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No tenemos alcalde

EFE/ Miguel Osés

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Para que la democracia representativa funcione hay que seguir unas reglas. Las cosas son así, aunque le pese a más de uno. Si los ladrillos no están bien colocados, si el muro maestro no se aposenta y refuerza, el edificio caerá. Vivir al son de la ranchera de José Alfredo “Yo soy el rey” no parece nada aconsejable más allá de un momento de exaltación ideológica.

Los que nos dedicamos a la política, los que lo hacemos con la credencial de la elección directa por parte de los ciudadanos, deberíamos tener muy claro que estamos donde estamos para construir una sociedad mejor dentro de nuestro marco competencial. Yo me dedico a la ciudad de Madrid porque es mi única misión. Esta ciudad necesita un proyecto. ¿Qué pensarían los votantes si utilizara mi tiempo, un tiempo pagado con el dinero de todos, a pontificar sobre las bondades del modelo progresista a la hora de proteger a los atunes del Cantábrico?

Hace poco, una doctora en filología clásica me explicó que el “conócete a ti mismo” no era una invitación a la introspección reflexiva sino una advertencia: no te equivoques y ten claro el lugar que ocupas en el mundo. No caigas en la soberbia y la arrogancia hasta desfigurar la esencia personal.

Pues eso, ¿qué demonios están haciendo muchos en el Ayuntamiento de Madrid? No tenemos alcalde. Hemos pasado de un relaciones públicas de Génova a un corista de la clac de Ayuso. Esta ciudad no le interesa al PP, la han dejado a su suerte. No gestionan, no proponen, no escuchan. Entorpecen investigaciones, ignoran buenas ideas, trapichean con los suyos. ¿Y Ciudadanos? En lugar de trabajar desde y para lo local, utilizan Madrid para llamar la atención nacional enrocándose en medidas como las de la sobreprotección del sector hostelero. Medidas que están destrozando, sí, destrozando, la convivencia en muchísimas calles. ¿Y Vox? Imagínese. ¿Y Ahora Madrid? Convertir la ciudad en un campo de batalla en el que sus egos se enfrentan a cuchillo. Vinieron a cambiarlo todo y cambiaron poco. Cuesta creer a quienes son incapaces de mantener cierto orden entre sus propias filas. Los proyectos son más importantes que las personas salvo en esta autodenominada nueva izquierda y en la película Amanece que no es poco, donde el alcalde era necesario y los demás, contingentes.

¿Y el PSOE? ¡Ah, mi partido! Hemos estado demasiado tiempo sin ser capaces de demostrarles a los madrileños que somos una buena alternativa para volver a gobernar. Dejamos de hablar el leguaje de las mayorías en esta ciudad. Los ciudadanos nos han ido abandonando como opción mayoritaria porque no hemos sabido hacer las cosas bien. No solo no hemos sabido explicarnos, sino que no hemos hecho muchas cosas bien. Dice un refrán chino: antes de cambiar el mundo, da una vuelta por tu casa. Ya lo hemos hecho con el último congreso regional. Ahora es el momento de hacer las cosas bien. Los vecinos que nos eligieron pueden tener la seguridad de que nos dedicamos a Madrid, a los madrileños. Ojalá cundiera nuestro ejemplo.

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