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Sáhara: ¿es realista y creíble la vía autonómica en el marco de la ONU?

Mujeres saharauis en una protesta contra la ocupación del Sáhara Occidental

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La pregunta es pertinente. Y la polémica desatada sobre la carta del Presidente Pedro Sánchez al rey marroquí no clarifica el estado real de la cuestión. Para evitar confusiones sobre las propuestas y aclarar el proceso político a seguir para tratar de resolver el conflicto enquistado del Sáhara Occidental, es imprescindible atender la totalidad de la reciente resolución de la ONU sobre el problema. 

Me refiero a la número 2602, de 29 de octubre de 2021, que fija las líneas de actuación. En ella, la ONU “se compromete a ayudar a alcanzar una solución política justa, duradera y aceptable para ambas partes, basada en la avenencia, y que prevea la libre determinación del pueblo del Sáhara Occidental en el marco de disposiciones conformes a los principios y propósitos de la Carta de las Naciones Unidas”.

Esta resolución tomó nota de la discutida propuesta autonómica marroquí, presentada a la ONU en 2007, y acoge “con beneplácito los esfuerzos serios y creíbles de Marruecos por hacer avanzar el proceso hacia una solución”. También toma nota de la propuesta presentada al Secretario General de Naciones Unidas por el Frente Polisario el 10 de abril de 2007.

A partir de ahí, se anima a las partes a que “sigan demostrando la voluntad política de alcanzar una solución, incluso ahondando en sus deliberaciones sobre las respectivas propuestas y volviendo a comprometerse con las gestiones de las Naciones Unidas con realismo y espíritu de avenencia, alentando además a los países vecinos a que contribuyan al proceso”. 

La ONU destaca la importancia de que las partes continúen el proceso de negociación mediante las conversaciones auspiciadas por las Naciones Unidas. Se reconoce que “el status quo no es aceptable”, y se destaca que “los progresos de las negociaciones son esenciales para mejorar la calidad de vida del Pueblo del Sáhara Occidental en todos sus aspectos”.

Lo cierto es que desde la ocupación ilegal del territorio del Sáhara Occidental por Marruecos con aquella Marcha Verde - luego utilizada a otra escala en los episodios de Ceuta y Melilla - han transcurrido 47 largos años sin avances en la solución política del conflicto. Además, es urgente una respuesta humanitaria ante la situación de penuria en los campamentos de refugiados saharauis en Tinduf. 

El diálogo es urgente y ha de versar sobre propuestas creíbles que busquen la resolución del conflicto. El Presidente Sánchez ha tomado partido por una solución autonómica. Pero es difícil creer en la iniciativa de una autonomía para el Sáhara Occidental y en una amnistía general, cuando Marruecos no ha ofrecido garantías políticas de cumplimiento. Me explicaré: la inacción autonomista de Marruecos en 15 años demuestra que el papel lo aguanta todo. Tampoco se han producido avances en el supuesto deseo de regionalización ni en la democratización del reino alauí ni en el respeto a los derechos humanos en el territorio ocupado del Sáhara Occidental.

En todo caso, la propuesta de un estatus de autonomía para el territorio del Sáhara, como cualquier otra opción que se pudiera plantear, debe debatirse y acordarse entre las partes, contar con garantías reales de cumplimiento y someterse, al final del proceso, a una consulta democrática por ambos Pueblos. 

En consecuencia, España, como país comprometido con los intereses del Pueblo Saharaui, tiene que colaborar activamente con la ONU para crear las condiciones políticas que faciliten la reanudación de los contactos entre Marruecos y el Polisario. Algo que resultará muy difícil y que sería un paso previo que preparase un proceso de negociaciones con fin de alcanzar una solución justa y siempre aceptada por las dos partes, traducida en una paz duradera.

Para que este proceso negociador avance y sea creíble, ha de hacerse en el marco de las resoluciones -bien leídas- de la ONU en 2021, quien ha de garantizar esta vía bajo el impulso y la tutela del Sr. Staffan de Mistura -enviado personal del secretario general de la ONU para el Sáhara Occidental-, el “apoyo” que le presten USA, Francia, Alemania y España, el desarrollo de las funciones encomendadas al contingente de la MINURSO (que debe prorrogar su presencia) y el respaldo del Consejo de Seguridad.

Por último, es imprescindible conseguir, para blindar el inicio del diálogo, la garantía del respeto a las libertades democráticas y la salvaguarda de los derechos humanos en los territorios afectados. Es la baza que debería jugar el rey de Marruecos si quiere que su propuesta sea creíble. Por ello, es de gran interés que España aporte un contingente propio a la MINURSO para el cumplimiento de su misión de estabilidad y paz. 

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