No importa que la cumbre del clima que se acaba de celebrar en Katowice, Polonia, haya resultado un nuevo fracaso internacional en la lucha contra el cambio climático. Porque por mucho que se froten las manos quienes han propiciado ese fracaso lo cierto es que esto ya no tiene vuelta atrás.
A medida que los desastres naturales provocados por el calentamiento global vayan a más, la lucha contra el cambio climático irá convirtiéndose en la gran misión de la humanidad para salvarse a sí misma.
Pero hasta que llegue ese momento los grandes protagonistas de la lucha contra el cambio climático vamos a tener que ser nosotros: la ciudadanía del mundo. Porque si alguna cosa nos ha dejado claro la malograda conferencia polaca es que el medio ambiente es demasiado importante para dejarlo en manos de los políticos, o mejor dicho de según qué políticos.
Con nuestros pequeños (y poderosos) gestos diarios, con esos cambios en los hábitos de consumo que están sorprendiendo a las grandes multinacionales, nosotros, la gran infantería ciudadana, vamos a seguir administrándonos esperanza para hacer frente a tanta torpeza, tanta terquedad y tanta miseria política.
Además el fracaso de Katowice ya estaba descontado. De hecho nunca debimos ir allí. Lejos de la contundencia y la valentía de Fabius y Hollande en París, la presidencia polaca ha dado toda una lección de ambigüedad y falta de ambición en la cumbre de Katowice. Algo que era de esperar. Las principales compañías de carbón son polacas. El 80% de la energía de ese país procede del carbón. En la región de Katowice están sus principales minas. Polonia ha dicho una y mil veces que no piensa cumplir con los topes de emisiones impuestos por la UE. Polonia es de hecho una enemiga del clima.
Es como si hubiéramos ido a Houston a pedir el fin del petróleo. En esos entornos tan hostiles al medio ambiente y tan reacios a cualquier tipo de transición energética, quienes defendemos un desarrollo más limpio y sostenible basado en la economía circular somos unos frikis. Por eso nos hemos llevado otro portazo en las narices mientras escuchábamos dentro las carcajadas de los norteamericanos, rusos y saudíes.
Los mayores productores de petróleo y gas del mundo han venido manteniendo desde siempre una actitud conspirativa en las cumbres del clima: torpedeando acuerdos, rompiendo consensos, poniendo el último pero a los redactados finales. Son especialistas en dinamitar esperanzas. La exhibición de prepotencia y arrogancia de EEUU, Rusia y Arabia Saudí al burlarse de los científicos del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) obedecía a esa estrategia: una estrategia militar. Ellos acudieron a Katowice a bombardear la conferencia desde dentro.
Para ello, lo primero que hicieron, nada más arrancar las negociaciones que debían establecer la hoja de ruta para el cumplimiento del Acuerdo de París, fue enviar a sus tropas, perdón a sus delegados, a vetar el último informe del IPCC. En él, los científicos pedían al mundo acelerar los plazos para el abandono de los combustibles fósiles. Y ellos dijeron que de eso nada.
Los mercaderes del carbón acudieron a la cumbre con la misión de que la ciencia no les arruinase el negocio. Por eso, y pese a ser un encargo de la ONU, organizadora de la cumbre, los tres países vetaron el informe del IPCC evitando que sus incuestionables requerimientos para acelerar la acción climática fueran atendidos. Algo que también era de esperar.
La Red para la Acción Climática (Climate Action Network) publica cada año un índice de los países que están liderando la lucha contra el calentamiento global. En su elaboración se valoran las emisiones de gases con efecto invernadero (GHG), la implantación de energías renovables, la intensidad energética (el uso que hacemos de ella), y las políticas climáticas.
En su edición prevista para 2019 y que ya podemos consultar aquí los países que cierran ese listado son los mismos que han bloqueado la cumbre de Polonia: Arabia Saudí (último), EEUU (penúltimo) y Rusia. A éstos, lo del cambio climático les importa un bledo.
Por eso han puesto todo su empeño en conseguir que la 24ª cumbre del clima de la ONU haya resultado un nuevo fracaso. La cosa es si vamos a seguir tolerando que norteamericanos, rusos y saudíes sigan bombardeando cumbres, o si les plantamos cara de una vez por todas y vetamos su asistencia a las siguientes.