Europa trumpista

Tras la invitación de Elon Musk con el lema MEGA, “Make Europe Great Again” (hagamos a Europa grande otra vez), el fin de semana pasado se reunieron en Madrid los líderes de la ultraderecha europea, ufanos por el triunfo de Donald Trump en las elecciones norteamericanas. Es la primera cumbre de la formación Patriotas por Europa, con Vox como anfitrión y Santiago Abascal como presidente del partido europeo.

Ante tal ayuda para levantar Europa, yo diría, como el sacerdote troyano Laocoontes, “Timeo danaos, et dona ferentes”. Es decir: “Temo a los griegos, incluso cuando traen regalos”. Que la Administración Trump quiera hacer grande a la Europa Occidental, reducida a efectos prácticos a una organización de satélites de EEUU, sin política internacional, ni industrial, ni monetaria propia, puede ser un ejercicio de generosidad soberanista, o una muestra de interés en desarrollar a un débil aliado ante la competencia feroz, económica, tecnológica y militar del eje euro-asiático. Pero también puede ser un intento de exprimir su influencia en favor del hegemón en horas bajas. Temamos a los griegos.

Cuentan en los mentideros de Madrid que el lema de Vox es “America First, Israel Second, Spain Third”, los Estados Unidos de Norteamérica lo primero, después Israel, y ya si eso va España tercera. Enric Juliana considera a Vox el partido de EEUU en España. No está mal tirado, pero si Santiago Abascal fuese el hombre de EEUU en Madrid, sería más bien El Tercer Hombre. No creo que el embajador Benjamín León Jr. le llamen el primero cuando haya que poner otros 5.000 millones para Ucrania. Esperemos que esta vez sean para reconstrucción, y no para armas. Por suerte para todos, el fin de la guerra de desgaste está cada día más cercano. Viktor Orban, primer ministro de Hungría y presente en el sarao del fin de semana, advierte con tino que la Unión Europea no merece un asiento en la mesa de negociaciones. Trump exige que Ucrania devuelva a EEUU 500.000 millones de dólares que se supone que ha aportado a la guerra por poderes contra Rusia. Una broma macabra, teniendo en cuenta que los varones ucranianos han puesto un millón de cadáveres en el campo de batalla. Es probable que Europa termine pagando la factura.

Otra de las decisiones de la Administración Trump y del DOGE de Elon Musk que afecta a Europa ha sido cortar el grifo del presupuesto público a la USAID. Un presupuesto generoso, nada más y nada menos que el 0,15% del PIB de EEUU. Sus detractores advirtieron ya hace tiempo de una estructura de incentivos perversos a favor de la agenda propia de la agencia. Es decir, que es una organización que gasta el presupuesto público, pero recibe más cuanto más persigue su propia agenda, dependiente de los multimillonarios estadounidenses e independiente de los contribuyentes norteamericanos. Cuando Elon Musk lanza esta acusación, sabe de lo que habla. Él lo sabe bien, porque la USAID pagó por su servicio de internet mediante satélites Starlink a Ucrania. A parte de esta loable iniciativa, la USAID hace un poco de todo, y mucho mal. Por ejemplo, se dedica al fomento de la mutilación genital masculina. Su intento de promover el desarrollo agrícola en el Caribe acabó provocando una terrible hambruna en Haití y, a la postre, financiaron el derrocamiento de Jean-Bertrand Aristide.

Otra de las líneas de actuación de la USAID es la influencia en los poderes judiciales de países europeos para que pongan coto a las decisiones gubernamentales o democráticas en la Europa del Este. Así se ha logrado revertir una elección popular en Rumanía, poco favorable para los intereses del complejo militar-industrial de EEUU. ¿Cómo lo ha hecho USAID? Manteniendo a sueldo, según Wikileaks, a 4.291 medios de comunicación supuestamente independientes pero dependientes de las élites económicas, militares y políticas de EEUU. Redacciones llenas de periodistas atlantistas que, cuando se cierra el maná del presupuesto norteamericano, en 48 horas dejan de teclear. Es el drama del periodismo independiente, incluida la poderosa y otrora prestigiosa BBC. La lista de jueces financiados no ha salido aún, pero aparecerá.

Otras de las iniciativas de la USAID son el apoyo a iniciativas de censura, a los así llamados verificadores de la verdad, y la coordinación de las listas de exclusión o inclusión de medios para los anunciantes en el mercado publicitario global, que se manipulan según las noticias sean buenas para los intereses de esas élites norteamericanas o no. Los puntos de vista que no les interesen son prohibidos, censurados, o en el extremo, si lo anterior no se puede implementar legalmente, puestos en listas negras de exclusión publicitaria.

La noticia del cierre o inhabilitación de la USAID ha sido muy bien recibida por líderes sud, norte y centroamericanos de tan distinta orientación como Gustavo Petro en Colombia, Claudia Sheinbaum en México, o Nayib Bukele en El Salvador, quienes aplauden el cierre porque conocen los intentos de la agencia por subvertir sus gobiernos. Por desgracia, la reacción en Europa no ha sido similar, lo que nos permite inferir con la ayuda de quién han llegado al poder nuestros gobernantes.

En el fondo, el trabajo de la USAID era aquel que antes de John Fitzgerald Kennedy se conocía como la CIA cultural. Fomentar y financiar, de modo que se note el efecto sin que se perciba el cuidado, aquellos puntos de vista políticos y culturales que favorecen los intereses de los multimillonarios norteamericanos. Es el también conocido como poder blando. Sus intereses tienen que ser percibidos como lo normal y natural, lo que se oponga a ellos raro, exagerado, radical, peligroso o extravagante. Pero no nos engañemos, cuando el poder blando fracasa, como en la Chile de Salvador Allende, entran a trabajar los matones de la CIA y asesinan, por ejemplo, al General René Schneider para precipitar el golpe de Estado de Augusto Pinochet. Entre los mayores destinatarios de “ayuda” está Ucrania. Así se ha logrado lanzar a Ucrania, uno de los principales receptores de dinero de la USAID en 2023, a una guerra fratricida contra sus hermanos rusos, aquellos que acabaron con la Grande Armée en el siglo XIX y con al Wehrmacht en el siglo XX. Una guerra estúpida que no pueden ganar.

Otra influencia de la Administración Trump se ejerce directamente sobre el complejo entente de la Unión Europea. La Unión Europea pospone o retira temporalmente Directiva de Responsabilidad de la Inteligencia Artificial, para frustración del Gobierno Sánchez, promotor de la iniciativa, y del eurodiputado alemán Axel Voss (no es broma). Este cambio de orientación en afán regulatorio de la Unión Europea parece influido por la visita del Vicepresidente de la Administración Trump, Jack Vance y la necesidad de EEUU de desarrollar la inteligencia artificial junto con sus aliados. Esperemos que Europa pueda aportar capital y talento, y no solo datos para entrenar a los modelos y consumidores para pagarlos. Nuevamente, temo a los griegos. En cualquier caso, es un cambio positivo.

Termino este escrito como Catón el Viejo, “Carthago delenda est”, recordando el genocidio palestino. Después de meses de bombardeos indiscriminados, destrucción de infraestructuras, bloqueo, hambre como arma de guerra, censura a golpe de disparo de francotirador e innumerables padecimientos, aún se permite Donald Trump amenazar a los gazatíes con el infierno en la Tierra. Como dijo el caudillo galo Breno, “Vae victis”, ¡ay de los vencidos!