Los medios de comunicación se empeñan en presentarnos al excomisario Villarejo como una comadreja maliciosa. Si bien esta perspectiva no parece descabellada, existe un aspecto de su vida poco publicitado. Y es que, durante más de cincuenta años, el excomisario mantuvo conversaciones telefónicas con destacados pensadores y artistas de los más diversos campos.
Una serie de grabaciones filtradas esta misma semana deja clara la enorme influencia de la cosmovisión de José Manuel Villarejo en la cultura occidental contemporánea. No nos parece exagerado afirmar que se trata del gran arquitecto intelectual de la modernidad.
En conversación con Paul Auster, noviembre de 1984
V: Ya he leído el cuento este que me has mandado.
A: ¿Y? Dímelo sin paños calientes.
V: Francamente, Paul, no te veo en el texto. Te busco y no te encuentro. No tiene personalidad, no tiene alma.
A: Vaya. ¿Y no te ha gustado… nada de nada?
V: El párrafo donde hablas del azar. Eso sí es bueno. Ahí sí estás.
A: ¿En serio? Pues estuve a punto de quitarlo. ¿Crees que debería alargarlo?
V: No, creo que deberías convertirlo en el corazón de tu obra. El azar como brazo invisible del determinismo, como misterio casi teológico. Algo que sea poético, posmoderno pero accesible.
A: Pero yo no sé escribir esas cosas, José Manuel. A mí lo que me salen son historias de detectives.
V: Nadie te dice que quites los detectives. Déjalos. Pero saca esa voz que sé que tienes dentro y envuélvelos en ella. Sumerge tu obra en el azar.
En conversación con Marshall McLuhan, abril de 1973
M: Perdona por los gimoteos, José Manuel. Es que no todavía no me puedo creer que Corinne me haya dejado.
V: ¿Y no te ha dicho nada? ¿Se ha ido sin más?
M: Bueno, me ha dejado una de sus cartas perfumadas. No paro de olerla.
V: ¿Perfumada? ¿Cómo que perfumada?
M: Las venden en las gasolineras Exxon. Huelen como a… rosa, creo. No sé, una flor. Son las mismas que me mandaba cuando éramos novios.
V: Eso es que está dispuesta a perdonarte, Marshall.
M: ¿Tú crees?
V: Escúchame, nadie abandona a su marido con una carta perfumada. El medio es importante. Te diría incluso que tanto como el mensaje.
M: No sé. Estaba muy enfadada. Si leyeras la carta…
V: No necesito leerla. De todos los productos de la industria papelera, Corinne ha escogido un papel que huele a rosas. Piénsalo. El medio es el mensaje, Marshall.
M: ¿Tú crees?
V: Estoy seguro.
M: Eres un buen amigo, José Manuel. ¿Te importa que anote eso que has dicho?
El conversación con Frank Gehry, julio de 1978
G: Ya te lo he dicho, José Manuel, no me puedo poner con tu casa de la Sierra hasta que acabe los proyectos que tengo comprometidos en Los Ángeles.
V: Pero me prometiste que en tres meses estaba y ya han pasado ¿cuántos? ¿Nueve?
G: ¿Y qué quieres que le haga? Estoy completamente atascado, no consigo crear nada original. ¡Soy un maldito fraude!
V: No lo eres, Frank, solo estás perdido. Tu problema es que te atas a formalismos clásicos que te constriñen como un corsé mental, ¿cuántas veces te lo he dicho? Tienes que librarte de eso. No te centres en construir sino en deconstruir.
G: ¿Qué quieres decir?
V: Piensa en el edificio como una yuxtaposición de partes. Fragmenta. Pliega, deforma, arruga.
G: ¡Pero los edificios son edificios!
V: ¿Lo ves? A eso me refiero. ¡Libérate de esas ataduras! Tienes que concebir los edificios como sólidos flotando en un líquido. No dibujes tus edificios, Frank. Suéñalos.
En conversación con Stan Lee, febrero de 1961
L: ¡Esta vez va en serio, voy a mandar los tebeos a freír espárragos! Oh, maldita sea, ni siquiera sé por qué le cuento esto a un niño de diez años.
V: Yo te diré por qué, Stan. Porque me chiflan los superhéroes. Y, ¿sabes qué? Tú eres el mejor haciendo tebeos de superhéroes.
L: ¡Odio los superhéroes! ¡Los odio! Yo lo que quiero es escribir sobre gente real. El día a día de una familia americana, sus problemas, sus tiranteces, sus conflictos.
V: Bueno, ¿y quién te lo impide?
L: ¡La editorial solo quiere superhéroes!
V: Pues haz que esa familia tenga superpoderes. Un tipo, su mujer, su cuñado y… Yo qué sé, un amigo. Todos con superpoderes.
L: Eso es ridículo y lo sabes.
V: ¿Lo es, Stan?