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Entrevista
Psicoterapeuta de niños y adolescentes

Lola Álvarez: “¿Discutir con tus hijos adolescentes por su corte de pelo o su ropa? Probablemente no valga la pena”

Lola Álvarez, psicoterapeuta de niños y adolescentes y autora de 'Pero ¿qué te pasa?'

Mar Domènech

4 de marzo de 2021 22:21 h

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La etapa de la adolescencia siempre causa pánico a los padres. Sin querer, caemos en el tópico de relacionarla con la rebeldía, la incertidumbre o la confusión. En el fondo, no sabemos muy bien cómo gestionar los conflictos familiares que puedan aparecer en esos años. Por eso, Lola Álvarez, psicoterapeuta de niños y adolescentes con más de treinta años de experiencia, ha publicado un libro –Pero ¿qué te pasa? (Planeta de Libros)– que revela las claves para vivir de forma positiva esta etapa tan crucial en el desarrollo de nuestros hijos.

¿Las familias con hijos adolescentes tendrían que contemplar con mejores ojos acudir a terapia sistémica en caso de conflictos? ¿Qué motivos les pueden frenar?

Siempre que se detecta un trastorno en el niño o en el adolescente es conveniente que haya una consulta inicial con toda la familia, para así poder investigar las posibles causas. Estas consultas iniciales suelen ser muy esclarecedoras e identifican, por ejemplo, qué cambios deben hacerse y cuál puede ser el camino a seguir, no sólo para el adolescente sino para toda la familia.

Esto a veces puede coger por sorpresa a los padres quienes, hasta ese momento, no se habían cuestionado la gestión de esa situación o tal vez no se habían parado a pensar que quizás podían estar contribuyendo al problema. En algunos casos, puede haber una resistencia a aceptar esta nueva visión de las cosas que suele venir del miedo, tal vez a que les culpabilicen o de tener que revisar de repente su modo de educar a sus hijos. Hay que trabajar con los padres para que poco a poco vean que no es eso lo que va a ocurrir, sino que muchas veces la solución está en sus manos y que, con frecuencia, pequeños ajustes pueden dar resultados sorprendentes.

¿Tanto influye la familia en la construcción de la idea que se tiene de cada uno en la etapa adolescente?

La familia es la base de la cual parte todo. El niño o niña nace con su propio temperamento, pero son las experiencias en la familia y el lugar que pasa a ocupar en ella lo que determinará gran parte de su futuro. La familia crea los patrones de conducta que guiarán su trayectoria por la vida, y muchos de los comportamientos adolescentes oscilarán entre seguir esos ejemplos o rebelarse contra ellos.

En la adolescencia aumenta su poder de elección, pero la influencia de las experiencias tempranas en el entorno familiar es indiscutible. Muchos de los conflictos que aparecen en la adolescencia son debidos a experiencias acarreadas desde la infancia y que nunca se han llegado a resolver. En este momento, guste o no, todo sale a la superficie y hay que abordarlo.

En la adolescencia se viven muchas emociones intensas en torno al conflicto, a la rebeldía, a la incomprensión, a la autodeterminación o a la desesperación. ¿Qué podemos hacer los padres para calmarlas o equilibrarlas y no sumergirnos también en ellas?

Me gusta usar la metáfora de una pared de frontón. Los padres deben ser como esa pared inamovible, que es una estructura firme que está allí para recibir todo lo que le echen, miles de pelotazos, alterándose lo menos posible.

De entrada, hay que elegir las batallas con cuidado, porque con frecuencia muchos de los conflictos entre padres e hijos son por nimiedades o diferencias de opinión sin mayor importancia, simplemente porque el adolescente quiere manifestar su punto de vista con vehemencia, lo cual puede ser visto por sus padres como una provocación. En esos casos es aconsejable aceptar la diferencia de opinión sin demasiada alarma, porque puede ser transitorio y volver a cambiar. Si el adolescente toma decisiones preocupantes de mayor envergadura, tal vez los padres necesiten intervenir e intentar disuadirlo, pero ¿ponerse a discutir con ellos por su corte de pelo o su atuendo? Probablemente no valga la pena.

En este libro abordas temas tópicos en la adolescencia y que preocupan sobre todo a los padres. ¿Qué preocupaciones tienen en realidad nuestros adolescentes?

Sus preocupaciones suelen ser las mismas que han sido siempre a esta edad, sentirse bien consigo mismos, cumplir con sus expectativas y las de sus padres y ser parte de un círculo social que les permita explorar las relaciones sociales y tal vez amorosas.

