El sistema socioeconómico regional y español que se ha ido dibujando tras la crisis ha sido aquel en el que se ha ido destruyendo la clase media murciana y española, generando una tendencia a la polarización en pocas personas muy ricas y muchas muy pobres. Esta es una fisonomía digna de un país subdesarrollado económicamente y deficiente en términos de calidad democrática. Y también en el respeto a los derechos humanos.
Al margen de otros análisis, la situación actual ha supuesto la salida de muchas mujeres del mercado de trabajo y de su vuelta a los cuidados y a las tareas domésticas. Dicha circunstancia, muy grave, está provocando en la actualidad tres circunstancias perniciosas en términos económicos y sociales.
1- De una parte, para algunas personas (sobre todo hombres) significa la existencia de jornadas interminables o la de salarios bajos e inciertos y, para otras (sobre todo mujeres), supone la inserción mediante el empleo precario a tiempo parcial, el subempleo, la economía sumergida, las interrupciones que impiden un reingreso laboral en condiciones dignas, la pérdida de derechos sociales... Una pérdida, en definitiva, de su bienestar y de su calidad de vida.
2- De otra, la sociedad en su conjunto se está negando el talento de las mujeres, adquirido con más brillantez y mejores resultados en las aulas universitarias, como tantos datos ponen de manifiesto.
3- Y por último, el capital cuidador de los hombres permanece, en gran medida, desaprovechado.
Pero además, las políticas actuales están profundizando en fenómenos como la segregación laboral –vertical y horizontal- y la economía sumergida que causan pobreza y desigualdad. Este sistema es causa de ineficiencias de hondo calado, ya que supone un enorme despilfarro tanto del gasto público, como del potencial de empleo y desarrollo profesional de las mujeres, de su talento.
Desde otro ángulo, si bien la realidad social ha cambiado enormemente, el sistema de protección social no ha modificado sus premisas. El resultado es un sistema obsoleto que presenta importantes déficits sociales y democráticos. La infancia está desatendida y sus derechos vulnerados. Las personas dependientes no tienen garantizada su autonomía funcional, un derecho básico, y las familias se ven inmersas en graves problemas para atender a sus personas dependientes.
Los niveles de pobreza infantil son sangrantes en la Región de Murcia (Tasa de riesgo de pobreza o exclusión social Murcia 34,1%, y en España 27,3% en 2013). Muchas personas no pueden tener las criaturas deseadas por falta de recursos, lo que comienza a ser un problema de gran calado: la baja natalidad en España y en la Región, con sus graves consecuencias para el futuro de nuestra región y de nuestro país.
La foto fija de este momento es que el sistema actual económico y social es fuente de desigualdades. Las mujeres se ven negativamente afectadas tanto en el ámbito del empleo, como en el del hogar: 97,80% de las mujeres inactivas lo son por causas familiares, de las personas ocupadas a tiempo parcial según motivo de la jornada parcial el 95,97% son mujeres por el cuidado de niños o de adultos enfermos, incapacitados o mayores frente a un 10,4 % los hombres por este mismo motivo; que toman la excedencia por cuidado de familiares 85,22 % de mujeres frente al 14,88% de hombres.
El camino alternativo para salir de esta crisis y fortalecer a nuestra economía y a nuestra sociedad es el inverso al contemporáneo. Se trata de optar por un modelo basado en:
1. La inserción plena de las mujeres en el mercado de trabajo desempeñado la función para la que han sido preparadas y poniendo su talento al servicio de la sociedad
2. La presencia de las mujeres en los órganos de toma de decisión, máximo exponente del pleno rendimiento del capital humano y de los talentos femeninos adquiridos en su formacion
3. La universalización de los servicios públicos relacionados con los cuidados
4. La incorporación de los hombres a las tareas del cuidado y domésticas.
Todo ello contribuiría a resolver los problemas de eficiencia y equidad de los que adolece nuestra sociedad. También rescataría y sostendría la clase media, base y fundamento de una sociedad democrática sana y moderna.
En resumen, se trata de llegar a un sistema en el que todas las personas puedan permanecer en el empleo de calidad durante toda su vida, en el que el pacto intergeneracional sea sostenible y en el que todas las necesidades familiares estén atendidas por el sector público, sin que ninguna persona tenga que renunciar a sus ingresos, ni a su vida personal.
Para ello es necesario conjugar todas las políticas públicas, absolutamente todas, y hay que tener un Plan F, un Plan Feminista, un Plan Económico Feminista, el cual establezca la igualdad de género de cómo eje básico de todas las políticas públicas y manera transversal que:
1. Dote de recursos públicos (servicios públicos e infraestructuras sociales) para atender a la infancia y la dependencia de forma equitativa y sin crear desequilibrios sociales o económicos.
