La bala que acabó con Biden y la derecha tradicional
El caos domina la carrera hacia la Casa Blanca. Biden anuncia su retirada, presionado por su propio partido y con agradecimientos y el apoyo explícito a la candidatura de Kamala Harris. El pánico ha sido la sensación predominante en el partido demócrata en las últimas semanas y nada de lo que esta pasando tiene precedentes. La bala que impactó en la oreja de Trump no solo multiplicó por mil sus posibilidades de llegar a la Casa Blanca, remató al viejo partido republicano. Y no solo al de Lincoln, protagonista del primer magnicidio famoso de América, al partido de Reagan, también tiroteado y también superviviente y hasta hace poco héroe de cualquier liberal que presume de tener en la biblioteca a Hayek y Burke.
Vamos a oír hablar mucho en los próximos meses (años, si todo va mal) de la New Right americana, la d JD Vance y Vivek Ramaswamy, compañeros de clase en la facultad de Derecho de Yale y ahora arquitectos de la siempre nueva y siempre eterna derecha antisistema que encaja como un guante en el sistema. La telaraña de intereses y organizaciones que han puesto toda la pasta del mundo para que esto suceda es difícil de entender. Bucear en el Center for Renewing America y la Heritage Foundation que han redactado Project 2025, las supuesta agenda de la derecha que acaba con el estado y los derechos civiles, es imposible hasta para Trump.
EEUU es un país inabarcable, y es difícil explicar qué está pasando por mucho que ahora todos pongamos los ojos en el Cinturón del Óxido que traza desde Pensilvania a Minnesota un relato del rural estadounidense, de los rednecks y hillbilles de un país tan diverso que solo se reconocía en símbolos y valores básicos y en el orgullo de ser americano. Los estados castigados por la reconversión de la industria pesada y que son claves para las elecciones de noviembre, Pensilvania, Wisconsin y Míchigan, son el objetivo de Trump aunque Trump no vea que ya hay un trumpismo sin él. Poco se recuerda hoy el rechazo que provocó el estreno de Hillbilly, una elegía rural, la película basada en el libro autobiográfico que relata la infancia y primeros años de Vance, que es un relato pornográfico de la pobreza y un canto inverosímil de la fuerza purificadora de a meritocracia.
Vance, que es un trepa de manual y se ha hecho rico al calor de la pulsión libertaria de Sillicon Valley y de Peter Thiel, explicó a millones de americanos que si uno es pobre, es porque quiere, porque no se esfuerza lo suficiente. Cinco años después asegura que si uno es pobre, es por culpa del estado, las élites y Biden. La contradicción de un hombre que no dudó en responsabilizar públicamente a su madre de todos sus males por borracha y drogadicta y hoy la empuja al escenario porque lleva 10 años “limpia” es lo peor del puritanismo americano. Cuando se estrenó la película, en 2020, hasta los fans más acríticos de Glenn Close, que interpretaba a la abuela de Vance, la Mamaw, se quedaron consternados. La pobreza en los Apalaches era vestir camisetas oversizes de mercadillo, fumar como un carretero, no parar de gritar y tener cuatro armas en cada habitación. Ni un apunte a la degradación de esos estados, porque la pobreza es algo que se elige. Hasta ahora, que es culpa de Biden.
Vance conoció en Yale a su esposa, de origen indio e hija de un ingeniero y una bióloga. En sus memorias, Usha, su esposa, enseñaba a Vance a usar los cubiertos. Me lo creo. Ahora la usará para captar el voto indio americano, la población de origen asiático más numerosa, rica, con el nivel educativo más alto y que más vota, hasta ahora, demócrata. Vivek Ramaswamy, también de origen indio trazó las líneas y tensiones de la New Right que ya está preparada no solo para suceder a Trump, para librarse de Trump: se acabó el consenso neoliberal que ha promovido los grandes acuerdos sobre inmigración, política exterior y libre comercio. Primero vendrá la venganza y la ira de Trump, después la era de la nueva derecha que ha olvidado por completo al pueblo estadounidense.
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