Contrapunto es el blog de opinión de eldiario.es/navarra. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de la sociedad navarra. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continua transformación.
Republicanismo
“Fue un día profundamente alegre, un día maravilloso en que la naturaleza y la historia parecían fundirse para vibrar juntas en el alma de los poetas y en los labios de los niños… Desde aquel día, no sé si vivido o soñado, hasta el día de hoy han pasado seis años, en que vivimos demasiado despiertos y nada soñadores… Unos cuantos hombres honrados, que llegaban al poder, sin haberlo deseado, acaso, o sin haberlo esperado siquiera, pero obedientes a la voluntad progresiva de la nación, tuvieron la insólita y genial ocurrencia de legislar atenidos a normas estrictamente morales de gobernar en el sentido esencial de la historia, que es el del porvenir”.
Cada 14 de abril recuerdo estas palabras de Antonio Machado evocando la proclamación de la Segunda República. Todo un poema en el árido campo de la política. Quizás, ese candor poético, esa actitud benevolente hacia la política fue lo que proporcionó a la Segunda República su aspecto más romántico y universal. A la vez, esa misma ingenuidad no supo atisbar un golpe de estado, que al fracasar acabó en una guerra incivil.
Me confieso políticamente republicano pero mi adscripción a esa línea de pensamiento va más allá del digno recuerdo del 31. Tampoco se sustenta en proclamas contra los Borbones. El republicanismo es, para mí, ante todo, una actitud política. Una cultura cívica. Un ideario que traspasa modelos institucionales o programas electorales.
Es un pensamiento cívico que imagina e intenta construir la sociedad desde el Bien Común; desplegando los valores constitucionales republicanos de libertad, igualdad y fraternidad. Concibe la política como naturalmente intrínseca a la ciudadanía. De ahí, el concepto semántico de res pública, la cosa de todos y todas. Al mismo tiempo considera el pacto, el federalismo, como su norma de convivencia. El republicanismo es laicismo desde su concepción de que las creencias religiosas, las identidades colectivas, los sentimientos nacionalistas deben situarse en el ámbito privado.
El republicanismo apuesta por un orden social dependiente de la responsabilidad ciudadana. Impugnando el secuestro de lo político por parte de los profesionales de la política. El republicanismo supone el renacimiento de la política desde la vuelta al ciudadano como centro de las cosas. Inclusión social versus exclusión; mayoría social versus élite; renovación versus gerontocracia; democracia versus oligarguía.
En definitiva, el republicanismo es un compromiso ético por el interés de todos y todas; desde la virtud cívica. Virtud como derecho y deber de estar informado; como tolerancia; como respeto a la pluralidad; como confianza en la acción individual para cambiar las cosas.
Por todo ello, este martes 14 de abril, Día de la República, lo viviré con emoción y alegría. Dos sentimientos que me provocan el pertenecer a una comunidad de valores muy amplia y universal. Una comunidad de ciudadanía formada por ideas progresistas, tolerantes, laicas y comprometidas. Una comunidad donde muchas buenas personas han portado esos valores desde hace mucho tiempo y en más de un caso, con grandes sacrificios. Porque, como dijo el poeta, si es bueno vivir, todavía es mejor soñar, y lo mejor de todo, despertar.
“Fue un día profundamente alegre, un día maravilloso en que la naturaleza y la historia parecían fundirse para vibrar juntas en el alma de los poetas y en los labios de los niños… Desde aquel día, no sé si vivido o soñado, hasta el día de hoy han pasado seis años, en que vivimos demasiado despiertos y nada soñadores… Unos cuantos hombres honrados, que llegaban al poder, sin haberlo deseado, acaso, o sin haberlo esperado siquiera, pero obedientes a la voluntad progresiva de la nación, tuvieron la insólita y genial ocurrencia de legislar atenidos a normas estrictamente morales de gobernar en el sentido esencial de la historia, que es el del porvenir”.
Cada 14 de abril recuerdo estas palabras de Antonio Machado evocando la proclamación de la Segunda República. Todo un poema en el árido campo de la política. Quizás, ese candor poético, esa actitud benevolente hacia la política fue lo que proporcionó a la Segunda República su aspecto más romántico y universal. A la vez, esa misma ingenuidad no supo atisbar un golpe de estado, que al fracasar acabó en una guerra incivil.