Es fácil ver cómo el uso de redes ha complicado muchísimo la vida del adolescente, ya que todas estas expectativas pueden multiplicarse y crear en ellos una presión difícil de gestionar. Los influencers a los que siguen en las redes pueden hacerles pensar que ellos o ellas deberían intentar emular esos estereotipos para así 'triunfar' en sus círculos. Eso es, sin duda, ilusorio pero la idea puede plantar una semilla y crecer en la mente del adolescente hasta crearle una presión desmesurada. Hay que ayudarles a distinguir lo real y lo verdaderamente relevante de la superficialidad de los contenidos de internet.

Al final de cada capítulo hay una serie de puntos a recordar o consejos prácticos aplicables en el día a día. ¿Dónde está la clave para entender mejor a nuestros hijos adolescentes? ¿Hay una enorme falta de escucha?

Hay algo muy fundamental en la educación de los hijos de todas las edades, y es la comunicación. Para los padres, cuanto más se conoce al hijo o a la hija, menos sorpresas habrá. Y para los hijos, tener padres accesibles y dispuestos a escucharlos es la mayor ayuda que pueden tener, por lo que es esencial crear un hábito de buena comunicación desde la infancia. Acostumbrarse a conversar mientras se conduce, en la mesa o mientras miran una película juntos. Hablando de lo cotidiano se van conociendo sus actitudes, sus puntos de vista, lo que le gusta y lo que no, sus planes de futuro, sus preocupaciones y todo ello facilitará la labor de los padres. De ese modo podrán ayudar a sus hijos a encontrar su camino en la vida y a descubrir quiénes son.

¿Cómo podemos desmontar el tópico de que los hijos e hijas adolescentes de padres separados siempre son más conflictivos?

La familia monoparental suele requerir un esfuerzo mayor por parte de todos los implicados, tanto padres como hijos. La tarea de criar hijos sin poder presentar un frente unido requiere, sin duda, un mayor esfuerzo, todo ello sin tener en cuenta las repercusiones económicas para ambas partes. Eso no quiere decir que las parejas no deban separarse ya que, para un niño o un adolescente, vivir en una atmósfera familiar de agresiones verbales, físicas o de conflicto continuo es indudablemente mucho más perjudicial.

Cuando una pareja toma la decisión de separarse suele haber resentimientos y acusaciones, al menos al principio, y es importante proteger a los hijos de todo ello, algo que no se consigue fácilmente. Los hijos –de todas las edades– se tienen que adaptar a ir de un lado a otro y a vivir en dos domicilios diferentes. Los hijos tienen, de repente, mucho más “trabajo emocional” debido a la cantidad de situaciones nuevas que tienen que gestionar.

Si a todo esto le sumamos la profunda transformación que ya está viviendo el adolescente, es fácil ver cómo se sienten sobrepasados por la situación y hacen lo que pueden, algunos “toman partido” mientras que otros prefieren mantenerse totalmente al margen. Los padres con frecuencia están sumidos en su propio proceso de adaptación o enfrentándose a nuevas batallas, por lo que pueden olvidar que para los adolescentes ésta es una situación sumamente delicada que debe gestionarse como tal.

¿Qué de bueno y qué de malo tienen las redes sociales en la etapa de la adolescencia? ¿Hay que limitar su uso o enseñarles a ser críticos?

No cabe duda de que la actividad en redes ha agudizado muchos de los problemas a los que se enfrentan hoy en día los adolescentes y no sólo en su modo de relacionarse. Aspectos como la autoestima; vemos que el culto a la imagen está causando estragos entre los jóvenes, sobre todo entre las chicas. Otro problema es el acceso a contenido virtual poco recomendable como la pornografía, la práctica de perversiones de todo tipo, la radicalización política y muchas otras cosas. Si no comparten estas “aficiones” con nadie de su entorno real y se relacionan con esos mundos en la soledad de su habitación sin tener con quien contrastar esa visión, las consecuencias para su desarrollo pueden ser muy nocivas.

Es posible que, precisamente, el uso de redes sea lo que hoy en día hace que el salto generacional de padres a hijos sea mucho mayor que antes. Es cierto que muchos padres también utilizan las redes, pero no han crecido con ellas tal y como ocurre ahora con sus hijos. Ellos suelen no ir a ningún sitio sin su teléfono móvil, que es una fuente de información y de comunicación con otras personas que no descansa. Es importante que haya supervisión parental en el uso de redes, algo que, una vez más, se hace mucho más fácil cuando hay buena comunicación entre padres e hijos.

