Región de Murcia Opinión y blogs

Sobre este blog

Tiempo de migraciones

0

Cualquier tragedia mundial no resiste más de tres telediarios, nos dijo hace años, una noche en Murcia, el escritor Manuel Vicent. Y dentro de esos telediarios, condensada en piezas de apenas dos minutos, añadía. El autor de Son de mar vino a hablarnos de periodismo y literatura. Sobre el primero nos dijo que era el género literario de nuestro tiempo y que las generaciones futuras habrán de hurgar en los periódicos para saber cómo éramos y por qué moríamos y matábamos. Vicent aventuró que cuando pase el tiempo y los despojos de esta sociedad se eleven como el polvo sucio o dorado en el espacio de la memoria colectiva, estos flotarán acompañados de palabras que fueron escritas en los diarios, ya para entonces con su papel amarillento. Será esa la ficción de algo que vivimos componiendo la historia literaria que quede para la posteridad, concluía.

A Vicent le oí otra vez decir que el éxito de un periodista no consistía tanto en ser leído como en ser creído, amparándose en que la credibilidad, al final, siempre será el único patrimonio que atesore cualquier profesional que se precie. Por cierto, que le escuché también expresar un principio fundamental que refirió debemos al inmortal Humphrey Bogart: en esta vida, la gente se divide en profesionales y no profesionales, algo que rige tanto para los asesinos como para los poetas, pasando por el muy considerado gremio de los panaderos. 

Recuerdo muy bien un artículo suyo que leí hace más de veinticinco años. Incluso, que entonces lo recorté y lo metí entre las páginas de un libro para conservarlo. Se publicó en junio de 1994 en el diario El País. Lo tituló Los girasoles.

El escritor valenciano hacía referencia a ciertas migraciones “de intelectuales, cómicos, poetas, técnicos, asesores, decoradores, escritores, interioristas, sociólogos, periodistas, maquilladores, diseñadores y otras aves que buscan siempre las zonas templadas de cualquier sur, allí donde esté”. Los socialistas de Felipe González, en declive, se aprestaban a dejar el poder y los populares de José María Aznar, a ocuparlo. Ello ocurriría apenas un par de años después de que viera la luz esa columna. 

Aventuraba Vicent que, dentro de poco, al Partido Popular le sobrarían “conversos, logreros y advenedizos de renombre: con ellos podrá formar una masa cerebral”. Siempre pasa esto en época de migraciones. Como ahora, con aquellos que buscan cobijo en partidos distintos a los que les permitieron salir de su ostracismo vital. Y con muchas aves aterrizando en otras latitudes, buscando el sustento de cara a los tiempos que se avecinan.

Como dejó dicho entonces Manuel Vicent, y el párrafo sería de oportuna aplicación para lo que se nos viene encima, “en medio de este aluvión de intelectuales, técnicos, asesores y artistas que van a invadir el territorio de la derecha, sólo hay que esperar que el Partido Popular tenga más tino o suerte a la hora de elegir que el que tuvo el Partido Socialista cuando en 1982 se produjo la migración contraria hacia su abrevadero. Entre aquellas aves de entonces volaba Roldán”. Y concluía, tan profético como clarividente: “Volaban todos los que ven el Boletín Oficial del Estado como una mina de El Dorado”. Tal y como podría pasar ahora; de eso, no me cabe la más mínima de las dudas.

Cualquier tragedia mundial no resiste más de tres telediarios, nos dijo hace años, una noche en Murcia, el escritor Manuel Vicent. Y dentro de esos telediarios, condensada en piezas de apenas dos minutos, añadía. El autor de Son de mar vino a hablarnos de periodismo y literatura. Sobre el primero nos dijo que era el género literario de nuestro tiempo y que las generaciones futuras habrán de hurgar en los periódicos para saber cómo éramos y por qué moríamos y matábamos. Vicent aventuró que cuando pase el tiempo y los despojos de esta sociedad se eleven como el polvo sucio o dorado en el espacio de la memoria colectiva, estos flotarán acompañados de palabras que fueron escritas en los diarios, ya para entonces con su papel amarillento. Será esa la ficción de algo que vivimos componiendo la historia literaria que quede para la posteridad, concluía.

A Vicent le oí otra vez decir que el éxito de un periodista no consistía tanto en ser leído como en ser creído, amparándose en que la credibilidad, al final, siempre será el único patrimonio que atesore cualquier profesional que se precie. Por cierto, que le escuché también expresar un principio fundamental que refirió debemos al inmortal Humphrey Bogart: en esta vida, la gente se divide en profesionales y no profesionales, algo que rige tanto para los asesinos como para los poetas, pasando por el muy considerado gremio de los panaderos.