“Estamos en un ranking competitivo de colegios contra colegios usando a los niños como moneda de cambio”
Mar Romera es maestra, especialista en educación emocional y defensora de los derechos de la infancia. Preside la Asociación Pedagógica Francesco Tonucci. En esta entrevista, charla sobre la educación y la situación de la infancia en la sociedad en la que vivimos, “tremendamente neoliberal y consumista”. Como defensora de los derechos de niños y niñas propone “respeto, escucha y calma para poder realmente disfrutar, convivir y educar el principal tesoro del planeta, que es la infancia”. Romera se define a sí misma como una “hacker de la educación”.
Dices que históricamente se controlaba a las personas con el miedo y ahora se hace con la alegría. ¿Por qué pasa esto?
Porque nos hemos ubicado en una sociedad tremendamente neoliberal y consumista en la se transmite el mensaje de yo soy feliz cuando puedo consumir lo que los demás consumen. Me venden que el consumo garantiza la felicidad.
¿Qué consecuencias tiene esta apuesta por la alegría y la felicidad a través del consumismo para la vida en familia?
Se establece una competición entre las propias familias y nos preguntamos si realmente estoy dando a mi hijo el cole que merece, los idiomas que merece… Así hemos perdido el pensar en los niños y el sentido común.
Está muy extendida la idea de que hay cuatro emociones primarias (miedo, ira, alegría y tristeza) y tú hablas de diez (añades curiosidad, admiración, sorpresa, seguridad, culpa y asco). ¿Por qué es importante entender todas estas emociones?
No podemos decir que existen emociones buenas y malas. ¿Por qué? Porque se planteará la necesidad de erradicar las emociones negativas de la vivencia del ser humano. Esto no tiene sentido, porque el ser humano se construye con la vivencia de todas las emociones. No puedo quitar el miedo, porque me salva la vida. No puedo quitar el enfado, porque me da la energía necesaria para superar obstáculos. No puedo erradicar la culpa, porque me ayuda a reparar.
En el modelo de las cuatro emociones básicas se nos dice que todo lo que no es negativo es alegría. Yo no puedo pretender la alegría constante. Un niño se convertiría en un psicópata si estuviera todo el rato contento. Hay muchos estados emocionales que no son la alegría, como el amor, que es un sentimiento que nace de la admiración. No aprendemos en alegría, sino en curiosidad. Tener en cuenta estas diez emociones nos da muchísima información.
¿Por qué hasta ahora se ha ninguneado el mundo emocional?
En el siglo pasado quien tenía el conocimiento tenía el poder y el mundo emocional estaba limitado a la intimidad de las familias y muy controlado por el poder religioso. Pero ahora, cada día conocemos un poquito más el cerebro. Y así sabemos que cualquier decisión racional viene mediatizada por las emociones. Los publicistas descubren que apelar a la emoción es mucho más efectivo que apelar a la razón. Conocer el cerebro emocional es mucho más rentable que conocer el racional.
Por otra parte, los niños y niñas en épocas pasadas desarrollaban sus emociones básicas en la calle con sus pandillas. Daniel Goleman, autor de Inteligencia emocional, dice que si los niños y niñas siguieran jugando y creciendo en la calle no sería necesario incluir la educación emocional en las escuelas. La escuela está pensada para compensar lo que no se da de manera natural. Mi padre, nacido en una Guerra Civil, desarrolla su inteligencia emocional en la calle. Mis hijas, nacidas muy a finales del siglo pasado, no pueden desarrollar su inteligencia emocional en la calle porque no existe la calle para ellas. Existe el mundo de la comodidad, de la sobreprotección, del consumo, pero no existe la calle.
Dices que te preocupa especialmente la salud mental de los niños y adviertes de que los datos muestran que en la próxima década un 25% de los niños sufrirá trastornos de salud mental (según la OMS, el 20% de niños y adolescentes tiene problemas mentales). ¿A qué se debe esto? según la OMS, el 20% de niños y adolescentes tiene problemas mentales
Para mí hay tres razones fundamentales. La sobreprotección, que no permite a nuestros niños y niñas crecer. La sobreestimulación: les exponemos a miles de imágenes y estímulos pero sus cabezas necesitan tiempo. Los horarios de los niños son una barbaridad que no soportaría ni el más alto ejecutivo. Nuestros niños están sobrerregalados.
