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Las encuestas, un instrumento a dimensionar

Hace un par de meses, escribí un artículo sobre los motivos por los que se equivocaban últimamente tanto las encuestas. La publicada ayer por el Parlamento de Navarra es una prueba de la necesidad de dimensionar esos instrumentos sociológicos. Dicha encuesta dará que hablar. Sus resultados son tan sonoros que merecen guardarse en el bolsillo, hasta las elecciones del 24 de mayo, a modo de apuesta, para ver qué grado de precisión tienen.

Hace ya muchos años que el Parlamento planteó realizar una encuesta general que pasó a denominarse Navarrómetro. No se trataba tanto de una encuesta de intención de voto sino más bien una encuesta sobre demandas ciudadanas y políticas públicas. La idea era que hubiera una prospección sociológica sobre la realidad social de Navarra. Han sido muchas las ediciones realizadas pero la polémica que ha levantado la actual es muy significativa. La actual encuesta atribuye un 60% de los electores a la suma de Podemos y Bildu. Al espacio de UPN-PP le atribuyen poco más del 18%, cuando históricamente no baja del 40%. No voy a entrar en detalles técnicos; sólo he reflejado lo grueso.

La presente encuesta nos cuenta, más o menos, que la ciudadanía navarra, en un escaso tiempo, se ha transformado, se ha mutado, se ha metamorfoseado. Hemos cambiado radicalmente nuestra inteligencia colectiva, nuestra forma de pensar. De ser UPN la fuerza más votada a Podemos. Cierto es que estamos en momentos convulsos donde la ciudadanía presenta un alta temperatura ante los escenarios de desempleo, pobreza, corrupción… También es palpable como el sistema de partidos clásico presenta una alta vulnerabilidad. Todo ello hace que meter, en este escenario magmático, un termómetro suponga una alta imprecisión. Que el mercurio se dispare, que rompa el termómetro como así ha pasado.

Pero las situaciones de excepcionalidad deben ser tenidas en cuenta en los análisis. Forma parte del oficio del sociólogo. Para eso existe lo que muchos desprecian; la llamada Cocina Electoral. Para estimar el voto de las encuestas electorales, es necesario no sólo contemplar la intención declarada directamente de voto. Hay que estimar el voto a través de otras variables. Tales como recuerdo de voto de la muestra; transferencias; segunda opción; preguntas clave; otras encuestas; otros resultados; conocimiento del escenario… Sinceramente, considero que esta encuesta está sin cocinar.

Una recomendación, la Mesa del Parlamento debería revisar el método de contratación. Actualmente se realiza mediante la oferta más económica ante un precio inicial muy bajo. Un precio que ha bajado edición tras edición. Es decir, se tiran los precios. Quizás sea oportuno estudiar la opción de firmar algún Convenio con el Colegio de Sociólogos o con Universidades para tener un mecanismo más estable de prospección sociológica.

Hace un par de meses, escribí un artículo sobre los motivos por los que se equivocaban últimamente tanto las encuestas. La publicada ayer por el Parlamento de Navarra es una prueba de la necesidad de dimensionar esos instrumentos sociológicos. Dicha encuesta dará que hablar. Sus resultados son tan sonoros que merecen guardarse en el bolsillo, hasta las elecciones del 24 de mayo, a modo de apuesta, para ver qué grado de precisión tienen.

Hace ya muchos años que el Parlamento planteó realizar una encuesta general que pasó a denominarse Navarrómetro. No se trataba tanto de una encuesta de intención de voto sino más bien una encuesta sobre demandas ciudadanas y políticas públicas. La idea era que hubiera una prospección sociológica sobre la realidad social de Navarra. Han sido muchas las ediciones realizadas pero la polémica que ha levantado la actual es muy significativa. La actual encuesta atribuye un 60% de los electores a la suma de Podemos y Bildu. Al espacio de UPN-PP le atribuyen poco más del 18%, cuando históricamente no baja del 40%. No voy a entrar en detalles técnicos; sólo he reflejado lo grueso.