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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Disfrutar de la naturaleza con respeto y responsabilidad

Reforestación en la reserva de la biosfera de Urdaibai

Julen Rekondo

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Estamos en plena primavera, y una buena parte de la población urbana de Euskadi tiene costumbre de acudir al medio rural y natural los fines de semana. Allí realizan distintas actividades: senderismo, montañismo, escalada, pasear, recreo con barbacoas, actividades acuáticas y playeras, etc.

En general, se acude a zonas muy concretas cerca de la ciudad, a los espacios naturales, a zonas costeras o a zonas recreativas en montes públicos, concentrándose en poco espacio muchas personas con sus equipamientos de fin de semana.

Sin embargo, tenemos que ser conscientes que nuestra forma de actuar en el campo, en el monte... es muy importante. Un uso inadecuado de estos lugares puede provocar notables impactos en el suelo, en la flora y la fauna. Los parajes sobrecargados de visitantes sufren de una degradación importante del paisaje, por el aplastamiento de la vegetación, pisoteo y destrucción del suelo, ahuyentamiento de la fauna, y otras acciones por el estilo. Si a esto se añade la extraña costumbre de arrojar basuras, no es de extrañar que muchos lugares estén tan degradados que casi no sirven para su fin original: el descanso y el contacto con la naturaleza.

La presencia de basuras se ha convertido en muchos casos en algo consustancial a nuestros campos y, salvo en lugares que por su valor ecológico se han declarado como espacios protegidos y disponen de una cierta vigilancia, ningún espacio próximo a un merendero, a un río o un embalse, se libra del rastro sucio de la civilización.

Muchas veces se piensa que determinados residuos arrojados en el campo se degradan sin mayores problemas. Nada más lejos de la realidad. Un papel clínex puede tardar tres o cuatro meses en degradarse, los restos de comida no terminarán de pudrirlos los microorganismos del suelo antes de ocho meses, un cigarrillo con filtro requerirá de 1 a 2 años, y un papel de periódico -mucho más resistente que los papeles higiénicos-, unos cinco años, más o menos los mismos que un chicle. Pero lo peor son los envases, que supone el 40% de los residuos que se acumulan en los espacios naturales. Hechos para durar y con el peso mínimo para que facilite el transporte del contenido, los envases son el resultado de complejos procesos químicos que nada tienen que ver con los materiales que se encuentran en la Naturaleza. En su inmensa mayoría, los envases no tienen insectos, hongos o bacterias que los degraden y es la erosión y los agentes químicos naturales quienes harán el trabajo de retirarlos de la vista. Un bote de hojalata, no se degrada antes de una década; un tetra brik (compuesto de cartón, plástico y aluminio) resiste a la erosión varias décadas; los envases de plásticos, dependiendo de la especificidad de cada uno pueden durar de 100 a 1.000 años -una botella de agua de PET (tereftalato de polietileno), entre 400 y 500 años; un vidrio, entre 3.000 y 4.000 años.

Otro objeto insignificante para nuestra vida, pero enormemente dañino para la naturaleza son las anillas de plástico que sujetan las latas de refresco. Miles y miles de estos envases se tiran cada año de forma incontrolada en nuestra comunidad, de modo que los aros estrangulan a multitud de pequeños mamíferos y aves que introducen la cabeza en ellos para jugar y ya no pueden sacarla.

Finalmente, el acumulo de desperdicios degrada también el paisaje. Asimismo, otra acción del ser humano que provoca un fuerte impacto en la vegetación y la flora, es el corte de leñas para hacer fuego, corte que generalmente se produce sobre cualquier vegetal y en cualquier estado, hecho que favorece en muchos casos la implantación de parásitos en las heridas abiertas al árbol. Cuando existen plagas en bosques próximos el riesgo se incrementa considerablemente.

Pero no siempre hay cosas negativas. Así, cada vez más, debido a las campañas institucionales y de ciertos grupos u organismos como los clubs de montaña y asociaciones medioambientalistas, hay una mayor sensibilización en la materia. En este sentido, es preciso resaltar la iniciativa de acción ciudadana Zero Plastiko Urdaibai, que va a consistir en una jornada de limpieza y recogida de plásticos y otros residuos en el litoral de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, liderada por el club de submarinismo de Bermeo Izaro Sub, la Diputación Foral de Bizkaia y el Departamento de Medio Ambiente, Planificación Territorial y Vivienda del Gobierno Vasco. La cita será el próximo 8 de junio, a partir de las 9:00 de la mañana, y para participar es necesario apuntarse en la web de la campaña.

La iniciativa busca implicar a 2.500 personas voluntarias y a más de 300 submarinistas y embarcaciones, con el objetivo de limpiar de basura la Reserva de la Biosfera de Urdaibai y de concienciar sobre el problema de los plásticos en los océanos y mares.

La inundación de plásticos en mares y océanos es uno de los principales impactos ambientales del planeta, según los diversos informes científicos publicados recientemente. De no adoptarse medidas que lo impidan, se producirán grandes riesgos de degradación de los ecosistemas marinos y, por ende, de la biodiversidad marina.

El impacto de las basuras plásticas en la fauna es evidente. Es frecuente encontrar miles y miles de animales que han quedado enganchados con redes o cuerdas, y estrangulados en sus extremidades y sufriendo falta de riego sanguíneo, provocando su muerte.

Pero los seres humanos al estar en la cúspide de la pirámide trófica, no estamos exentos de peligro, a través de diversas vías, como la ingestión de pescado, o a través del aire, ya que los interiores de nuestras viviendas y lugares de trabajos están llenos de materiales plásticos.

Por todo ello, y en primer lugar, es necesario actuar con el sentido común, evitando, por ejemplo, los fuegos, salvo en los lugares permitidos; el destrozo de la vegetación, no arrancando, talando o serrando ramas ni árboles para construir refugios o en general esas simpáticas cabañas. Además, esas prácticas están penadas por la ley.

Con respecto a la basura, hay que poner en marcha nuestro propio programa de vertido cero. Los desperdicios, pulcramente recogidos en bolsas, deben ser depositados en el contenedor más próximo o, si no lo hay, llevarse la basura a casa, dejando el lugar de forma que parezca que allí no ha estado nadie.

Por otra parte, hay que procurar no molestar a los animales que encuentres, tanto salvajes como domésticos. Si llevas perro, tenlo bien enseñado o amárralo para que no los asuste. En la medida de lo posible, hay que evitar salirse de los caminos o senderos y meterse en los lugares más sensibles desde el punto de vista de la fauna, bosques, sobre todo, porque se puede molestar a muchos animales.

Finalmente, conviene informarse previamente del lugar o paraje natural a donde se va el domingo o el fin de semana, los caminos más cercanos para andar, bosques, ríos, parques... Escuchar a los habitantes de esas zonas, a los baserritarras, conocer sus recursos y su forma de vida, y valorar por lo general lo mucho que hacen por la conservación de la naturaleza.

*Julen Rekondo es experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente

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