Pobreza laboral. Puede sonar a contradicción pero, según denuncia CCOO Navarra, las dos palabras no tienen por qué estar disociadas. Para el sindicato, este fenómeno sigue apoyándose en nuevas cifras a raíz de la crisis económica, la reforma laboral y la precariedad que acompaña a los empleos generados. Y la Comunidad Foral no es una excepción. Hay más temporalidad, más contratos por horas y estas cuestiones se ceban, sobre todo, con las mujeres: el 80% del empleo parcial es femenino y, en cuanto a la temporalidad, sus cifras (31,4%) son nueve puntos porcentuales superiores a las de los hombres (22,5%).
“Sí, necesitamos medidas específicas para corregir la desigualdad”, apunta la secretaria de Formación y Empleo de CCOO Navarra, Amaya Glaría. “Necesitamos impulsar el empleo de calidad y dar garantías de un salario digno”, apunta. Estas dos cuestiones están recogidas, precisamente, en el acuerdo programático del nuevo Gobierno Foral, con quien CCOO se muestra de acuerdo en ese diagnóstico; ahora falta llevarlo a la práctica. Y, por ello, la central pide al nuevo Ejecutivo que se impulsen medidas que reviertan los efectos de la reforma laboral, fomenten la negociación colectiva, reduzcan la inestabilidad laboral y persigan el fraude en la contratación.
No es la primera vez que CCOO hace esta misma denuncia, pero insiste en esa línea para recordar que, pese a la publicitada mejora general de la economía, también hay condiciones laborales a la baja. Es decir, que la central recalca que no solo hay que quedarse con las grandes cifras de contrataciones, tan habituales por ejemplo en verano, sino también con las características de esos nuevos trabajos.
En un informe, titulado Precariedad laboral en Navarra, se recogen los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) para mostrar el aumento tanto de las contrataciones parciales (que incluyen, por ejemplo, contratos de una hora, detalla Glaría) y las temporales (todas aquellas que no son indefinidas). Así, pese a las 9.100 personas más ocupadas en el último año, CCOO afirma que hay 51.700 con jornada parcial en el segundo trimestre de 2015, frente a las 41.400 si nos remontamos al mismo periodo de 2013. En conjunto, la tasa de parcialidad se sitúa en el 19,3%, una cifra que ha seguido una tendencia al alza en los últimos ocho años: era del 12,5% en 2008, llegó al 15% en 2011, y ya en 2014 alcanzó el 17,7%. Además, la temporalidad también ha aumentado un 32,9% desde 2013, pasando de los 43.400 trabajadores y trabajadoras de 2013 a los 57.700 en 2015.
La tasa de temporalidad en Navarra se sitúa ahora en el 26,9%, por encima del 25,1% estatal, una cifra que devuelve a la comunidad a los balances de hace ocho años. En este último apartado sobre la temporalidad, llaman además la atención las cifras del empleo público en Navarra: en él la temporalidad es del 30,1%, frente al 26,1% del sector privado. ¿Quiere eso decir que la administración, a menudo usada como referencia de las condiciones laborales, es la que deja claramente la puerta abierta a unas peores características del empleo? “Es así”, lamenta Glaría, quien recuerda que el periodo del estudio coincidió con una mala fase de la creación del empleo y con un fomento de la contratación temporal en ámbitos como la sanidad o la educación.
La conciliación, ¿solo para ellas?
Pero, sin duda, una de las principales características de la llamada pobreza laboral es que afecta, sobre todo, a las mujeres. Dado que la conciliación, como ya han denunciado con anterioridad diversos colectivos sociales (como la propia CCOO o la asociación de mujeres empresarias, Amedna), aún se entiende como una pelea en femenino, ellas son las que a menudo recurren a reducciones de jornada y a otro tipo de medidas. Así, por ejemplo, de las 51.700 personas contratadas a tiempo parcial en Navarra, 40.800 son mujeres. Esto significa, a su vez, que un tercio de las mujeres que trabajan lo hace de esta forma. La temporalidad, por otro, lado, también se ceba con la plantilla femenina: afecta al 31,4% de ellas, frente al 22,5% de ellos.
De ahí que CCOO insista en la necesidad de que se adopten medidas alejadas de las grandes cifras macroeconómicas y más cercanas a la realidad de estos trabajadores y, sobre todo, trabajadoras que pueden engrosar las listas de contrataciones pero no alejarse de situaciones como la pobreza o el riesgo de exclusión. Y más si esas condiciones de trabajo temporal no son una elección personal sino una exigencia de la firma contratante como, según destaca el sindicato, ahora ocurre a menudo.