El gas natural, un gran aliado para mejorar la calidad del aire en Navarra

El gas natural ha ido desplazando en Navarra en los últimos 30 años a otras energías menos eficientes, pero todavía queda un largo camino por recorrer para conseguir una transformación total de las calderas más contaminantes y lograr así una mejora medioambiental en el entorno.

El gas natural es la opción más beneficiosa para el medioambiente y para la salud, una energía que cuida nuestro entorno. En comparación con otros recursos, el gas natural contribuye a tener un aire más limpio y saludable, y reduce entre un 40 y un 60% las emisiones de óxidos de nitrógeno y casi completamente las partículas en suspensión y el dióxido de azufre, principales causantes de los problemas respiratorios. Además, sus bajas emisiones de CO2 ayudan a mitigar los efectos del cambio climático y a mejorar la calidad del aire, especialmente en las áreas urbanas.

Reducción de emisiones contaminantes

En Navarra actualmente hay más de 130.000 viviendas que siguen utilizando otras energías más contaminantes y, si todas ellas se transformaran a gas natural, se evitaría la emisión a la atmósfera de cerca de 119.000 toneladas de dióxido de carbono (CO2) anuales, el principal de los gases de efecto invernadero, una cifra equivalente a la plantación de 3.000.000 de árboles, los cuales llegarían a cubrir el total de la superficie de la Comunidad Foral.

En este sentido, en los últimos cinco años, según el informe de la OMS (la Organización Mundial de la Salud), la contaminación atmosférica ha vuelto a aumentado un 8% en el mundo. Por ello, para reducir las emisiones y mitigar aquellos efectos que deterioran el entorno y la salud es necesario descarbonizar el sistema energético. El gas natural es la fuente de energía más limpia, menos contaminante y con menos contenido carbónico de todos los combustibles convencionales. Reduce las emisiones contaminantes locales (óxido de nitrógenos y de azufre) y prácticamente anula las emisiones de partículas sólidas sin quemar.

Por ello, el gas natural se perfila como la energía decisiva para conseguir un sistema bajo emisiones de carbono, contribuyendo a preservar el entorno, cuidando la calidad del aire que respiramos y garantizando el mayor bienestar dentro y fuera del hogar.

Del mismo modo, el Gas Natural Vehicular (GNV) como energía para la propulsión de vehículos también ofrece ventajas medioambientales y supone una alternativa a los combustibles tradicionales, permitiendo reducir las emisiones a la atmósfera y mejorar así la calidad del aire de las ciudades. Así el transporte propulsado con gas natural es clave para poder respirar un aire más limpio y saludable, ya que reduce en más de un 85% las emisiones de óxido de nitrógeno y ayuda a rebajar en un 24% las emisiones de CO2  (el principal gas de efecto invernadero), así como prácticamente todas las partículas en suspensión.