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Egoístas, antiespañoles o antisistema

Manifestación de estudiantes y residentes en defensa de la sanidad pública.

Rosa Paz

Nadie que proteste contra las políticas que aplica el Gobierno del PP, en cualquiera de sus vertientes, tiene un pase para la derecha, que ve a toda persona que hace huelga, se manifiesta o, simplemente, critica al Ejecutivo de Mariano Rajoy, como un ser al que habría que aplicarle, como mínimo, la ley franquista de vagos y maleantes. ¡Cuánta nostalgia se presiente en algunos!

Cuando los profesores o los médicos convocan huelgas o movilizaciones en defensa de la educación y la sanidad públicas, los portavoces del PP y del Gobierno salen raudos a deslegitimarlos: “Sólo defienden sus intereses, su puesto de trabajo para toda la vida, mientras hay millones de parados”.

Cuando las comunidades autónomas protestan porque el Ejecutivo se entromete en sus competencias, sobre todo si son Cataluña o el País Vasco, los populares lo tienen claro, “es que están contra la unidad de España” y, ¡ay!, si son jóvenes del 15M, o yayoflautas, o movimientos sociales contra los deshaucios o contra la corrupción o por la regeneración democrática, entonces los que se manifiestan son directamente antisistema.

Más aún si se les ocurre hacerlo en las inmediaciones del Congreso. Como si, por cierto, no estuviera claro que en el ataque al sistema democrático quienes se llevan todos los trofeos son los corruptos, los que utilizan la política en beneficio propio o quienes no garantizan las mínimas condiciones de vida de los ciudadanos.

La estrategia de la deslegitimación se puso en marcha en el momento mismo en que el PP empezó a gobernar, a finales de diciembre de 2011, y temió grandes protestas ciudadanas por los hachazos a los derechos laborales y civiles, a la sanidad, la educación, el subsidio de desempleo, las pensiones... que se proponía asestar, que ya ha perpetrado, y que, de ser cierto lo que dice el presidente del Gobierno, todavía seguirá propinando. Porque si Rajoy habla de “ajustes” se puede una temer lo peor, y eso que, según dice, la economía se está recuperando de la crisis...

Así que, a cada protesta, multitudinaria o irrelevante, respondían con esa cantinela de “la izquierda pretende ganar en la calle lo que no ha conseguido en las urnas”, porque, dejaban caer, la izquierda es antisistema. ¡Si hasta al PSOE lo ven como un partido antisistema algunos portavoces del PP y de su entorno mediático!

Ahora, que ven que esos mensajes descalificadores no calan, que los ciudadanos siguen manifestándose, haciendo huelga, y que sus expectativas de seguir en el poder se van desgastando en los sondeos, buscan otras maneras de dar más vueltas de tuerca. Que no logran deslegitimar a quienes protestan, que los barrenderos de Madrid consiguen el apoyo ciudadano, que fracasan los intentos de que los jueces vean causa punitiva en los escraches o en rodear el Congreso..., pues se cambian las leyes y adiós muy buenas. Se restringen los derechos de huelga, de manifestación e incluso el de información, y aquí paz y después gloria. Es lo que tiene ser un Gobierno de orden. Prosistema.

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