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Granjas de personas, reservorios de vientres

Francisco Javier Álvarez García

Catedrático de Derecho Penal en la Universidad Carlos III —

No le voy a unir calificativos, pero la última propuesta del Partido Popular, y más allá de contiendas electorales, ha recorrido como un escalofrío nuestros cuerpos: ofrecer a las mujeres emigrantes sin papeles, y que estén en condiciones de tener crías, nuestra benevolencia para que permanezcan un tiempo en España, a cambio de quitarles sus criaturas para darlas en adopción a parejas españolas que hayan fracasado en sus expectativas natalicias.

Hace ya algunos años, durante las últimas guerras balcánicas, en Kosovo, a algunos prisioneros que gozaban de ciertas condiciones de salud se les internó en granjas en magníficas condiciones, se les dio de comer lo mejor de lo que era posible disponer, se les proporcionó un trato cuidadosísimo… y así cuando hacía falta un riñón, un hígado o cualquiera otro órgano, se les extraía. De este modo los auténticos kosovares podían superar los problemas de salud que les acuciara. Esos prisioneros, eran, en realidad, un reservorio para “trasplantes frescos”.

Ahora el Partido Popular ha decidido hacer, también, un reservorio pero de vientres frescos: mujeres emigrantes, sin papeles, sin futuro y muchas veces con un pasado meramente cronológico, que llegan a nuestro país en busca ya no de un porvenir mejor sino simplemente de un porvenir, serán administradas por órganos adecuados de nuestra Administración para que hagan de reproductoras (no sabemos si previamente ayuntadas con quien disponga nuestra Administración Pública, para que así tengan sus hijos la suerte de compartir genes con los habitantes de la Península Ibérica, aspecto éste que siempre ha preocupado extraordinariamente a la derecha, especialmente la nacionalista), y cuando llegue el momento del parto (no sabemos si se les permitirán embarazos de nueves meses o se abreviarán los plazos para obtener una mayor rentabilidad en la  reproducción, y menor presencia de extranjeras pobres en el suelo patrio) se les arrancará el “producto de la concepción” que será entregado a matrimonios ansiosos, quienes estarán haciendo cola a la puerta de las granjas reproductoras.

A cambio de prestarse a ser tratadas como lo hacemos actualmente con los animales domesticados, esas mujeres jóvenes comerán bien durante la gestación, tendrán cuidados médicos proporcionados por el Doctor Mengele, y nada habrán de temer durante ese período de la policía de extranjería, y luego, cuando hayan parido –nada se dice en la propuesta del PP sobre la posibilidad de enlazar embarazos o la de utilizarlas en maternidad subrogada- se les mandará de vuelta a sus países, a su tribu, a donde llegarán sin sus hijos y sin su futuro buscado.

España fue el último país europeo (y uno de los últimos del mundo) en abolir la esclavitud, y ahora el Partido Popular quiere que sea el primero en utilizar a las mujeres como bestias. Ante esta propuesta cada cual debe saber muy bien dónde debe poner sus líneas rojas.