73 militares jubilados escriben dos cartas al rey en semanas sucesivas en donde expresan su rechazo a este gobierno socialcomunista y le instan a actuar. Gobierno legítimo cabe recordar, porque se olvida. Poco después sabemos que en el grupo de WhatsApp que mantienen, uno de ellos dice que habría que fusilar a 26 millones de hijos de puta, frase celebrada y jaleada por varios más. Todo ello con el noble propósito de detener la “deriva antidemocrática de este gobierno”. Puede parecer que la coherencia no es su punto fuerte pero es que ESO para ellos es democracia, tú llámalo como tú quieras. Ellos son demócratas, pero en una democracia sin rojos ni maricones ni negros, donde solo quepan los suyos, democracia que quieren salvar dando un golpe de estado. Luego les llamas fascistas y se ofenden.
Hemos hecho muchos chistes y memes y nos hemos reído un rato porque cómo nos vamos a tomar estas cosas si no. Ok, todo bien, la risa está bien. Lo que pasa es que la cosa empieza a perder la gracia a partir de aquí:
Los medios de comunicación les llaman militares nostálgicos. Vamos a ver, la nostalgia es un sentimiento que te hace mirar hacia atrás con tristeza añorando el tiempo pasado, no querer empuñar un fusil para cargarte a 26 millones de conciudadanos porque no piensan igual que tú. Este uso del lenguaje que evita llamar a las cosas por su nombre es parte del problema. Porque estos militares jubilados cuando se expresan así no son nostálgicos, son fascistas. Lo que echan de menos no son las excursiones que hacían a la playa cuando sus hijos eran pequeños, lo que echan de menos es un régimen que legitime los asesinatos de ciudadanos disidentes, aunque sean mucho más de la mitad de la población. Y eso, nos pongamos como nos pongamos, se llama fascismo y no nostalgia.
El jefe en activo de la cúpula militar, Miguel Ángel Villarroya, asegura que la Constitución es la norma que “inspira todas las actuaciones” del Ejército y pide que las palabras de los exmilitares sean vistas “como opiniones de ciudadanos particulares”. Pues no, señor Villarroya. Las expresiones de exmilitares (pues exmilitares son, que no ciudadanos particulares) que dicen querer fusilar a más de la mitad de los españoles no son opiniones, son amenazas, máxime después de haberse dirigido al jefe del estado en dos ocasiones con la intención de derrocar al gobierno legítimo. Nos toma usted por tontos.
La contestación del jefe de la oposición Pablo Casado al ser preguntado por el tema es: “pues sí, je, je” (sic) en lugar de aprovechar la oportunidad que se le brinda para demostrar que es un demócrata, tal y como quiso aparentar en el discurso que dio en la moción de censura de Vox al gobierno, y que no está nadando entre dos aguas, intentando no perder votos ultras.
La vicesecretaria de Organización del PP, Ana Beltrán dice que “independientemente de lo que hayan dicho, que puedo estar más o menos de acuerdo o en desacuerdo, lo importante es resaltar la labor que hace el ejército español” (alucinante pero sic otra vez), ¿Estar más o menos de acuerdo en fusilar a 26 millones?, ¿tú te oyes cuando hablas? En fin…
De Vox para qué hablar si son la expresión política de esta barbarie. Como coartada ante este disparate dicen que se trata de un chat privado (sic, en serio). Ya, claro que es privado, así se hacen estas cosas. A ver si es que el 23F se organizó con luz y taquígrafos y en streaming.
El silencio del rey y de la Casa Real al respecto de este tema (sic también, ya puestos) es bastante más elocuente que muchos discursos.
Cuando ocurren estas cosas es cuando ves que la broma se ha pasado de la raya, que la raya se ha de quedado tan atrás que ya ni se ve, que a lo mejor la primera en ser fusilada ha sido la raya que separa lo dudoso de lo intolerable y ahí ya es donde los fusilables tenemos que ponernos estupendos porque nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino.
73 militares jubilados escriben dos cartas al rey en semanas sucesivas en donde expresan su rechazo a este gobierno socialcomunista y le instan a actuar. Gobierno legítimo cabe recordar, porque se olvida. Poco después sabemos que en el grupo de WhatsApp que mantienen, uno de ellos dice que habría que fusilar a 26 millones de hijos de puta, frase celebrada y jaleada por varios más. Todo ello con el noble propósito de detener la “deriva antidemocrática de este gobierno”. Puede parecer que la coherencia no es su punto fuerte pero es que ESO para ellos es democracia, tú llámalo como tú quieras. Ellos son demócratas, pero en una democracia sin rojos ni maricones ni negros, donde solo quepan los suyos, democracia que quieren salvar dando un golpe de estado. Luego les llamas fascistas y se ofenden.
Hemos hecho muchos chistes y memes y nos hemos reído un rato porque cómo nos vamos a tomar estas cosas si no. Ok, todo bien, la risa está bien. Lo que pasa es que la cosa empieza a perder la gracia a partir de aquí: