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¿Qué está ocurriendo en el CEIP de Bustarviejo?

Claustro de profesoras/es

¿Está el CEIP Montelindo en una situación de desventaja tan grande respecto a otros centros madrileños?

Cuando hablamos con compañeros/as de otros centros, recibimos quejas similares: falta de personal, escasez de recursos, prisas, burocracia, casos complicados, grupos muy numerosos, falta de tiempo para debate pedagógico, coordinación...

Desde el servicio de inspección educativa, que conoce bien la situación de todos los centros, nos aseguran que no, que incluso hay centros peores, y eso nos entristece, porque si esta es la realidad educativa de nuestra comunidad autónoma, estamos ante algo muy serio: la poca importancia que estamos dando como sociedad a la educación de las nuevas generaciones.

Pero, la pregunta es más concreta, ¿por qué entonces el claustro entero del Montelindo se planta unánimemente? ¿Y por qué lo hace en solitario?

Para nosotras/os, la respuesta es clara. No somos diferentes respecto al resto de profesoras/es de otros centros en cuanto a profesionalidad, sensibilidad, dedicación, implicación o ilusión. No somos mejores ni peores que nadie, pero hemos vencido una barrera, la más difícil de superar, la del ego. La que nos hace vencer el miedo a las repercusiones, la que nos permite no poner el dinero por delante de lo vital, la que nos hace ampliar la mirada y ver la importancia del presente de estos niños y niñas para contribuir a un futuro más sencillo, la que nos hace abandonar el inmovilismo, y el “ya lo harán otros”. Nos hemos preguntado: ¿Por qué no yo?, en lugar de: ¿Por qué yo?

El no sentirnos heroínas/héroes y saber hasta dónde llegamos nos hace ser personas humildes y objetivas, sabemos que no podemos con estos ritmos, que no llegamos a veces a lo básico y que necesitamos más medios educativos. Tras haberlos pedido una y mil veces de una forma y otra sin haber recibido la respuesta esperada, nos ha interpelado a convocar estos paros de una hora de una manera indefinida.

La valentía, la humildad y la generosidad son las protagonistas.

¿Y por qué las familias nos apoyan si piensan que nuestros paros pueden afectar a la formación académica de sus hijos/as, y les repercute indiscutiblemente en la organización de su vida familiar y laboral?

También tenemos respuesta para esto; la nuestra, claro. 

Nada es gratuito. La apertura y participación de las familias en el centro facilitan el conocimiento mutuo y la disponibilidad de todo el personal del centro para atender las necesidades del alumnado, mucho más allá de lo académico. Es algo que vivimos a diario. Saben que lo que buscamos en el centro siempre tiene como objetivo el bienestar y la mejora en la atención a sus hijos/as.

Tenemos muy claro que lo importante somos las personas y que siempre hay que responder primero a las necesidades que como seres humanos tenemos todos/as y ese abrazo, esa foto de su hijo/a en el cole, esas palabras de aliento, ese saber que estamos a su lado, está junto a “¡Qué bien veo a tu niño/a!, o estoy un poco preocupada por esto que estoy observando.” Nos importamos en nuestra globalidad, en nuestro SER. 

Esto crea apego, cariño, confianza, amor y, desde ahí, surge la fuerza y la unión.

Es verdad que, aunque nos sentimos muy apoyadas y recibimos ánimos de muchas personas, organizaciones e instituciones, nos entristece ver que no hay una respuesta unánime de todo el profesorado de la Comunidad de Madrid que se plante junto a nosotras y digamos todos a una: ¡Basta ya!

¿Cómo vemos la actuación de la Consejería de Educación de Madrid?

Nos duele ver cómo los responsables de la educación madrileña se amparan en unas leyes obsoletas, de los años 90 (¡De hace casi 20 años!), que no se ajustan a la realidad de los centros ni a las necesidades educativas que requieren estas nuevas generaciones.

Hay comunidades autónomas que, con las mismas leyes educativas estatales, han apostado por ratios más bajas, mayor atención a la diversidad, más horas de coordinación docente y otras medidas que contribuyen a mejorar la educación. No es el caso de Madrid.

Es cierto que estamos dentro de la norma en muchas de las causas que defendemos, y desde el principio lo hemos admitido. Pero en el caso de las ratios, la LOE, en su artículo 87, establece que el número de alumnos/as por aula solo puede aumentar un 10% los 25 establecidos en el proceso de escolarización extraordinario. A final de curso, ya teníamos un grupo de educación infantil de 4 años con 26 alumnos/as (ya vamos por 27), uno de primero de primaria con 28, uno de segundo con 26 y uno de sexto de primaria con 26 (en la actualidad, 27). Desde el principio de curso teníamos que haber contado, por tanto, con esos cuatro grupos desdoblados con sus respectivos docentes. Tras una reunión con el director de área nos permitieron realizar dos de esos cuatro desdobles, por tanto, lo que estamos solicitando son dos docentes más. 

Además, pedimos que se tenga en cuenta la particularidad de la escuela rural y la casuística de nuestro centro en concreto. Una norma nunca impide poner más recursos si se ven necesarios; establece un mínimo, no un máximo.

Y si hablamos de legislación pongamos entonces también sobre la mesa que muchos de los derechos que se establecen para el profesorado están supeditados a “las necesidades del servicio”, sin requerir más plantilla para poderlos ejercer adecuadamente. En nuestro centro, por ese motivo, las profesoras mayores de 58 años no pueden reducir su horario lectivo en tres horas semanales; las coordinadoras de ciclo, biblioteca y TIC no pueden disponer de sus horas establecidas para desarrollar sus funciones cuando tienen que sustituir a un docente; el profesorado no puede solicitar los días de libre disposición porque no se cubren las necesidades del centro; la directora no puede estar exenta de horas lectivas por no contar con auxiliar administrativo; el equipo directivo no puede estar liberado de cuidar los patios porque no hay profesorado suficiente para hacerlo; el máximo de horas de la secretaria y la jefa de estudios sobrepasan la norma…, pero para esto sí hay flexibilidad en su cumplimiento.

Por nuestra parte, el saber que estamos intentando contribuir a la defensa de una escuela pública que apuesta por ofrecer una educación de calidad a los niños y las niñas, nos hace sentirnos personas orgullosas, responsables, útiles y VIVAS.

Bustarviejo, 20.09.2019