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Regreso al pasado

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Cuentan los viejos profesores que la mejor manera de establecer los límites es ponerlos a principios de curso. Si me permiten la analogía eso es lo que parece que está haciendo el Gobierno regional con los medios para esta legislatura. Apretar el cinturón ahora que empieza un curso en el que vienen curvas y no pocas.

El despido de Rosa Roda parece, como algunos columnistas han señalado, un aviso a navegantes que nos recuerda que las emisoras no llegan a todos los rincones de la Región, por el momento. Es posible que tras su despido no tenga el altavoz de las ondas, aunque estas lleguen más lejos, pero no deja de tener voz, gracias, entre otras cosas, a las redes sociales. Su palabra, respetada por su independencia y saber hacer, se ha ganado el corazón de todos nosotros, por eso sé que vaya donde vaya, publique donde publique, diga lo que diga, la leeremos y oiremos. Ella es una periodista de matrícula de honor con muchas líneas de investigación de las que destacaré dos: la primera, encaminada a destripar la corrupción allá donde estuviera o estuviese; la segunda, dedicada a fiscalizar a un Gobierno autonómico que solo sabe poner deberes al nacional, mientras tiene su casa sin barrer. Una película que no es nueva, la bandera regionalista que tuvo su cénit con el discurso del agua para todos solo tiene función cuando son otros los que están en el poder. El caso es que funciona y los dota de mayoría absoluta y habría que explicar y comprender bien los motivos.

A nadie se le oculta que los nuevos presupuestos es muy probable que sean incapaces de sostenerse por la retirada de los fondos extras COVID, la pérdida de ingresos por los recortes a los impuestos, y el aumento de los gastos derivados de una nefasta gestión. Es más que probable, como ya sucedió en otras ocasiones, que las cuentas regionales tengan que ser intervenidas. Una situación que producto de una mala gestión será ocultada con los viejos mantras o los nuevos, la amnistía. Una apuesta esta, atrevida como pocas, y que ninguno de nosotros sabemos si será realidad hasta que se produzca la consabida votación para elegir a un presidente que desde el mismo día de su elección acrecentará sus canas a la velocidad de vértigo.

Nadie duda que en el caso de existir acuerdo (lo creeré, conociendo la actual situación de Junts, el día que vea la votación) la tensión política aumentará unos grados en diversos frentes: político, judicial, y también, ferroviario. La separación de los Rodalies – cercanías catalanes - traerá cola entre los sindicatos ferroviarios, mientras las diferentes comunidades autónomas esgrimirán los agravios comparativos, supuestos o no, con Cataluña y su condonación de deuda que es para todas las comunidades del régimen común. Nadie sabe si este debate puede aumentar la polarización política.

En todo caso la polarización solo podrá ser contenida con una evolución favorable de la economía que sigue avanzando en contratación a pesar de las políticas contractivas del Banco Central Europeo. Este último ha dado un respiro a muchas familias con hipotecas al paralizar las subidas del Euribor, en un marco de rebaja de la tensión inflacionaria. Sin embargo, nadie puede decir a ciencia cierta qué sucederá en unos meses. La reducción de la capacidad adquisitiva de las familias no es una cuestión menor. Proponer soluciones que permitan hacer crecer la economía será un dolor de cabeza dada la coexistencia de partidos dispares en sus soluciones políticas. Todos recordamos a ERC votando en contra de la reforma laboral.

Además, la reorganización geopolítica global, de la que son efectos tanto la guerra de Ucrania, como los conflictos en Medio Oriente traerá más consecuencias en otros frentes. No podemos olvidar que en la raíz de la intervención de Hamas en Israel se encuentra el posible acuerdo de esta última con Arabia Saudí que hubiera trastocado los poderes de la zona. La guerra supone un contratiempo a la política china de la reactivación de la ruta de la seda a la que no sabemos cómo responderá. El mundo está cambiando.

Cuentan los viejos profesores que la mejor manera de establecer los límites es ponerlos a principios de curso. Si me permiten la analogía eso es lo que parece que está haciendo el Gobierno regional con los medios para esta legislatura. Apretar el cinturón ahora que empieza un curso en el que vienen curvas y no pocas.

El despido de Rosa Roda parece, como algunos columnistas han señalado, un aviso a navegantes que nos recuerda que las emisoras no llegan a todos los rincones de la Región, por el momento. Es posible que tras su despido no tenga el altavoz de las ondas, aunque estas lleguen más lejos, pero no deja de tener voz, gracias, entre otras cosas, a las redes sociales. Su palabra, respetada por su independencia y saber hacer, se ha ganado el corazón de todos nosotros, por eso sé que vaya donde vaya, publique donde publique, diga lo que diga, la leeremos y oiremos. Ella es una periodista de matrícula de honor con muchas líneas de investigación de las que destacaré dos: la primera, encaminada a destripar la corrupción allá donde estuviera o estuviese; la segunda, dedicada a fiscalizar a un Gobierno autonómico que solo sabe poner deberes al nacional, mientras tiene su casa sin barrer. Una película que no es nueva, la bandera regionalista que tuvo su cénit con el discurso del agua para todos solo tiene función cuando son otros los que están en el poder. El caso es que funciona y los dota de mayoría absoluta y habría que explicar y comprender bien los motivos.