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La mejor vacuna contra el racismo

El secretario general de Vox, Santiago Abascal

Chakir El Homrani

Conseller de Trabajo, Asuntos sociales y Familia de la Generalitat de Catalunya —

Después de los resultados de las elecciones andaluzas constatamos una dura realidad: el incremento en los últimos años de votos a fuerzas xenófobas y reaccionarias en toda Europa también se ha manifestado en el Estado español. Salvini abandera un discurso contra las minorías, y desmonta todos los servicios de acogida para dejar a las personas pobres en situación de mayor vulnerabilidad y realimentar sus tesis racistas. Marine Le Pen repite sin parar “primero los franceses”, es decir, pone en primer lugar una parte de los franceses en detrimento de otros. Y, al mismo tiempo, la Agenda Europea de Migración está obsesivamente centrada en la frontera, tema importante, pero se olvida de los 80 millones de europeos con origen personal o familiar en la inmigración y de los 500 millones que queremos vivir juntos. Vox cohesiona un “nosotros” excluyente contra el soberanismo, contra otras identidades nacionales, contra las libertades y contra la inmigración.

De la experiencia europea, de lo que ha funcionado y sobretodo de lo que no, podemos aprender muchas cosas. No queremos repetir modelos que han desconfiado de la diferencia, que han menospreciado la aportación y la personalidad de los que llegan, ni tampoco aquellos otros que fijan las personas en el estereotipo de la diferencia, donde las personas de diversos orígenes culturales viven de espaldas entre ellas.

Catalunya ha de promover la inteculturalidad. La perspectiva intercultural funciona des de la lógica de la igualdad de derechos y deberes, y promueve la participación y la interacción positiva entre individuos, pero también entre colectivos diferenciados. El enfoque intercultural se sustenta en cuatro principios: igualdad, relación, reconocimiento y pertenencia. En primer lugar, se requiere que todos tengamos los mismos derechos fundamentales. En segundo lugar, y como condición necesaria para que nos sintamos miembros de una misma sociedad, de una misma ciudadanía, se requiere conocer y reconocer la diversidad, y participar, encontrarnos todos en todos los espacios públicos y privados.

Cuesta mucho diferenciar los 20 puntos clave del programa de Vox de muchas de las propuestas que hacen algunos populistas del mundo como Salvini o Trump, que tratan a los inmigrantes como un problema, como personas a excluir; que tienen la necesidad de levantar muros para evitar que vengan; que los consideran elementos tóxicos, y que defienden que, si se deben tolerar, ha de ser con cuentagotas. Se han dicho muchas cosas a primera vista de los resultados de Vox en Andalucía, pero una mirada a fondo, por barrios y secciones censales, nos muestra que el votante de este partido no convive con las personas inmigradas. Vox no penetra en los barrios donde gente de diferentes orígenes conviven e interaccionan positivamente. La xenofobia, el racismo y el odio al diferente no cuaja en los barrios donde hay un buen espacio público, donde todos participan, donde existen proyectos comunes, donde persones de orígenes diferentes se reconocen entre sí. Solo quien no convive con personas inmigradas, de forma que la interacción sea clave, puede compartir la visión de Vox.

Esta lógica es amplia. Los modelos que segregan barrios por origen, que generan vivir unos a espaldas de los otros, donde la diversidad es desigualdad, llevan a altos niveles de xenofobia. En Catalunya queremos trabajar desde la interculturalidad. Por eso el 2019 invitaremos a todos los actores y sectores sociales a escribir juntos nuestros compromisos para ser una sociedad convivencial. Preguntémonos qué estamos haciendo para evitar la desigualdad por razón de origen, pertinencia étnica o cultural en nuestro ámbito. Preguntémonoslo y adoptemos compromisos concretos, tangibles, para llevarlos a la práctica en igualdad, relación, reconocimiento, sentido de pertinencia y plena ciudadanía.

Lo haremos conscientes de que Europa, ahora mismo, se encuentra en una encrucijada donde puede optar por experiencias de sociedades segregadoras, discriminadoras, o por experiencias donde los derechos de ciudadanía pasen a ser de todos.

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