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Cómo hacer de las residencias verdaderos hogares para las personas mayores

Sagrario.

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“Aquí somos todos una familia”. Así resume Sagrario Gallego su día a día en la residencia para mayores en la que vive, Amavir La Marina, en San Sebastián de los Reyes (Madrid). Sagrario tiene 100 años y es una mujer activa y feliz que actualmente reside en lo que ella ya reconoce como su hogar. La atención de los especialistas se adapta a sus necesidades, a sus gustos, a su forma de ser y a su proyecto vital. Además, cuenta que se siente empoderada, pero acompañada, y que es libre de hacer lo que le ilusiona cuando le apetece, tal y como si estuviera en su casa y rodeada de sus seres queridos, “como toda la vida”.

Este es un ejemplo de los nuevos modelos de cuidados que se están implantando progresivamente en muchas residencias de mayores de toda España, que están avanzando hacia la denominada “atención centrada en la persona”. Este es el caso del modelo “Guiados por ti” que se ha implantado en las 41 residencias que gestiona en toda España el grupo Amavir, uno de los operadores líderes en este sector, con centros en Navarra, Cataluña, Madrid, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Murcia y Canarias. Este modelo busca centrarse en la felicidad de las personas, permitiendo que sean los propios mayores los que orienten y guíen sus cuidados, teniendo también muy presente la participación activa de sus familiares.  

Esta forma de atención se caracteriza porque es personalizada y todo el equipo acompaña y está volcado en el bienestar del residente y su calidad de vida. La base de ello es el respeto y la dignidad, pero también la búsqueda de su autonomía y participación, con el foco puesto en potenciar sus capacidades. “Este modelo asistencial favorece que la persona continúe haciendo aquello que para ella vale la pena y que mantiene sus ilusiones”, explican desde Amavir.  

Todo ello se lleva a cabo desde cuatro dimensiones: la física, la psicoespiritual, la ambiental y las relaciones interpersonales y familiares. A Sagrario, por ejemplo, le gusta salir a pasear al aire libre, comer saludable, atreverse con cosas diferentes todos los días y relacionarse con otros usuarios y también con su madrina. Y es que cada usuario cuenta con su propia madrina o padrino, que se convierte así en su figura de referencia en la residencia. 

Sagrario y su cuidadora, elegida por ella misma, comparten aficiones y cuenta que disfruta todavía más de sus actividades diarias al poder hacer lo que le apasiona acompañada. De igual forma, otros residentes también lo hacen y pintan, cantan, bailan, tocan instrumentos, cocinan o juegan al ajedrez con sus padrinos o madrinas.  

Es así como la labor de los profesionales se vuelve bidireccional, porque no solo se centran en cumplir con el plan individualizado de cada uno de los usuarios, sino que su vocación y cariño hace que el especialista se convierta en un acompañante en el día a día del residente y que hace que se involucre en sus rutinas. “Son pequeñas cosas que rompen con la forma tradicional de cuidado en las residencias y refuerzan el sentimiento de hogar”, indican desde Amavir.  

Chaxiraxi Camacho, psicóloga de Amavir, afirma que al ser los propios mayores los que eligen a su madrina o padrino se logra un trato más personalizado y “se crea un vínculo muy especial entre el trabajador y el residente”. Algunas de las herramientas que utilizan en los centros de Amavir son la encuesta de felicidad con la que pueden saber lo que les gusta a los residentes, un diario de registro del equipo que refleja la reacción de los usuarios y una actividad muy especial y reflexiva: el cambio de roles. Esta última acción trata de hacer que haya un día en el que las personas mayores son las que cuidan a los miembros del equipo de Amavir, lo que refuerza la relación y aumenta la autoestima de los residentes.  

La finalidad de esta forma de atención, tal y como señala la auxiliar de enfermería Dolores González, es “que ellos sean los protagonistas de su propia historia. Que nosotros seamos uno más entre ellos para formar una gran familia. Adoro mi trabajo. Todos seremos mayores. Merecemos un futuro digno. Ser mayor y sentirte importante es parte de la felicidad”. La vocación de los profesionales por el proyecto es lo que da forma al bienestar de todas las personas de la residencia. Y así lo corrobora la centenaria Sagrario, que cuenta cómo su madrina y cuidadora ya es “un miembro más de mi familia”. 

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