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Proteger los derechos de los niños en un mundo digital

Imagen de unos niños con móviles y tabletas.

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Hace 33 años, los líderes mundiales se reunían para adoptar la Convención sobre los Derechos del Niño, que consagra en todo el mundo los derechos de la infancia como derechos humanos y merecedores, por ende, de idéntica protección.

Los visionarios líderes que redactaron la Convención en 1989 no podían sospechar hasta qué punto las tecnologías digitales e internet iban a transformar la infancia. Pero sí sentaron las bases para orientarnos en un mundo cada vez más digital.

En todo el planeta, los niños entran en el mundo online a edades cada vez más tempranas y permanecen conectados más tiempo. Entre 2010 y 2020 se duplicó el periodo que pasan en línea. La pandemia de COVID-19 provocó un fuerte aumento del tiempo que pasan delante de la pantalla: entre 6 y 7,5 horas al día en el caso de los niños europeos. Recientes investigaciones indican que la mayoría de los menores que tienen teléfonos inteligentes dicen utilizarlos “casi todo el tiempo” para relacionarse entre sí, sobre todo a través de las redes sociales.

Son evidentes los beneficios de esta profunda transformación, pues amplía el acceso a la educación, al entretenimiento y a las oportunidades. Pero no menos obvios son los riesgos.

En todo el mundo, uno de cada tres menores dice haber sufrido acoso en línea. En 2020, el 33% de las niñas y el 20% de los niños europeos declaraban haberse visto confrontados a contenidos perturbadores al menos una vez al mes. En algunas regiones de África y Asia, investigaciones recientes indican que entre un 1% y un 20% de los menores fueron víctimas de al menos un caso de explotación o abuso sexual en línea entre 2020 y 2021.

La infancia se encuentra cada vez más expuesta a tecnologías “empotradas” e invisibles: algoritmos, sistemas de análisis predictivo e incluso rastreadores de localización, que pueden atentar a su derecho a la intimidad... y cosas aún peores.

No deja de ser paradójico que, al ser ubicua la tecnología digital, haya millones de niños que siguen privados de acceso a los beneficios de internet. En una economía cada vez más digital, si no tomamos medidas, los efectos de esta disparidad también se acentuarán.

Cualquiera que sea su procedencia y donde quiera que estén, todos los niños tienen igual derecho a la seguridad y la inclusión. Y todos merecen la oportunidad de prosperar en un entorno digital donde se respeten y protejan esos derechos. Tal es la piedra angular de la propuesta de Declaración Europea sobre los Derechos y Principios Digitales para la Década Digital, que la Comisión Europea presentó a principios de año.

También marca un hito en este campo la reciente adopción por la UE de la Ley de Servicios Digitales. Establecer estrictos requisitos de protección de los menores para las plataformas digitales y prohibir la publicidad y los contenidos algorítmicos potencialmente nocivos dirigidos a la infancia, contribuirán a un espacio digital más seguro.

Del mismo modo, la nueva  Estrategia «Una internet mejor para los niños», vertiente digital de la Estrategia de la UE sobre los Derechos del Niño, contribuirá a garantizar protección, empoderamiento y respeto online para todos los niños de Europa. Dentro de esta estrategia, la Comisión Europea ha empezado a elaborar un código de conducta para un diseño adaptado a la edad de los productos y servicios digitales, en cuyo desarrollo participarán los propios niños. También impulsará herramientas eficaces de verificación de la edad y ayudará a los países a intercambiar buenas prácticas en materia de educación para la alfabetización mediática.

Proteger a los niños en línea y mejorar su acceso al aprendizaje digital y otras oportunidades también figuran entre los grandes objetivos de Unicef en todo el mundo, y los persigue a través de asociaciones con los gobiernos para desarrollar políticas y marcos jurídicos como el de la UE, apoyando a los Ministerios de Educación en el fomento de la alfabetización digital de los niños y el desarrollo de competencias de seguridad online y trabajando codo con codo con los líderes de la industria para encontrar soluciones innovadoras que garanticen la seguridad de la infancia online.

Gracias a programas como Global Kids Online y proyectos como Disrupting Harm, Unicef también contribuye a crear una base empírica para los derechos digitales de la infancia que nos ayude a comprender cómo la transformación digital de la sociedad influye en la vida y el bienestar de los niños.

Unicef también trabaja con socios de las administraciones y la industria tecnológica para dar acceso a todos los niños al aprendizaje digital. Por ejemplo, Giga aprovecha la experiencia de Unicef sobre educación y contratación pública, los conocimientos de la UIT en materia de reglamentación y políticas, y la capacidad del sector privado de aplicar soluciones tecnológicas con rapidez para conectar los centros educativos de todo el mundo a internet. Y el pasaporte de aprendizaje, plataforma digital de aprendizaje creada en 2018 para los niños desplazados, atiende actualmente a más de dos millones de niños en 17 países.

A todos nos interesa este tema. Es el motivo por el cual, a finales de octubre, se reunieron en Bruselas responsables políticos, líderes del sector, educadores, padres, niños y jóvenes en el Foro Una Internet más Segura para debatir sobre el modo de hacer de internet un lugar mejor para la infancia.

El empoderamiento es fundamental. Tenemos que enseñar a los niños (y a sus padres, cuidadores y educadores) a identificar los riesgos online, comprender qué es real y qué es falso y aprovechar al máximo las oportunidades digitales. A este objetivo contribuyen los Centros de Seguridad en Internet, entre otras cosas, ofreciendo una plataforma para que los jóvenes manifiesten sus inquietudes y perspectivas. Todos los países deben estudiar la posibilidad de crear redes similares de apoyo digital.

La protección online, el empoderamiento digital y la inclusión digital son retos globales. Aunando fuerzas podremos abordar estas cuestiones con mayor eficacia. Nuestro objetivo no debe ser otro que un espacio digital seguro, protegido y fiable, piedra angular de nuestra sociedad digital para todos los niños y las personas del planeta.

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