“De esto ni una palabra. ¿Oyes?, en estos asuntos de los señoritos, tú, oír, ver y callar”, decía Paco, el Bajo, en Los Santos Inocentes.
“Ver, oír y callar.”
Un pacto de silencio que, si lugar a dudas, los de mi generación no compramos. Más aún si se trata de poner de manifiesto las desigualdades salientes de la investigación de la Red de Lucha Contra la Pobreza y la Exclusión Social y el informe anual de desigualdad publicado por Oxfam Intermón, con motivo del Foro de Davos, hace apenas unas semanas. Estudios que, una vez más, resaltan como la crisis desencadenada por la COVID-19 ha agravado el virus de la desigualdad, la pobreza, la precariedad laboral y la exclusión social en una región con un empobrecimiento crónico en la que, según la tasa AROPE, un tercio de la ciudadanía ya partía con una gran desventaja en la casilla de salida antes de esta crisis.
Datos que no son más que la radiografía de una región desigual que muestran claramente las consecuencias de una sociedad como la que presentaba Delibes en Los Santos Inocentes: en la que unos están arriba y otros abajo. Y donde oír, ver y callar es casi un grito sordo de supervivencia. Sobre todo, si eres parte del Gobierno regional.
Un estado de exclusión social en el que impera como remedio, al igual que en los personajes de la obra, la incomunicación imperante entre los miembros del consejo de gobierno de López Miras que, a manera de grito sordo, sólo se ve alterada por los esporádicos intentos de regeneración de Ciudadanos al sumarse a la petición del PSRM-PSOE de pedir la creación en la Asamblea Regional de una Comisión especial de investigación parlamentaria sobre el escándalo de las vacunas.
Una comisión que no obedece a un capricho de atención pública y/o ciudadana sino a la imperiosa necesidad de restablecer el equilibrio social en el orden del protocolo: donde los primeros en la fila sean los vulnerables y no los que vulneran.
Esa es la justicia social en la que creemos. Ese el espíritu de restauración que nos mueve a continuar trabajando en construir una Región más justa, menos desigual.
Y es que a pesar de que muchos nos quieran vender, en este mes en el que se conmemora el Día Mundial de la Justicia Social, que la pugna de la clase obrera es cosa del pasado; informes como el de Cáritas revelan que trabajar hoy y ser pobre es ya una realidad en la Región de Murcia cuyo rostro más sangrante tiene nombre de mujer.
La desigualdad es la cuna de todas las desigualdades. Y por ello, rebelarnos ante lo que muchos llamarían un destino inevitable del azar está en la base del ideario socialista. Prueba de ello es que mientras el gobierno de Pedro Sánchez trabaja en romper la brecha de exclusión a través de la Alianza País por la Pobreza Infantil Cero, plasmada ya en los presupuestos generales del estado para 2021, en la que ni está ni se espera al Partido Popular de Casado. Gobiernos como el de López Miras, más que en romper el círculo de la desigualdad, están centrados en los fantasmas de la historia de corrupción sistémica y abuso de poder de la derecha española (que hoy volvemos a padecer en la región); santificando a “los indecentes de proceder” que roban las vacunas de los más vulnerables.
Ahora que la vacuna ya está aquí, todas y cada una de nosotras y de nosotros hemos puesto nuestras esperanzas en un 2021 que nos trae 365 nuevas oportunidades para hacer de la región una tierra más igualitaria donde la ciudadanía vea, oiga y crezca sin pactos de silencio que atenten contra el conjunto de la ciudadanía en los que “los de siempre” pisoteen “la santa paciencia” de los de abajo. Porque los cambios más grandes empiezan por nosotros mismos.
Ya lo decía Galeano: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”. Por ello, desde el PSRM-PSOE continuaremos trabajando desde nuestros ayuntamientos y junto a nuestros concejales en erradicar la pobreza. Acabar con la desigualdad es el fin y el objetivo de todos nuestros gobiernos.
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