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Pamplona cierra el grifo del poteo tras los altercados en los botellones: “Cerrado por agresión y vandalismo”

Un viandante observa los carteles se la protesta en la calle Estafeta

Sol Gragera / Rodrigo Saiz

10 de septiembre de 2021 13:29 h

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“Cerrado por agresión y vandalismo; cerrado por agresión y miedo; cerrado por agresión y falta de seguridad”. Esos eran los mensajes plasmados en las persianas echadas de los bares y restaurantes que, en pleno Casco Viejo de Pamplona, secundaron este jueves una convocatoria inédita e improvisada para protestar por los altercados violentos que vienen produciéndose por botellones y aglomeraciones de jóvenes en la zona centro.

Más de medio centenar de propietarios respondieron masivamente en las arterias principales como las calles San Gregorio, Pozo Blanco, Comedias, Plaza del Castillo, Estafeta, Navarrería, Paseo Sarasate y San Nicolás. Precisamente fue en esta última donde un hostelero del bar Don Luís sufrió una agresión cuando trataba de hacer cumplir la normativa sanitaria a un grupo de jóvenes. Y fue la gota que colmó el vaso. La movilización convocada ha supuesto “un hito sin precedentes en los últimos años”, indica Juan Carlos Oroz, portavoz de la Asociación de Pequeña Empresa de la Hostelería Navarra (ANAPEH) y socio del establecimiento Chez Belagua de la calle Estafeta. Apunta que nunca antes, en 50 años, habían visto los actos violentos que llevan produciéndose sobre todo las últimas tres semanas: “Ni siquiera en Sanfermines. Durante muchos años los universitarios han salido los jueves, pero nunca se ha visto algo así. Aquí en Pamplona por desgracia hemos conocido hechos violentos con la 'kale borroka' u otros problemas sociales y económicos, pero no en este ámbito”.

Otro hostelero de la calle Navarrería, Julen Molinero, se queja de “las faltas de respeto” que están viviendo los trabajadores de la hostelería. “Es un cierre para apoyar a todo el sector y dejar claro que esto no puede ocurrir. Es una injusticia y tenemos que apoyarnos entre nosotros porque bastante castigados hemos sido ya”, sentencia.

La convocatoria provocó el efecto deseado: los principales puntos de concentración de jóvenes realizando botellón quedaron prácticamente vacíos, hasta el punto de tornarse la noche “mucho más tranquila que otras”, según ha manifestado la propia Policía Municipal. Eso sí, las intervenciones de los agentes se centraron en esta ocasión en domicilios particulares, parques y jardines.

El inicio del parón estaba previsto a las 18:30, pero muchos camareros comenzaron a levantar sillas y mesas y a colgar los delantales antes de esa hora. Prácticamente la totalidad de los establecimientos de la calle Estafeta no atendieron cenas ante la mirada atónita de los viandantes que buscaban un lugar donde parar. “Van a tener que salir del Casco Viejo si quieren tomar algo hoy”, les indica Oroz a una pareja que comenta sorprendida la escena.

Hace tres semanas la Policía Municipal reforzó el dispositivo ante la escalada de incidentes violentos vividos desde mediados de agosto. “Está visto que pese a todo no hemos conseguido evitar los incidentes y hoy por hoy es complicado atajarlos”, reconoce Jesús Bariain, jefe de comunicación de la Policía Municipal de Pamplona. “Lo que no conseguimos entender es por qué en determinado momento un grupo de personas, en un ambiente festivo, se torna violento cuando la policía a partir de la 01:00 o 02:00 interviene por las molestias generadas a los vecinos”, abunda una semana después de los altercados que dejaron seis jóvenes detenidos y cuatro agentes locales heridos durante un desalojo en la calle San Gregorio. Unos hechos que están pendientes de juicio.

En las últimas tres semanas por las calles del Casco Viejo patrullan de noche con más intensidad Policía Municipal, Policía Foral y Policía Nacional. De hecho, también la Unidad de Intervención de este último cuerpo, que dirige el inspector jefe Alfonso Medrano, ha debido reforzarse. Normalmente está preparado para intervenir un coche con una media de seis a ocho agentes, pero los últimos fines de semana han llegado a patrullar hasta cuatro furgones listos para intervenir de requerirlo los compañeros. “Llevamos interviniendo meses en distintas zonas, desde marzo, como en el barrio de la Txantrea donde tuvieron lugar una serie de incidentes que acabaron en lanzamiento de objetos y quemas de contenedores”, explica. Pero asegura que en las últimas tres semanas los incidentes trasladados a la zona centro les ha obligado a movilizar sus esfuerzos en las principales calles del Casco Antiguo. “En los últimos meses se ha observado un aumento bastante considerable en la agresividad de la gente, no sé si en concreto entre los jóvenes, pero el perfil de gente que registramos en las intervenciones sí es bastante joven”, asegura a la vez que reconoce el efecto “disuasorio” de la mayor presencia policial que, al menos, garantiza menos daños en el mobiliario urbano.

