que debemos es superior al que ganamos; que nuestra tasa de riesgo de pobreza y exclusión social está entre las más altas del país según el VIII Informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español (EAPN); que un 34’7% de los murcianos serán pobres a lo largo del 2019; que estamos entre las veinte regiones de toda Europa con mayor riesgo de exclusión social y pobreza según la tasa Arope y la Oficina de estadística de la Unión Europea; que somos la cuarta comunidad española con menos inversión en Sanidad,… ¿Y qué hace nuestro gobierno? Pedir donaciones mínimas de 500 euros para construir una bandera gigante. Invierten tiempo, papeleo y dinero público en construir una campaña en pos de un objetivo propio de cualquier película de Mel Brooks o capítulo de los Simpson mientras Murcia se empobrece cada día. ¿Qué pasará con el dinero después y qué criterios se seguirán para comprar la bandera? Nadie lo sabe.
Tendremos que esperar al siguiente capítulo para ver que pasa.
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