Si además no tienen referentes, en referente se convierte cualquier youtuber. Salir sano de esto es casi una odisea. No existe la espera, no existe el autocontrol, no existe la autoevaluación, la reflexión.
¿Qué nos ha pasado como sociedad para que hayamos olvidado este sentido común y hayamos apostado por educar con sobreprotección, sobreestimulación, sobrerregalos y sin referentes?
Nos ha pasado que con eso, aparentemente, regalo alegría. Siempre lo cuento: Mi padre nunca pudo tener una bici, aunque la pidió. Cuando yo era pequeña, y ya he gastado 51 años de mi vida, pedí una bici y los Reyes Magos tardaron dos años en traérmela. Cuando mis hijas pidieron una bici, los Reyes Magos se la trajeron ese año. Cuando mis sobrinos pidieron… no, no, es que no la han pedido, tienen cuatro bicis. Queremos compensar lo que no tuvimos y tenemos una especie de bulimia de consumo para el ocio y la felicidad: consumo y vomito, porque realmente no lo necesito.
¿Esta sociedad respeta el derecho de las familias a cuidar y los derechos de la infancia?
La Convención Internacional sobre los Derechos del Niño dice en su artículo 3 que prevalece siempre el interés del menor. Si solamente tuviésemos en cuenta ese artículo, cambiaría todo, incluso las leyes de educación. En el artículo 31 se habla del derecho al ocio y al juego. Esto se nos ha olvidado. Seguimos viendo por las calles carteles de prohibido jugar. Hay un artículo 12 que habla del derecho a opinar sobre aquellos aspectos que les incumben, y tampoco los tenemos en cuenta, porque consideramos que no son ciudadanos. Decimos que los preparamos para ser los ciudadanos de mañana, pero son los ciudadanos de hoy.
¿Qué tendría que cambiar para construir una sociedad en la que estos derechos se vean respetados?
Lo primero que tendría que cambiar es la visión, mirar con ojos de niño, escuchar su opinión y cómo perciben el mundo. Lo segundo, como somos sus referentes, deberíamos cuidarnos mucho los adultos y saber que un niño es el gran tesoro de toda la comunidad y para educarlo hace falta toda la tribu. Nos ponen como ejemplo modelos educativos de los países nórdicos, que han considerado que la única materia prima o tesoro potencial que tienen es la infancia.
Se habla de las medidas de conciliación familiar, pero consisten en ampliar el horario escolar. ¿Perdona? Eso no es conciliación, es meter a los niños en situaciones de trabajo de 12 horas diarias. Hablamos de mejorar el sistema educativo y les ponemos pruebas externas. Está demostrado que en todos los países europeos los sistemas educativos gestionados con estándares y pruebas externas han fracasado. Nos metemos en un ranking competitivo de coles contra coles usando a los niños como moneda de cambio.
Ya que dices que el contexto actual no facilita la salud mental de nuestros hijos, ¿qué necesitarían las familias para educar en una sociedad más sana?
No culpabilizar a los padres y madres es una cosa que yo tengo muy clara. Las familias, excepto en casos extremos de maltrato, quieren a sus hijos. Otra cosa es que no saben hacerlo de otra manera. No hemos sido capaces los adultos de adaptarnos a la situación de cambio en la que vivimos. En los últimos 20 años la sociedad ha vivido una evolución como los 20 siglos anteriores, sobre todo por la tecnología. Necesitamos mucho más encuentro, más respeto, escucha, y sobre todo, necesitamos tener más tiempo para estar con nuestros hijos. Aquí es inevitable plantearnos cuánto tiempo dedicamos a la baja maternal y necesitamos mucho más tiempo. Los niños no pueden estar en una institución educativa 10 horas. Además, necesitan niños, de diferentes edades, porque se tienen que desarrollar entre iguales.