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Viva España, puta

Javier Gallego escribió la semana pasada un artículo llamado Cataluña, tenemos que hablar, del que suscribo el siguiente párrafo: “El presidente se comporta como un maltratador. Te quiero conmigo y como yo digo, aunque no quieras, y te daré una paliza si intentas dejarme”.

En esta y muchas otras columnas, estamos hartas de describir el iceberg de la violencia: cómo antes del primer golpe siempre ha habido un maltrato previo. El silencio, por ejemplo, es una forma de maltrato; ignorarte, hacer como si no existieras, e incluso que mofarse de tus quejas y necesidades es considerado maltrato psicológico en cualquier relación donde existen dos o más personas con poder desigual.

Después de hacer creer durante años a los que dependen de ti que son invisibles, que sin ti no son nada y que no irán a ninguna parte porque aquí mandan tus huevos, es muy probable que la violencia escale, y te dé por amenazar con daño físico o hacer 'luz de gas' (yo no dije eso, eso no ha pasado, te lo estás inventando). El castigo psicológico funciona así. Y no sólo en la violencia de género, también en el acoso laboral o en el bullying, por ejemplo.

Y rara vez el maltrato se queda ahí, porque, si nadie le pone fin, la violencia sólo sabe escalar. El “por cojones” es lo que tiene, que no entiende otra cosa que la fuerza, la represión y mostrarse superior sea como sea. La masculinidad va de eso precisamente, de agarrarse a ella para no perderla, de cuidarla para no romperla, porque es frágil. Si la pierdes, si te la quitan, ¿dónde te deja eso a ti?

Y los golpes llegaron, por supuesto. Casi 900 personas heridas por hombres armados con porras. Las Fuerzas de Seguridad, se hacen llamar. Por si nos faltaba más luz de gas. Un claro “tú me has provocado”. No sólo era querer marcharse, el 80% de la población catalana quería un referéndum aunque fuera para votar que no. Y ese querer opinar y decidir libremente no lo permite el “por mis cojones”. Jamás.

Y el NO en esta situación es comprensible, porque hay gente que no ignora que la independencia no la libraría de los recortes o de la corrupción, ni de muchos de los males que nos aquejan. Muchas entienden que la lucha es contra el sistema, no sólo contra el macho de turno agarrado a la poltrona.

También es comprensible el SÍ: muchas otras personas prefieren quitarse de en medio lo urgente, a los más represores, para centrarse luego en construir en el modelo de país en el que creen.

Pero ninguno de los dos votos les vale al macho alfa que se mofa del sí y del no, y saca todo su arsenal para que ni hablen.

Tras los golpes oficiales vinieron los extraoficiales, con saludos fascistas por doquier, con agresividad, violencia y gritos machistas propios de cualquier maltratador:

La masculinidad también es esto. Es gritar “Viva España” creyendo que eso le dolerá, y un “puta” por si no te ha generado suficiente violencia. ¿Qué tipo de trato da esta gente a las mujeres de su entorno? No es difícil imaginarlo.

La masculinidad tampoco es tonta, y los machistas suelen controlar la violencia cuando hay alguien con más poder que ellos.

No actúan igual cuando quien tienen delante está en minoría, por supuesto. Y si es una mujer... ancha es castilla. Esto es el poder de la manada, si me perdonan el especismo. No sólo no se sienten culpables ni tienen empatía, sino que disfrutan al ejercer su poder sobre otras: la satisfacción de dar su merecido a quien está en inferioridad de condiciones pero creyó que podía ser igual a ellos.

Y mientras ahí fuera sigue funcionando como el primer día un sistema que permite la violencia de una parte e incrementa la inseguridad de la otra, mientras en el día a día se sigue afianzando que el poder siempre lo ostenten lo mismos y sufran sus consecuencias las personas de siempre con la ayuda inestimable de la prensa dinosauria. Y por si fuera poco, el foro que hizo famosa la frase “Todas putas” recauda dinero para que llevar comida caliente a la policía.

Que nos hayamos enterado por la propia policía demuestra sólo una cosa: se saben con más poder si cabe, y ya hasta se animan a cuidar de sus cachorrillos públicamente frente a la estupefacción del resto. Da igual que sepan qué se cuece en ese foro, da igual la impunidad con la que actúan ahí dentro y las veces que se han organizado para atacar a mujeres. Ese tuit de la policía es sólo otro ejemplo más de violencia simbólica: más simbólica que nunca, porque hasta le añadieron emoticonos.

Mientras el machismo, el clasismo, el racismo y todas las opresiones sean permitidas y alentadas por este sistema, y nos centremos en las consecuencias represoras que éste permite en vez de en el foco -que es el propio sistema en sí- las mismas personas de siempre seguiremos sufriendo problemas y vejaciones pero bajo distinta bandera. Separémonos cuanto y cuando queramos, si creemos que será para mejor, pero no dejemos de señalar al verdadero enemigo allí donde estemos, o libre serán sólo los que ya son libres.