Lo que pierden quienes juegan
“Me levanto a las siete y media de la mañana, cansado, de mal humor, harto de todo, del trabajo, de la gente, de la vida, totalmente amargado. Porque ayer otra vez me acosté tarde, a las cuatro de la madrugada, después de jugarme hasta el último céntimo”. Es el testimonio de Luis, un hombre con ludopatía que decidió acercarse a la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados -FEJAR-.
Luis decidió gastarse todo la tarde del día anterior. Había cobrado y, aunque tenía que pagar 450 euros del piso e ingresar dinero en el banco para pagar las facturas, decidió ir a jugar. “Quizá mi suerte cambie hoy. Si consigo ganar 300 euros, puedo invitar a mi mujer el fin de semana a cenar”. Considera que tiene tiempo y lo intenta. “Empiezo a jugar y en ese momento me olvido de todo, de la hora que es, del tiempo que transcurre, de mi mujer, del banco, del alquiler, de todo lo que pasa a mi alrededor. Son las diez de la noche, ya me he gastado más de la mitad del sueldo; suena el teléfono y es mi mujer, lo dejo sonar y termino la jugada”. Aunque Luis recupera lo perdido más tarde decide volver a invertirlo. A perderlo. Dice que vuelve a llamar a su mujer para que se acueste. Cuando cierran el salón solo piensa en qué excusas y mentiras inventará, en cómo conseguirá el dinero para volver a jugar al día siguiente; en que al día siguiente, seguro, al fin cambiará su suerte.
La adicción al juego se llama ludopatía y es una “adicción sin sustancia”. La reconocen tanto la Organización Mundial de la Salud -OMS- como el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. La OMS la caracteriza por la “presencia de frecuentes y reiterados episodios de participación en juegos de apuestas, los cuales dominan la vida del o la enferma en perjuicio de sus valores y obligaciones sociales, laborales, materiales y familiares”. Se advierte también de que esta conducta persiste en el tiempo y puede incrementar a pesar de sus consecuencias sociales adversas.
Y pese a tener riesgo de adicción, los juegos de azar y las apuestas están presentes en el día a día de todas las personas, jugadoras o no. No es difícil encontrar alguna máquina para apostar en los bares; los espacios publicitarios incorporan cada vez más anuncios de juego online en televisión; equipos deportivos patrocinados; salones de juego en los barrios; carteles en las paradas de autobús. Cada día la sociedad está expuesta a invertir su dinero y su tiempo en estas prácticas.
La situación no está exenta de polémica. Las redes sociales son una de las vías de denuncia de cada vez más usuarios que critican que el juego es una droga más. Que la sociedad lo normaliza. Que el riesgo de adicción existe y es alto porque el juego es accesible a todo el mundo. De hecho, la Asociación para la Prevención y Ayuda al Ludópata estimó que el 36 % de personas que padecen ludopatía se enganchó siendo menor.
Ludopatía: el mal de 43.000 personas en Euskadi
La Ley 1/2016, de 7 de abril, de Atención Integral de Adicciones y Drogodependencias del País Vasco recoge los juegos de azar y las apuestas en su texto. Una ley cuyo “objetivo fundamental es la salud de todas las personas, desde una consideración multidisciplinar e integral de la materia”.
En todos los reglamentos que legislan el tema está presente el término “juego responsable”. Ese “juego responsable” a la que la publicidad en su letra pequeña apela es el “conjunto de medidas normativas e informativas, tendentes a mantener que la actividad de la persona jugadora se realiza de manera consciente, sin menoscabo de su voluntad y libre determinación, dentro de parámetros saludables”. Sin embargo, solamente ‘invitar’ a las personas jugadoras a tener esa actitud ha quedado en entredicho como medida de garantizar la responsabilidad del juego. Al menos, de las personas que ya padecen un problema. Igual que pocos creen que el mensaje “fumar mata” abstendrá a la persona fumadora de comprarse esa cajetilla.
