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Madrid o Ayuso

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. EFE/Kiko Huesca/Archivo

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La Comunidad de Madrid ha sido uno de los epicentros de la pandemia de la COVID-19 y sin embargo a día de hoy seguimos preguntándonos qué medidas ha tomado el Gobierno de Ayuso para afrontar el mayor reto sanitario y social de la historia reciente.

En un momento en el que se hace vital la necesidad de instituciones solventes, la necesidad de políticas al servicio de la comunidad y la confianza en la gobernanza del bien común -que hoy se presenta en su derivada más sensible y humana, la salud colectiva, el miedo a enfermar o morir y el miedo a perderlo todo-, nos encontramos con un vacío de Gobierno que nos asfixia en la incertidumbre y nos confía a nuestra propia suerte. Una suerte individual que si bien siempre estuvo vinculada a la suerte colectiva, ahora depende de ella para sobrevivir. Y una suerte colectiva que depende de la política y de un Gobierno regional que se haga cargo de sus competencias y responsabilidades para ponerlas al servicio de su ciudadanía en lugar de, una vez más, usarlas para sus intereses partidistas e ideológicos.

Por qué el Gobierno liberal del PP y Ciudadanos no contrata los rastreadores necesarios, por qué no refuerza la Atención Primaria, por qué no garantiza los recursos para la Salud Pública. Por qué el Gobierno de Ayuso no tiene planes para una vuelta segura a los colegios, institutos y universidades. Por qué la Consejería de Sanidad no ejerce sus funciones y la de Políticas Sociales no se hace cargo ni de las familias vulnerables ni de las personas mayores en las residencias.

Por qué Madrid no deja de ser el Madrid de los pelotazos urbanísticos, de los contratos abusivos e irregulares, de las privatizaciones obscenas, de la opacidad y del sálvese quien pueda, ni siquiera en una pandemia donde nos lo jugamos todo a la carta del gobierno de lo común.

Por qué cuando más lo necesitamos, el Gobierno “más liberal” de Madrid ni comparece ni interviene. ¿Por qué?

A lo largo de estos meses, he intentado dar respuesta a esta pregunta entre la incomprensión y la rabia, entre la frustración por la inacción y la falta de ética de quienes nos gobiernan y el contraste con la admiración y humildad de quienes nos han cuidado en un mar de respiradores, neumonías, dolor y vocación de servicio público. Y las respuestas que me afloraban han ido mutando desde la indolencia, la incompetencia y la incapacidad de un Gobierno inane, hasta concluir la peor de las respuestas, la más negligente:

El Gobierno de las derechas en Madrid no va a hacer nada contrario a su ideología liberal aunque nos cueste la vida. Cualquier forma de gobierno, cualquier muestra de competencia o eficacia de las políticas públicas representa al Estado, y el Estado para un liberal de pura cepa, no debe intervenir ni siquiera en una pandemia. Solo el mercado marca los designios de los individuos aunque el empirismo, la realidad y las cifras de contagiados y fallecidos digan lo contrario. Individualismo metodológico, pseudociencia política y decisiones tomadas por el subjetivismo liberal antes que por el interés colectivo.

Antes morir o dejarnos morir que demostrar la capacidad y el poder del Estado, de las instituciones y del gobierno de lo común como único garante para salvaguardar no solo la vida sino también la economía. Antes morir o dejarnos morir bajo su inacción que dejar morir su ideología a manos de la acción de su propio gobierno siguiendo la evidencia de expertos y científicos de todo el mundo..

¿Poner rastreadores que demuestren que la intervención del Estado y del Gobierno pueden prevenir y controlar una epidemia? ¿Potenciar la Atención Primaria para que se traduzca en un fortalecimiento de la Sanidad Pública frente al mercado lucrativo de la enfermedad? ¿Reforzar la Educación Pública contratando más profesores y disminuyendo las ratios para enfrentar la segregación escolar que discrimina entre quienes “se lo merecen” y quienes no? ¿Dejar en manos de la administración el especulativo mercado del cuidado de las personas mayores que riega los fondos buitre?

El Gobierno de Ayuso y Aguado tenía que elegir entre hacer su trabajo y cuidar de la salud de los madrileños o corromper las instituciones y hacer de testaferros de las empresas privadas. Han elegido lo segundo porque están ahí para maniatar las instituciones mientras enriquecen los beneficios privados. Y eso choca frontalmente con proteger la salud pública y la decencia institucional. No son ni incompetentes ni indolentes ni tampoco han perdido el juicio: solo son fanáticos del liberalismo salvaje, antisistema de cualquier sistema que dé cobijo y protección social. La fábula de la rana y el escorpión en su versión más trágica; porque está en su naturaleza demostrar que ninguna institución debe intervenir ni siquiera para salvarnos, aunque nos cueste la vida.

La experiencia del virus como resorte que socializa la vulnerabilidad ante la muerte y la experiencia de la acción del Estado, de las instituciones públicas y de la Sanidad Pública como único garante de la vida, resultan una combinación inasumible y letal para el fanatismo liberal. Si “la sociedad no existe”, como dijo Thatcher, los gobiernos responsables y representativos de esa sociedad, a la que cuidan y dan respuesta, tampoco. Toda responsabilidad externalizada al individuo y toda acción de gobierno pasada por el tamiz del negocio lucrativo. La mano invisible que no gobierna para el común pero que mece la cuna del dinero de todos para lucro de unos pocos interviniendo impúdicamente en un mercado supuestamente intocable. La mano invisible que desde el mismo gobierno que maniatan, se muestra flácida e indolente con sus principales competencias, la sanidad, la educación, las políticas sociales o la justicia social, pero que es firme y precisa como la mano de un cirujano para adjudicar contratos obscenos y abusivos a terceros que externalicen esas mismas competencias para cuyo gobierno fueron elegidos. Una vez externalizada la decencia, el resto es solo intervencionismo sectario y desleal que pagamos entre todos mientras ingresamos en la UCI, perdemos el trabajo o caemos en la exclusión social.

Las derechas de la Comunidad de Madrid gobiernan nuestra suerte, nuestra salud y nuestro futuro con la misma convicción con que un ateo oficiaría una misa. El legado de nuestros abuelos y abuelas, padres y madres en forma de derechos colectivos servidos en la bandeja de un gobierno desleal para banquete de su ideología caduca y retrógrada. Qué mejor manera de autocumplir su profecía que gobernar para demostrar el desgobierno e imponer lo contrario que la pandemia ha venido a evidenciar: que nadie está a salvo si no estamos todos a salvo y que el miedo y la vulnerabilidad individual solo se atajan con medidas colectivas y gobiernos responsables.

Ni una sola receta liberal nos salvará de esta crisis, ni una sola receta liberal nos salvará de ninguna crisis a no ser que de lo que se trate, es de salvar al propio liberalismo. Aunque nos cueste la vida.

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