De la misma forma, el adolescente escoge a sus amigos. ¿Qué hacemos con “las malas compañías”? ¿Qué pueden decir u opinar los padres?

La clave de muchos de los conflictos entre padres e hijos adolescentes está en la buena comunicación. Si los padres están preocupados por las amistades de su hijo o hija, es mucho más fácil abordar un tema como ése sin darle demasiada importancia, como si fuera una conversación más. Si padres e hijos tienen ya problemas para comunicarse, lo que suele ser más útil es acordar un momento para hablar en el que ambos estén tranquilos, es decir, no echarle la bronca cada vez que sale con ese amigo o amiga, ya que eso suele ser contraproducente.

Lo mejor es que los padres les transmitan sus preocupaciones sin esperar resultados inmediatos, es importante que los adolescentes conozcan el criterio de sus padres sobre ese tipo de cosas, porque eso nunca suele caer en saco roto y siempre puede hacerles reflexionar. Hay muchos padres y madres que creen que sus hijos “no les escuchan” pero no se dan cuenta de que muchos de estos temas delicados pueden tratarse en una conversación cotidiana, sin que tenga que ser necesariamente “un sermón”. La mayoría de los adolescentes siempre tienen muy presente lo que piensan sus padres, aunque se esfuercen por demostrar lo contrario.

La pornografía está actuando como la primera fuente de información sobre educación sexual en adolescentes e incluso en edades tempranas. ¿Cómo tendría que ser la educación sexual de nuestros hijos e hijas? ¿En casa y en la escuela?

El uso de internet y de redes en general ha hecho que el acceso a la pornografía se haya extendido entre los jóvenes y que además esté empezando en edades cada vez más tempranas. De hecho, parece haberse convertido en la fuente de educación sexual más utilizada hoy en día. Las consecuencias para los adolescentes pueden ser bastante serias ya que si esa es su principal fuente de información sobre esos temas, su idea de lo que constituye una relación sexual puede distar mucho de lo que ocurre en la vida real y más aún de las relaciones que ellos pueden entablar con chicos o chicas de su edad.

La educación sexual debe estar a cargo de padres y de educadores y parte de ello es explicarles que la pornografía es una ficción creada para estimular o para entretener pero que no es un reflejo de la realidad ni de cómo las parejas se relacionan entre ellas. Hablando con ellos, se debe contextualizar como se pueden dar las relaciones sexuales, su vinculación con los lazos afectivos y los valores que rigen la vida en pareja. Es una edad en la que se suele descubrir el amor y la idealización de la persona amada, algo muy difícil de reconciliar con la crudeza de las escenas pornográficas, por lo que hay que ayudarles a hacer esa distinción.

Una de las cuestiones que más preocupa a los padres es el tema del alcohol y las drogas, y los trastornos mentales, sobre todo los relacionados con la alimentación ¿Qué podemos hacer en casa para prevenir?

Los límites que imponen los padres son necesarios durante la crianza en todas las edades, no solo al llegar a la adolescencia. Naturalmente, con frecuencia frustran las tendencias naturales que tienen los hijos cuando quieren hacer otras cosas y esto puede causar rabietas o conflictos. Estos pueden ocurrir de formas muy diversas, algunos se manifiestan abiertamente, por ejemplo, con enfrentamientos con la autoridad de padres o profesores, mientras que otros conflictos se manifiestan de forma más oculta, por ejemplo, con el consumo de alcohol o drogas, o teniendo conductas de riesgo.

La edad es un factor muy importante en el consumo de alcohol o drogas y por regla general, cuanto más tarde se empiece, mejor, ya que el impacto neurológico será menor a medida que vayan creciendo. Lo más importante es diferenciar la “experimentación” con el hábito que se puede crear con el uso frecuente. Hay que poder conversar con ellos si se sospecha que pueden estar consumiendo algún tipo de sustancia tóxica, y eso es mucho más fácil si ya existe una buena comunicación familiar.

El consumo de comida, tanto si es excesivo como si es restrictivo, siempre tiene como propósito acallar un malestar emocional, va más allá de lo puramente alimenticio. Las estadísticas sobre la anorexia son alarmantes, ya que tiene un alto índice de mortalidad. Las causas son complejas y el mensaje claro y contundente a todos los padres que perciban trastornos de este tipo es que actúen con rapidez y busquen ayuda de un profesional.

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