Es sencillo falsificar certificados de calidad de las empresas chinas, pero también lo es descubrirlo
“En las empresas chinas están muy extendidos los certificados de calidad ISO 9001 falsos y los procesos de certificación de las organizaciones auditoras carecen de credibilidad”. Es una de las conclusiones de una investigación cualitativa realizada por el grupo de investigación liderado por el catedrático de Organización de Empresas en la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad del País Vasco (UPV) Iñaki Heras Saizarbitoria, en colaboración con la Universidad Laval de Quebec.
La norma ISO 9001 se compone de una serie de requisitos sobre calidad o gestión de calidad elaborada por la Organización Internacional para la Estandarización (ISO). El certificado ISO 9001 garantiza la vigencia de los procedimientos para cumplir con las especificaciones establecidas por los clientes. Para que una empresa consiga el certificado ISO 9001, debe ser auditada por una tercera: suelen ser organizaciones auditoras independientes, ajenas a la empresa, las que certifican que una compañía cumple con el estándar de referencia. Y estas auditorías, por su parte, deben ser certificadas por una Entidad Nacional de Acreditación (en España, la ENAC).
El grupo de investigación liderado por Iñaki Heras Saizarbitoria, catedrático de Organización de Empresas de la UPV/EHU, lleva muchos años estudiando el fenómeno de los certificados ISO de calidad y de medio ambiente. “Al trabajar con empresas nacionales tuvimos conocimiento de que muchas veces han detectado que productos o componentes importados de China no cumplen correctamente con las especificaciones”, explica Heras.
En colaboración con Olivier Boiral, investigador de la Universidad Laval de Quebec, su equipo se entrevistó en profundidad con 40 personas que trabajan en empresas chinas —personal con amplia experiencia y cargos de alto nivel en calidad, asesoría y auditoría, entre otras—. Aunque posteriormente han contactado con un número mayor de profesionales, tras haber dado a conocer su estudio en diferentes congresos.
Las conclusiones que se extraen de esas conversaciones “muestran una situación preocupante”. “Es cierto”, añade, “que muchas empresas chinas implementan y cumplen debidamente el certificado, pero hay otro gran número de casos en los que se falsifica ese certificado de una forma u otra. La fiabilidad de los certificados chinos es muy baja”. Existen cuatro formas de falsificar el certificado: “crear un certificado directamente en Photoshop; conseguir el certificado oficial haciendo trampa (manifestar que se hacen las cosas de una determinada manera, que no es la real; hacerlas solamente de cara a la auditoría externa); pagar por el certificado oficial, sin implementar ningún tipo de sistema; y obtener el certificado de una entidad de certificación que carece de la acreditación pertinente, y sin implementar, en este caso tampoco, ningún sistema.
Sugerencias
Entre otras recomendaciones para descubrir estos fraudes, el grupo de investigación sugiere a los entes públicos que aumente la transparencia. “Se debe exigir a las entidades certificadoras que tengan sus bases de datos actualizadas en sus webs, que muestren el listado de empresas chinas certificadas. A pesar de que eso es un requisito, no lo cumplen. Para eso hace falta voluntad política, pero en este terreno se conjugan muchos intereses, tanto en China como en las organizaciones mundiales”.
En cuanto a las empresas, recomiendan “no fiarse de este tipo de certificados provenientes de China. Los problemas pueden ser muy graves en el caso de que algún elemento que la empresa utilice en alguno de sus productos no cumpla con las especificaciones debidas”.
Desde el punto de vista de los investigadores, el problema está bastante generalizado, si bien es verdad que en algunos países es especialmente grave, como en China o Pakistán, por ejemplo. Pero en otra serie de países, como Rusia o Estados Unidos, también se han descubierto casos. En cuanto a la Unión Europea, la regulación es mayor porque ha habido numerosas denuncias y problemas, “pero varía mucho la situación de un país europeo a otro”.
Así, cada entidad nacional es un mundo y cada una establece sus límites y obligaciones. “A fin de cuentas, la estandarización es una herramienta de regulación muy paradójica, que está tomando fuerza en esta época de globalización y liberalización”, recalca Heras.