“Los sanfermines son una industria, con un interés económico legítimo y evidente”

Ni Ava Gardner estuvo alguna vez en los sanfermines, ni en Pamplona se le hizo mucho caso (al menos en vida) a Ernest Hemingway, muchos jóvenes navarros nunca corren el encierro, y los pamploneses y pamplonesas no son especialmente abiertos más allá de las fiestas. Estas son algunas de las reflexiones que Miguel Izu (Pamplona, 1960) realizó recientemente en un artículo de opinión para El País en el que repasaba las verdades y mentiras de esta fiesta. En realidad, se trata de cuestiones que ha analizado durante años en el periódico local Diario de Noticias, y sobre las que ha investigado. Pese a todo, reconoce que es difícil que le den la razón, tanto fuera como dentro de las fronteras de Navarra. De tan arraigados, esos mitos al menos generan debate, pese a que nunca fueran ciertos.

A Izu, exconcejal en Pamplona y exparlamentario de Izquierda Unida, esta especialización le ha valido para llenar de detalles su primera novela, publicada en 2014, una intriga policial que incluye El asesinato de Caravinagre, el cabezudo de referencia de la comparsa y recogido, por cierto, en el cartel de las fiestas de este año. ¿Y cómo empezó esta obsesión con los sanfermines? “Fue por una mesa redonda para la recuperación del riau riau hace 16 años, donde yo estaba en desacuerdo con todo el mundo. Todos querían recuperarlo y yo estaba en contra”, apunta. Del riau riau (la marcha a vísperas de la Corporación municipal, que se complicaba por el baile que acompañaba a su paso; ahora se habla a menudo de su recuperación y hay una celebración no oficial) pasó a hablar de otras leyendas, entre los que menciona, por ejemplo, que durante las fiestas “solo hay toros, desmadre y alcohol” o que nunca los sanfermines habían estado tan politizados como en la actualidad.

La pregunta es si San Fermín da para tanto, e Izu defiende que sí: “Son unas fiestas sobre las que se escribe mucho, que atraen la atención de los medios de comunicación, y quien lo hace escribe sin saber muy bien la historia, copia de otros sitios y, al final, se dicen cuestiones que no tienen fundamento. O, quizá, es que simplemente son bonitas de contar”.

En plena celebración festiva, Izu parece una voz discordante. Pero, ataviado de blanco y rojo, se confiesa un fiel defensor de las fiestas; otra cuestión es que al escribir tire de “ironía” y de documentación para desmontar cuestiones que, de tan repetidas, se dan por hechas. Por ejemplo, Izu cuestiona también aquello de que Pamplona durante los sanfermines es una ciudad sin ley, un tema, por cierto, que fue el eje antes de las fiestas de un curso de verano de la Universidad Pública de Navarra, en el que se trataron todas las cuestiones de la fiesta en las que interviene el Derecho, desde las contrataciones laborales a las agresiones sexistas o el reglamento del encierro. “Los sanfermines son unas fiestas muy bien organizadas, y hay mucha gente trabajando para que esté todo en su lugar”, defiende, a pesar, y eso tampoco se puede negar, de los desperdicios acumulados, de la sucesión de incidentes y de los negocios que antes de San Fermín están cerrados y reabren solo para las fiestas.

Uno de los motivos para realizar ese curso fue la preocupación de la imagen que se está asociado a las fiestas, aquello de que en Pamplona todo vale. Izu cree, sin embargo, que ese también es “otro mito”: “Vengo oyendo esto toda la vida. Los sanfermines evolucionan, lógicamente, pero mantienen bastante la misma esencia. Que son los actos religiosos, los taurinos y el ambiente en la calle”. De hecho, ese ambiente del 6 de julio, la transformación de una ciudad tranquila como es Pamplona en una ciudad en blanco y rojo de un día para otro, es para Izu la clave que no hay perderse en las fiestas.

Sobre el debate de los toros

En cuanto a si la prohibición de los toros puede ser uno de esos temas de evolución (EH Bildu ya lo hizo en San Sebastián, pero aquí el alcalde de la coalición, Joseba Asiron, presidió el día 7 la corrida), Izu cree que no: “Los toros estarán durante muchos años en Pamplona, porque son una parte esencial de la fiesta y podría haber unos sanfermines sin toros, claro, pero serían otras fiestas diferentes. Habría que rediseñarlas”. Lo dice alguien que, a pesar de que I-E por ejemplo este año ha renunciado a presidir una corrida de toros, se confiesa aficionado a la fiesta taurina. Nota, sin embargo, un debate creciente en torno al maltrato animal durante el encierro y las corridas posteriores: “Es un debate que está ahí, no se puede esconder, pero aquí sería uno de los últimos sitios en los que podrían desaparecer los toros”.

Y, en general, este doctor en Derecho, expolítico y escritor considera que los sanfermines generan tanto debate porque, al final, se trata de una “industria” y, por ello, también mueven intereses. Por ejemplo, de quienes trabajan en la fiesta, de los comercios que venden productos sanfermineros, de quienes las disfrutan (de Navarra, España o de todo el mundo) y de quienes no, y de las instituciones que los organizan: “Hay un interés económico, eso es legítimo y evidente. Hay otros que tienen la playa, nosotros tenemos los sanfermines”.