Nacho Para, llamando a las puertas del cielo el mismo día que Lennon

Hasta para morirse ha sido épico y mitómano el gran Nacho Para. Ha venido a fallecer un 8 de diciembre. El mismo día que John Lennon. Súbitamente, porque no estaba enfermo y gozaba de una buena vida al final del camino. En un simple giro del destino. A simple twist of fate, que diría su no menos admirado Bob Dylan.
Ha fallecido de un ataque al corazón y a los 62 años el niño almeriense que idolatraba a los Beatles, el periodista cultural que estuvo 30 años ejerciendo en el diario El Periódico en Barcelona, el rockero que vino a morirse a la ciudad de Cartagena en la plenitud de su carrera musical. Porque un día dejó el periodismo (o el periodismo le dejó a él) y lo que hizo fue dedicar los últimos diez años de su vida a su verdadera afición: el rock´n´roll, el rock clásico de toda la vida que defendió con una pasión y entrega envidiables, tanto en la Bantastic Fand como en solitario.
Nacho Para componía, cantaba, tocaba la guitarra y la armónica en el más puro estilo de música americana (Bob Dylan, Neil Young, The Band, todo ese rollo country tan molón de The Last Waltz) pero con pinceladas del sureste almeriense y cartagenero y decía él también que con toques africanos. Producía sus propios discos que aún vendía a mano para quitarse intermediarios, como un artesano, que es lo que él quería ser, y poder así vivir de la música. Y a fe que lo consiguió. En estos tiempos digitales en los que hace años que no compramos discos físicos, yo hacía la excepción con Nacho Para, al que le compraba directamente los cedés. El último, hace solo 20 días, maldita sea.
Sus discos los publicaba periódicamente en ediciones primorosas y cuidadas, a la antigua, como debe ser y como da gusto, con libreto interior, multitud de fotos y las letras de las canciones que él siempre cantaba, por supuesto en inglés, el idioma de la religión del rock’n’roll que él profesó primero como creyente, luego como apóstol, después como santo y ahora ya como mártir, porque por desgracia se nos ha muerto de golpe.
Atrás quedan sus álbumes y sus giras por todo el territorio nacional con la Bantastic Fand. Destacaría algunos títulos: Desert Town live at El Intruso de 2017 y el recién publicado Under Dim Lights de 2024, en el que repasa diez años de conciertos con la banda en una selección de grabaciones en directo. En 2022 publicó una joyita titulada No parking tickets in the clouds, un disco en solitario, uno de los mejores álbumes nacionales de ese año que ha quedado como su testamento musical. Lleva canciones con títulos casi premonitorios: Ain’t got no time, Hurry Up, Into The Light… Un disco hermoso y crepuscular, una maravilla.
De su labor periodística a lo largo de 30 años en El Periódico de Catalunya hay que decir que tuvo la enorme fortuna de conocer a muchos de sus ídolos. Y de todo aquello quedó un extraordinario libro publicado en 2022 que consistía en alargar una crónica de un concierto histórico ampliada hasta componer un volumen de 186 páginas titulado Concierto para George: crónica íntima del último milagro Beatle, en el que con un estilo y una pasión admirables y con todo lujo de detalles nos contaba 20 años después de haber estado allí a los otros fans de los Beatles que no pudimos ir cómo fue el concierto de homenaje a George Harrison en el Royal Albert Hall de Londres un 29 de noviembre de 2002, con toda la aristocracia del rock capitaneada por Eric Clapton actuando en ese mítico escenario. Un concierto fantástico plagado de estrellas narrado no en un artículo, sino en un libro entero. Una delicia de lectura para que todos los fans de los Beatles pudiéramos relamernos de gusto (y de envidia).
Tras haber escuchado varios de los discos de Nacho Para en su honor hoy, suena ahora en mi equipo Knocking on Heaven’s Door de Bob Dylan. Porque esto es una religión y Dylan era el profeta, y en el particular calendario de esta religión nuestra Nacho Para ha venido, tras un infarto fulminante, a llamar a las puertas del cielo un 8 de diciembre. El mismo día que asesinaron a John Lennon.
Actitud rockera hasta para morirse. Nuestro pésame a familiares y amigos. Se ha ido un grande y por la puerta grande. Y que acabe esto con un verso suyo: They’ll never find us above the lights. No parking tickets in the clouds. Nunca nos encontrarán por encima de las luces, porque no hay tickets de aparcamiento en las nubes. Claro que no creemos en nada, pero tú sabes que Harrison y Lennon te esperan allí arriba. Buen viaje, amigo.
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