No opinan lo mismo un grupo de jóvenes sentados en un banco de la Plaza del Castillo a las 23:15, justo al lado de una patrulla de la Policía Foral. Irene Romero, estudiante de primer año en la Universidad Pública de Navarra, se queja: “Me parece mal que las primeras semanas en las que comenzamos la universidad y salimos para conocer gente esté todo cerrado. Es un poco aguafiestas”. Su compañero, Alain Taberna, reconoce la indignación provocada por los últimos actos violentos, pero aclara: “No todos los jóvenes somos así y no significa que lo sucedido el jueves pasado vaya a ocurrir siempre”. Otra estudiante, Ana Alonso, se manifiesta en la misma línea: “Me parece mal lo sucedido, pero no me parece justo que por cuatro personas se señale a todos los jóvenes”.

Tanto el responsable de comunicación de la Policía Municipal como el portavoz de ANAPEH coinciden en que el problema es complejo y viene de atrás. “Un cóctel molotov -apunta Oroz- que resulta de la llegada de estudiantes universitarios, el consumo de alcohol o el cierre los establecimientos del ocio nocturno con motivo de la pandemia”. No obstante, de suponer el malestar emocional generado por la pandemia una de las causas de este fenómeno complejo, subraya, “no justifica para nada estas acciones”. Por todo ello insiste en pedir soluciones, como el refuerzo policial, pero sobre todo una ampliación en el horario de cierre de la hostelería y la apertura de los establecimientos de ocio nocturno. Algo que, se muestra convencido, podría evitar las aglomeraciones en el Casco Viejo al trasladar las fiestas a las discotecas ubicadas en otras zonas de Pamplona.

“Es un fenómeno y multicausal”

Las escenas de violencia vividas en el Casco Viejo de Pamplona en las últimas semanas han sobrepasado también a las distintas corporaciones políticas, que no han encontrado la forma de solventar un problema, que según apunta la presidenta de Navarra, María Chivite, ya se está analizando en profundidad porque es “multicausal”. Esta misma semana el Ejecutivo foral se reunió con el Ayuntamiento de Pamplona, los distintos cuerpos policiales y representantes del sector de la hostelería para intentar abordar la escalada de violencia durante las madrugadas de los jueves, en los conocidos ‘juevintxos’ celebrados en la capital navarra. “No hay una única solución porque es fenómeno mucho más complejo de lo que pueda parecer, es multicausal y requiere una reflexión”, apuntó la presidenta en el Parlamento navarra. Chivite quiso añadir que “la mayoría de las personas no son violentas” y que la solución podría pasar por una “labor pedagógica con el conjunto de la sociedad de lo que supone la convivencia y el respeto”.

La consejera de Salud, Santos Induráin, por su parte añadió un factor que puede ser parte de la causa del problema: el incremento y “agravamiento” de manifestaciones sintomáticas de “malestar emocional o síntomas ansiosos y depresivos” entre la población juvenil. La responsable de Salud ha señalado que a raíz del confinamiento y la situación pandémica, se ha registrado “un agravamiento de las manifestaciones sintomáticas del malestar emocional, síntomas ansiosos, depresivos, excesiva sexualización, impulsividad, irritabilidad, necesidad de transgredir, incremento en el consumo de alcohol y pantallas, alteración del patrón alimentario, comportamientos autoagresivos, tensión ente adolescentes, comportamientos violentos, quedadas para pegarse o exhibicionismo en redes sociales”. La consejera ha señalado que estos comportamientos “se inician a una edad más temprana” y ha incidido en la importancia de su detección precoz para que “no arraiguen en el patrón conductual de los jóvenes”.

Induráin ha anunciado que el Ejecutivo foral ha creado ya un grupo de trabajo interdepartamental denominado 'PostCovid en Salud Mental' para “desarrollar estrategias compartidas para afrontar de un modo más operativo y efectivo las consecuencias emocionales que está generando la pandemia, sobre todo en las personas más vulnerables”.

“Solo se pone el foco en los problemas que damos y no en los que tenemos”

Los episodios de violencia han estado protagonizados en su amplia mayoría por gente joven, “pero no por todos los jóvenes, son una minoría”, apunta Juan Gutiérrez, presidente del Consejo de la Juventud de Navarra (CJN). Gutiérrez señala como uno de los problemas de fondo la situación de “precariedad” que afronta la juventud en su conjunto y que con la pandemia “se ha agravado todavía más”. “Se nos mira mal por estar en la calle o en un banco, pero no tenemos otra alternativa, no tenemos los mismos medios que pueden tener los mayores para estar toda una tarde en una terraza”, señala. El presidente del CJN condena los actos violentos, que asegura “son cometidos por una minoría” y apuesta por que desde las instituciones se den “alternativas reales y accesibles para el ocio”.

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