2. Cree políticas de empleo para garantizar los derechos y la estabilidad laboral, teniendo presente y combatiendo las segregaciones tanto verticales como horizontales.
3. Implante políticas fiscales que no inviten de forma subrepticia a que las mujeres se queden en el ámbito doméstico, como es lo que sucede en la actualidad
4. Elabore con carácter obligatorio informes de impacto de género de todas las normas autonómicas y municipales
5. Diseñe políticas para el reparto equitativo del empleo y de los cuidados entre hombres y mujeres, tales como la implementación de los Permisos Iguales e Intransferibles de Nacimiento y Adopción de madres y padres, así como muchas otras.
No se trata de una utopía. Esta es la apuesta que realizaron los países nórdicos hace ya algunas décadas, desde un punto de partida más atrasado que el de la sociedad española actual, y sin la larga experiencia internacional de la que actualmente disponemos. El resultado fue espectacular desde el punto de vista social y económico.
Baste considerar que estos países figuran actualmente a la cabeza de los rankings de igualdad de género y de competitividad económica. Esto es, siendo los países más igualitarios, a su vez, son los más competitivos del mundo (según el índice del Foro Económico Mundial).
Nuestra propuesta, la propuesta del Plan F, del Plan Económico Feminista, por tanto, es recuperar, fortalecer y hacer sostenible la clase media murciana, por la cual debe entenderse es aquella en la que ambos miembros de la unidad familiar trabajan, están insertos en el mercado de trabajo, ambos son cuidadores, con la consiguiente desaparición del papel o rol “ama de casa”.
Esto implicará que todo el talento de la sociedad está en producción, y que la perdida de empleo de uno de los miembros de la unidad familiar no subsumirá al hogar en la pobreza y, que, por lo tanto, los vaivenes de los ciclos económicos se podrán ir soportando. También que hombre y mujeres desarrollaran sus capacidades de autonomía personal y económica, así como las emocionales.
Para ello la condición necesaria es incorporar los elementos necesarios que permitan construir una sociedad donde no haya ninguna diferenciación de roles de género, y sí plena libertad para la diversidad entre personas.
Hay partidos políticos – uno en puridad- que parecen abogar a última hora y de forma manifiestamente electoralista por la cosa de l“a mujer” o de “la familia”. Así, parece que el partido en el gobierno regional de la RM se ha inventado un “programa F” robado del Plan F al que me refiero en estas líneas, y del que se desconoce por completo su contenido. También que en el último Consejo de Ministros del día 15 de mayo – en plena campaña electoral- se ha aprobado un Plan Integral de Apoyo a la Familia (PIAF) del que por mucho que se indague, por ahora es inédito su contenido, pero, al parece, va a complementar las pensiones contributivas de las mujeres (jubilación, incapacidad y viudedad) con un porcentaje que va desde el 5 al 15 por ciento en función de si hemos tenido dos o más hijas/os para paliar esa injusta y desigual situación y en “apoyo a la maternidad y al reconocimiento del papel de las mujeres que deciden tener hijos” según reza la nota de prensa del Ministerio.
Es tremendamente desolador ver cómo la gran mayoría de los partidos no se han ocupado de poner en el centro del debate y de la construcción de una nueva sociedad y de un nuevo sistema económico a la igualdad de género entre mujeres y hombres, aún cuando algunos hablen de la igualdad de género.
Sólo uno, y cuyo color es el rojo y su flor la rosa roja, apuesta y tiene presente esta circunstancia, cuyo reflejo es este Plan F, este Plan de Economía Feminista, según el cual sólo será sostenible una sociedad en la que la igualdad efectiva entre mujeres y hombres ha de suponer que las mujeres ganen el peso necesario en el mercado laboral y que los hombres lo adquieran en el ámbito de los cuidados, que ambos deben ser sustentadores y cuidadores por igual.
La apuesta por el plan F, es una apuesta por una sociedad sostenible la cual no se basa en reconocer a las mujeres del futuro, de nuestro futuro, su ausencia en el mercado laboral, sino con contar con su potencial en el mismo, con los hombres en los cuidados y con unos servicios e infraestructuras públicas que atiendan desde las políticas públicas de los cuidados necesarios para la sostenibilidad y la calidad de vida de las personas de una sociedad. Es por este motivo por el que yo he apostado y estoy en sus filas en esta contienda.
Gloria Alarcón
Profesora titular de Economía Aplicada en la Universidad de Murcia
Número 6 de la lista del PSOE a la Asamblea Regional por la circunscripción de Murcia