Así lo piensa la psicóloga Ana Herrezuelo. Forma parte de la Asociación de Jugadores en Rehabilitación -ASAJER-, en Vitoria. ASAJER se constituyó en 1989 y Herrezuelo lleva prácticamente desde entonces trabajando en ella. En el tiempo, el juego ha ido adaptándose a la sociedad: “Inicialmente, para prácticamente la mayoría de las personas que nos consultaban, el juego problema eran las máquinas tragaperras. También un poco el bingo, pero la mayor parte eran las tragaperras”. Aunque explica que estas máquinas siguen siendo el problema de muchas personas, la psicóloga cuenta que han ido apareciendo otros juegos: “Internet ha tenido mucho que ver. Hablamos de apuestas deportivas, póker online…”.
También ha cambiado el perfil de la persona jugadora. Antes era más homogéneo, con una mayoría de “personas de edad que llevaban muchos años jugando a las tragaperras”. Ahora, según Herrezuelo, “los menores tienen cada vez más presencia en el campo de las apuestas”. Y es algo que ella ve en el día a día de la asociación que, además, tiene mucho que ver con la publicidad. Entre 30 % y el 40 % de las personas con problemas tiene menos de 30 años. En España, según varios estudios, entre un 1,6% y un 2,8% de los menores podrían ser potenciales jugadores patológicos.
Se estima que en Euskadi la ludopatía afecta a unas 43.000 personas. Personas como las que ASAJER atiende a diario. Menores, jóvenes, adultos y mayores, a quienes la adicción les lleva a perder su dinero, sus trabajos y sus relaciones personales. Para una persona con ludopatía, “el dinero es el principal refuerzo” afirma Herrezuelo. Sin embargo, no solo para obtener ganancias: “Una persona me lo explicó muy bien. Me dijo que prefería tener algún premio para poder seguir jugando. Que si de entrada perdía, invertiría menos tiempo”.
La psicóloga explica brevemente el desarrollo del problema: “Si uno gana, se lo cree, invierte más y llega un momento en el que empieza a perder. El que va desarrollando un problema no asume esa pérdida e intentar recuperar. Al final, el juego se termina convirtiendo en una necesidad”.
“Apuesta por tu equipo”
Las apuestas deportivas se han ligado a la afición por el deporte. Han sido, además, el gancho para que la industria del juego remontase tras la crisis. Las estadísticas de la Asociación de Ayuda a Ludópatas de Bizkaia Ekintza-Aluviz son claras: de enero de 2015 a enero de 2017, la asociación atendió a 388 personas, un 25% de ellas menores de 30 años, lo que supone un 10% más que entre 2013 y 2015. Su público y clave del éxito: los y las jóvenes. La normalización. La ampliación del público objetivo que hace que, para Herrezuelo, apostar esté “de moda”.
Tanto es así que su patrocinio lleva el nombre de algunas casas a equipos como Baskonia, Bilbao Basket u Osasuna. En los partidos, una voz y las pantallas invitan a los aficionados y aficionadas a apostar por su equipo. La publicidad del juego en una audiencia principalmente menor de edad está prohibida, pero la protección del menor se vulnera en este ámbito y en otros tantos: “El mayor atractivo para un chaval es que tu ídolo te oferte algo y lo haga desde el ‘qué maravilla es’. Se normaliza. Y si se aficiona a un equipo y se pone la camiseta, incluso va a llevar encima esa publicidad” afirma Herrezuelo.
Pero la publicidad es ya accesible a todo el mundo. Sobre todo la del juego online o las apuestas deportivas, ya que los salones de juego o los bingos están mucho más regulados. Para la psicóloga, la gente “está expuesta sin salir de casa. Tú pones la tele o enciendes el móvil y aparece en todos los sitios”. Los anuncios de este tipo, además, apelan a las emociones y la ludopatía es “una dependencia de tipo emocional”. Incluyen mensajes incitantes e incluso agresivos. Pocas personas no conocerán ese que dice “juega, juega juega. Apuesta, apuesta, apuesta”.
