Más feminismo, más futuro
Decía Bertolt Brecht que de la ignorancia política, del analfabeto político, nace el menor abandonado, el asaltante y el peor de los bandidos, que es el político corrupto y el lacayo de las empresas multinacionales. Un día después de vivir una de las fechas más significativas del panorama social y político contemporáneo, este 8 de marzo de 2018, podemos afirmar sin dudas que de la ignorancia política nace la desigualdad, la brecha salarial, los techos de cristal, el acoso sexual y por supuesto, la falta de medios para combatir todos ellos.
El feminismo no es solamente una cuestión de justicia hacia las mujeres, sino una manera de pensar cómo queremos vivir todos, cómo construir una sociedad más sostenible y con más futuro por delante. Tratar la discriminación salarial, la brecha de las pensiones o la desatención de nuestros mayores y dependientes como un acontecimiento natural en el que “no hay que meterse” es, simplemente, dejar de invertir en el mañana e hipotecar el futuro de nuestra sociedad. Decían algunas portavoces de Ciudadanos que este 8 de marzo “escondía cuestiones ideológicas” y que ellas, que son feministas pero no comunistas, no iban a ir a la huelga por eso. Nosotras, ante todo, damos la bienvenida al feminismo a todas las mujeres que hace años lo denostaban o ponían en duda la gravedad penal de la violencia machista. Nada tiene más sentido que el hecho de que las mujeres, todas las mujeres, vengan de donde vengan, se sumen a defender sus derechos, porque el feminismo es inclusivo, cómplice y transversal. Pero les recordamos a esas mujeres políticas que siguen yendo varios pasos por detrás, que lo que este 8 de marzo pedimos millones de mujeres, parando durante el día y desbordando las calles de las ciudades horas después, no es ideología, es sentido común, es democracia, pero sobre todo, es futuro.
Para sumarse al feminismo y al futuro hay que defender que la atención y cuidado de nuestras personas enfermas, nuestros mayores y nuestros dependientes no acabe descansando, en última instancia, en nosotras las mujeres. Es decir, los servicios públicos necesitan menos recortes y más inversión presupuestaria. De no ser así, mientras se siga dejando a las personas a su suerte, seremos nosotras quienes, renunciando a nuestras carreras, cuidemos de otros en la invisibilidad del hogar y perdiendo por el camino nuestra independencia económica y nuestros derechos.
Sumarse al feminismo pasa también por que las escuelas infantiles sean accesibles para todas las familias. Porque mientras su precio sea tan elevado que a las mujeres nos salen las cuentas recortando nuestra jornada laboral o dejando de trabajar, estaremos obligando a muchas a elegir entre carrera profesional o maternidad. El feminismo, que quiere que cuidar y trabajar sea compatible para todos y todas, es una apuesta de futuro absolutamente necesaria en una sociedad con un envejecimiento de la población cada vez mayor.
Sumarse al feminismo es defender que haya permisos iguales e intransferibles, porque si hombres y mujeres no cuidamos en igualdad no accederemos al empleo en igualdad. Tienen que ser intransferibles, como son intransferibles las vacaciones, porque sabemos lo que ocurre si no lo son: las mujeres, que ya tienen menores perspectivas de promoción profesional por ser madres, son quienes los acumulan y de ese modo, se refuerzan sus desventajas, su discriminación y su desigualdad salarial. Mientras a las mujeres se nos siga preguntando en una entrevista de trabajo si pensamos tener hijos, seguiremos cavando la brecha salarial. ¿Tiene futuro un país en el que la maternidad está penalizada y ser madre soltera conlleva un alto riesgo de pobreza?
Este 8 de marzo una marea feminista ha pedido parar. Que pare el abuso sexual de quienes nos han acosado durante años amparados en la impunidad, que paren las violencias machistas que sufrimos todos los días dentro y fuera del hogar y que paren las ruedas de la lógica cortoplacista, de las políticas que venden nuestros servicios públicos a precio de saldo y esquilman nuestros recursos del mañana. Necesitamos más política y menos ignorancia política. Y ya hemos visto a dónde nos conducen las políticas de destrucción de nuestros servicios públicos, de privatización de la sanidad, de desmantelamiento programado de la educación y de precarización laboral. Las recetas del Partido Popular, pensadas para el corto plazo y los beneficios de algunos, no ofrecen ningún futuro para nuestro país, y los miles de pensionistas en las calles demuestran hasta qué punto esas políticas son migajas para hoy y hambre para mañana. Lo que quiere el feminismo es parar, pensar qué país queremos y construir futuro. La pregunta es si las mujeres de Ciudadanos, ahora que quieren sumarse al feminismo, querrán sumarse, junto a nosotras, al futuro.
El jueves llenamos las calles de reivindicaciones y denuncias de todo aquello que queremos parar, pero también inundamos las ciudades de celebración y alegría. Porque España fue una referencia mundial y lideró la defensa de la igualdad. Y porque a partir de ahora ya nadie puede dudar de que nuestro país no cabe en los corsés viejos y estrechos de esa idea de España de quienes nos han gobernado durante años. Hay un pueblo que quiere igualdad y el futuro de nuestro país, el de todas y todos, pasa por el feminismo.