Keith Richards, el apóstol del riff
Si Keith Richards no existiera habría que derogar el Rock and Roll del planeta por ley.
Mientras él viva, los que nos dedicamos a esto estamos todos protegidos.
Él es el alma, no solo de su grupo, sino de todos los que profesan la religión creada por Chuck Berry.
Es el gurú, el mesías demoníaco, la majestad satánica que nos mantiene conectados y nos otorga “Licencia para Tocar”.
Un rasgueo suyo en su guitarra vale más que mil notas a toda velocidad de todos los guitarristas del mundo empeñados en demostrar no sé qué.
Yo no festejo la navidad.
El nacimiento del carpintero de Jerusalén no ha influido mucho en mi vida que digamos.
Yo festejo el nacimiento de este apóstol del riff.
Así que hoy que nuestro líder espiritual cumple años organizamos cena con regalos que colocamos, no en un pino, sino bajo una planta de unas hierbas alucinógenas, y luego de pegarnos un 'Beggar's Banquet' nos entregamos a ritos paganos al son de 'Simpathy for the Devil' rezando a nuestro señor 'Jumpin' Jack Flash' porque Keith nunca nos falte y goce de una vida eterna.
Si algún día él nos faltara (cosa que espero que nunca suceda) todos los rockeros del mundo nos quedaríamos huérfanos.