Rehabilitación expuesta
¿Qué pasaría si una persona adicta a la cocaína en rehabilitación viera constantemente anuncios donde aparece gente colocándose? En casi todas las cadenas, todos los días. Donde además aparece un personaje famoso que le dice ‘consume, consume, consume’. Entre las personas con ludopatía que sí se exponen a esta publicidad hay diferentes opiniones aunque, según varias le han dicho a Herrezuelo, “desde luego, no les gusta y les da mucha rabia”.
Depende de la fase en que esa persona se encuentre. “Les genera una gran dificultad para dejar el juego” cuenta la psicóloga de ASAJER. “Igual no te estás acordando y eso te hace conectar, no solo ya con el hecho de jugar sino con el dolor y sufrimiento que jugar te genera”. Para la persona que está más avanzada y lo tiene muy claro, “es un refuerzo más que sirve para decir ‘menos mal que me he quitado de esta mierda’”. Sin embargo, para el que se inicia, puede impactar más: “Es un tema que está muy poco estudiado, porque en la publicidad entran desde los mensajes, hasta los personajes públicos que aparecen…” reflexiona Herrezuelo.
El juego responsable: la letra pequeña
Como cualquier contrato, la publicidad también tiene letra pequeña; esa que invita al juego responsable -que, para la psicóloga, no es más que un trámite legal de las empresas-. Le preocupa, porque no es suficientemente visible: “Creo que más bien al contrario. Si nos fijamos en la información que nos llega sobre el juego, siempre nos enseñan la parte dulce. Nos vamos a encontrar con la posibilidad de que hacernos millonarios, o con que vamos a conseguir una serie de cosas que nos van a hacer la vida más fácil”.
El extremo de la normalización está muy bien ejemplificado en los anuncios de lotería, que no todo el mundo relacionaría con el juego y las apuestas. Spots emocionales que incluyen valores como el compartir, unos décimos que unen familias y amigos y los medios de comunicación mostrando el champán derramado cuando toca ‘el gordo’. “La gente tiene verdaderos problemas para no comprar lotería. Todo eso que nos han ido metiendo de compartir… Se meten otros valores y hay mucha presión social. Y la típica frase: ¿y si no cojo y toca? Esa frase la tenemos súper interiorizada” denuncia Herrezuelo.
De hecho, hace años ASAJER salía a la calle a preguntar. La gente se ofendía y negaba que jugase de algún modo. “Luego les preguntabas si compraban lotería y te decían que sí. Reconocer que uno juega cuesta y además la gente asocia el juego con tener problemas. Y se puede jugar y no tener problemas [se trataría de los ‘jugadores sociales’, que constituyen, según estudios, más del 80% de la población]. Hay una parte de negación” explica la psicóloga.
Otra tendencia que critica la psicóloga son los microcréditos. Critica, además, que cierto personaje público aparezca en televisión anunciando el juego online y a continuación los microcréditos. “Están haciendo mucho daño” cuenta desde la experiencia profesional: “Como las cantidades son menores y el banco igual no les da un préstamo, llega un momento en que se pueden juntar con 15 créditos rápidos. Y los intereses son de impresión. Algunos no tienen ni años suficientes para hacer frente a las deudas que generan, que se hacen además en muy poco tiempo”.
Aunque para Herrezuelo “se hace poco”, se están dando pasos. En Euskadi se creará el Observatorio Vasco del Juego para detectar conductas adictivas, que hará encuestas y estudios para conocer el perfil de los jugadores, el impacto social de esta práctica y el efecto de las políticas públicas. Para promover prácticas responsables, ASAJER colabora con el Gobierno vasco con actividades y materiales.
El decreto para la creación del Observatorio se aprobó en octubre a instancias del Departamento de Seguridad, con el objetivo de sumarse a la lucha contra las conductas adictivas que han crecido en los últimos años. Mientras tanto, personas jugadoras, no jugadoras, con ludopatía, jóvenes, menores o ancianas, siguen expuestas al juego en televisión. En las máquinas de los bares. En los partidos de su equipo o en los carteles de las paradas de autobús.