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Mirar hacia fuera

José Miguel Rojo

Nos hemos pasado media vida diciendo que la gente estaba dormida o era idiota por votar lo que votaba. A las fuerzas más reaccionarias las votan las gentes más desprotegidas, mientras que los radicales terminan siendo el pasatiempos bohemio de los ricos. Han sido muchos los discursos superiores que han negado el primer ejercicio democrático: conocer a tu pueblo.

Por eso, en la Región de Murcia, sumamos más de 20 años de gobiernos extractivos del Partido Popular y, aunque hemos determinado que hasta aquí hemos llegado, una vuelta a las posiciones más alejadas de lo popular nos puede hacer volver al interminable fracaso político.

Todas las revoluciones democráticas triunfaron porque fueron capaces de presentarse como sujetos que generaban certidumbre frente a un modelo en descomposición (como el del PP murciano) y lo hicieron porque supieron entender bien qué quería la gente. Está claro que la gente no quiere precariedad, ni desigualdad, ni corrupción, ni que les saqueen, pero más claro aún es que no basta con la denuncia rabiosa del mal estado de las cosas sino que se debe presentar otra propuesta de orden, otro modelo. De lo contrario, la gente preferirá el maltrecho modelo de corrupción antes que la incertidumbre.

Aquellas, aquellos, a los que se supone defendemos, no comparten nuestros espacios ni nuestro ecosistema costumbrista-reivindicativo. Les tratamos con una exasperante arrogancia, diciéndoles que les engañan los medios, que no saben lo que les pasa. Las corrientes que soñaron con cambiar el mundo lo hicieron siempre creyendo profundamente en el ser humano y, últimamente, hemos sustituido eso por un pesimismo existencialista inaguantable. Nos limitamos a resistir porque aceptamos que es imposible la victoria con este pueblo imbecilizado y lo que no vemos es que es imposible la victoria porque no les escuchamos, no les entendemos, no les queremos.

Esta batalla entre la minoría elitista y la mayoría populista se está viviendo, de nuevo, en Podemos Región de Murcia. Lo mejor es que se vive sin voluntad específica de algunos de representar a esa minoría elitista, no les culpo, parecen reproducir por intuición-habituación aquellos tradicionales discursos nacidos muertos.

La candidatura de Óscar Urralburu cree profundamente en esta Región y sabe que la única forma de ganar a las clases populares es con certidumbres de muchos tipos, también estéticas, también dialécticas. Este momento es justo en el que te has convencido de que estoy tratando de justificar que se haga política como siempre.

Bien, habrá que empezar de nuevo. Hacer política como siempre significa dotar a la acción política de los mismos contenidos de siempre, por ejemplo, apoyar lo privado en detrimento de lo público. Si Óscar Urralburu se hubiera callado ante la escandalosa estrategia de privatización de la Formación Profesional y el Bachillerato en nuestra tierra a través de la Orden de Conciertos, entonces, yo mismo diría que de tanto pisar las instituciones han terminado pensando como ellos, los otros, los malos, nuestros verdaderos adversarios.

La cosa es diferente, la cosa es que han defendido justo lo que esperábamos: el bien común, lo público, la participación, la democratización de los instrumentos de gobernanza. Nos hemos pasado tantos años lamentándonos de que nuestros insensibles parlamentarios jugaran al Candy Crash mientras les pedíamos en las calles que pararan de atacar la dignidad de las trabajadoras y ahora resulta que, cuando por fin se pone el trabajo parlamentario por parte de Podemos al servicio de la calle y sus aspiraciones, esta actitud se convierte en un verdadero delito.

¿No era esto lo que tanto queríamos? ¿No era esto por lo que decidimos dar el gran paso de nuestras vidas en aquellas elecciones europeas? Trabajar en el Parlamento intensamente, sin abandonar ni un momento aquella calle que les vio nacer, ha sido una apuesta hecha porque saben que es imprescindible presentar seguridad ante quienes te miran y no hay nada más seguro que un Proyecto Ley. El trasvase de poder, como un proceso imparable, se puede ver interrumpido si generamos tal nivel de incertidumbre en las clases populares que se vuelvan a refugiar, nariz tapada, en el maltrecho PP o en algunas de sus nuevas innovaciones ideológicas de corte regionalista.

Corremos el riesgo de ser una vez más egoístas si votamos exclusivamente a la interna. Este no puede ser un debate de esencias, de carnets de militantes, de ver quién es más de la base, mientras descuidamos a 100.000 votantes que no son inscritos (inscritos para los que Más Podemos tiene las mejores propuestas de profundización democrática y participación) y a todas las que nos esperan en 2019 para tomar la CARM y abrir sus puertas.

La legítima posibilidad de que Lola Sánchez sea la nueva Secretaria General empieza con una gran desestabilización: la de saber que no tomará las decisiones asociadas al cargo ella, quien se presenta para tomarlas. Habrá una especie de co-coordinadores, cuyos nombres desconocen las inscritas, que terminarán dirigiendo la organización mientras una distante candidata vendrá a Murcia cuando el eurocalendario lo permita.

Si gana la compañera Lola tendremos una dirección desconocida y un trabajo parlamentario en Bruselas resentido, cuando más que nunca necesitamos su talento para defendernos allí donde siempre la habíamos tenido desarrollando una impecable labor. Tenemos que aspirar a un equipo a tiempo completo y sumando todos los frentes.

La coyuntura crítica que vive la Región nos interpela y nos obliga a votar internamente mirando hacia fuera. No podemos volver a perdernos en la retórica del maximalismo mientras las trabajadoras agrícolas, tras 14 horas de pie en la cadena, intentan enterarse qué les ha pasado ahora a estos de Podemos que parecen discutir más por cómo decirme las cosas que por decírmelas.

Mientras, los partidos a los que hemos trabajado por desbancar, seguirán con sus habituales y victoriosas seguridades. Quien entienda que se intenta deslegitimar una candidatura de esta forma solo reconocerá la urgencia de no romper todas las nuevas seguridades que se han asentado durante estos dos años de continuo trabajo. Esta mirada externa ha de ser igualmente generosa y priorizar la victoria de un proyecto convincente para la mayoría, sin la arrogancia de decir una vez más “la gente ha de ser salvada por los que guardamos la esencia” si esa esencia ni da dinero, ni da pan, ni da techo.

*José Miguel Rojo es candidato de Más Podemos Más Profundización Democrática

Nos hemos pasado media vida diciendo que la gente estaba dormida o era idiota por votar lo que votaba. A las fuerzas más reaccionarias las votan las gentes más desprotegidas, mientras que los radicales terminan siendo el pasatiempos bohemio de los ricos. Han sido muchos los discursos superiores que han negado el primer ejercicio democrático: conocer a tu pueblo.

Por eso, en la Región de Murcia, sumamos más de 20 años de gobiernos extractivos del Partido Popular y, aunque hemos determinado que hasta aquí hemos llegado, una vuelta a las posiciones más alejadas de lo popular nos puede hacer volver al interminable fracaso político.