Si le hubiera cortado las alas/Habría sido mío/No se habría marchado
La campaña electoral vasca que hoy culmina en las urnas no se inició hasta que los fastos por los txapeldunak (campeones) terminaron en Bilbao. Esa masiva celebración volvió a poner los pelos de punta a personas de toda la piel de toro cuando miles de personas, junto a los futbolistas, entonaron frente al ayuntamiento el 'Txoria txori', ese poema de Laboa que se ha convertido ya en himno para los vascos; para la mayor parte de los vascos: los abertzales y los jeltzales, los viejos y los jóvenes, las feministas radicales y las amas, los vizcaínos, los guipuzcoanos y los alaveses. Todos lo han cantado en euskera alguna vez, porque esa letra hermosa que habla sobre el amor que sólo puede emanar de la libertad, les une en un sentimiento de pertenencia.
Si le hubiera cortado las alas, no se habría marchado pero ya no hubiera sido un pájaro y yo, yo lo que amaba era el pájaro. Si amamos a los vascos, incluso si los queremos con nosotros, no tiene sentido que pretendamos retenerlos a base de cortarles las alas. Así que alegrémonos de que los vascos en las urnas vayan a elegir a quien deseen. ¿Quiénes son los demás para pretender explicarles que apareja una opción o la otra? ¿Alguien pretende que no lo saben mejor que nadie? Nada más absurdo que ese afán de última hora de los socialistas por introducir la variable del terrorismo en la campaña, secundada después por un asustado PNV que no teme a los abertzales por no condenar el terrorismo sino porque les pueden arrebatar la mayoría después de tanto tiempo. Vano esfuerzo madrileño el de pretender enmendar la campaña vasca desde ese plano. Particularmente no creo que eso vaya a mover ni un voto, ni siquiera el de ese 5% de votantes socialistas que se fuga a Bildu según algunos tracks. ¿Es que creen que no saben por qué lo hacen? ¿Creen que no conocen las razones por las que abandonan a Podemos y a Sumar y se pasan a Bildu? Lo saben.
Si uno ama al pájaro tiene que entender que el pueblo vasco tiene derecho a pasar página como quiera o como pueda o como más práctico les resulte. No saben menos que nosotros lo que ha pasado. Está ese temor mil veces expresado sobre el desconocimiento de los votantes más jóvenes del pasado violento de ETA. Tampoco yo me preocuparía. La primera vez que yo voté habían pasado diez años de los fusilamientos de Burgos y once del ajusticiamiento de Puig Antich pero estoy segura ahora de que yo no tomé mi decisión de voto consciente de ello. Supongo que para mí y para tantos Felipe era un paso de cambio y de modernidad respecto a la UCD. Y así se hizo la transición, dejando a los españoles que pasaran página como más práctico les resultara. Dio resultado.
No fuimos los únicos. Quien piense que en Nuremberg se purgaron los pecados de todos los alemanes que habían seguido haciendo su vida durante el nazismo o de los funcionarios que sirvieron a un régimen y eran necesarios para mantener el estado del siguiente está muy equivocado —les recomiendo que lean 'La fábrica de canallas' de Kraus— o si piensan que todos los que miraron para otro lado durante la ocupación nazi de Francia o sobre el régimen de Vichy pagaron por no militar del lado de la democracia también yerran. En todos los casos, más allá de los personajes más significados, la mayoría de la población que soportó o toleró o se inhibió de una y otra cosa pasó página mirando hacia delante. Las memorias de la historia casi siempre llegan después, cuando las heridas han dejado de sangrar, cuando las cicatrices existen en otras generaciones y no en las que llevan a cabo la reparación. Así que si ese es el camino de los vascos, no tenemos el menor derecho a imponerles otro y menos por cálculos electorales y de poder.
Guste o no guste Bildu está realizando la campaña más política y más inteligente. Tienen un diseño a largo plazo, no les urge gobernar ahora. Están acompasando al cambio generacional su modelo. Otxandiano en su aspecto se parece a un abertzale tradicional apenas en la decoración de su oreja. Creo que no es casual la elección de ese candidato con pinta de no haber roto un plato en su vida, incluso de empollón al que le quitaban el bocadillo, para lo que hasta le han añadido unas gafas que antes no llevaba. Yo no entiendo el euskera —y bien que lo siento puesto que es la lengua de mis antepasados— pero me soplan que también han establecido sutiles diferencias entre la campaña que realizan en esa lengua y la que hacen en castellano. Han marcado una hoja de ruta, que incluye afianzarse como opción soberanista de izquierdas en una marcha que acabará dejando por el camino a Otegi y otros históricos que, sin embargo, son los que siguen mandando ahora. Los vascos lo saben mucho mejor nosotros, sobre eso no hay engaño.
La cuestión es que no van a dejar que les corten las alas. Ese es el principal error estratégico de las derechas españolas con los soberanistas vascos que si suman los votos comprobarán que son una inmensa mayoría. Los quieren españoles aunque no sea por elección libre sino por amputación de las alas para que no vuelen. Esa represión siempre ha dado resultados infames, los últimos en Catalunya y los vascos pretenden seguir siendo pájaros de una forma bastante más práctica. Lo que se juegan en las urnas hoy son la calidad de vida y de servicios de un territorio que los ha disfrutado de una calidad muy por encima de la media del país. Eso es lo que el PNV arrastra, el desgaste y la pérdida de calidad de la sanidad, la educación, la seguridad o la integración. ¿Gestionaría mejor Bildu? Es una incógnita que a muchos ya no les da miedo explorar y ese es el motivo de que las encuestas arrojen una subida a esta formación que podría resultar en sorpasso.
Todos esos cálculos que se realizan desde las sedes madrileñas relativos a los cambios en el apoyo al gobierno central que puede derivarse de las distintas opciones de gobierno que se deriven de las urnas, sobre si gana PNV o Bildu y la situación en que queden PSOE y PP, creo que a los vascos les traen sin cuidado. Y me parece perfecto porque yo lo que amo es el pájaro.
Eta nik, Txoria nuen maite.