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Hagan ustedes las leyes y déjenme a mí la ley mordaza

Concentración de organizaciones de derechos humanos frente al Congreso contra la ley mordaza. EFE/ Fernando Alvarado
14 de marzo de 2023 22:33 h

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Pensaba escribir hoy sobre la reforma de pensiones, así que la he revisado a fondo, mirando con lupa la letra pequeña, para comprobar si de verdad es una reforma tan progresista como dicen. Y tengo que decir que en efecto es una buena reforma, que aumenta los ingresos y mejora las pensiones mínimas sin cargar el coste sobre los mismos de siempre. Pero tiene un serio problema, un defecto importante, un olvido que podría echar al traste la reforma entera.

En realidad es el mismo defecto y olvido que tienen todas las leyes y reformas aprobadas por el gobierno de coalición, lo mismo la reforma laboral que la ley trans, lo mismo la ley de memoria democrática que la reforma del aborto; todas tienen el mismo agujero por el que se puede escapar mucho de lo avanzado en estos años. Y ese agujero se llama ley mordaza.

Pero venga, Isaac, ¿qué tiene que ver la Ley de Seguridad Ciudadana de Rajoy con las pensiones, el aborto o la memoria democrática? Vaya si tiene que ver: es la porra que tendrá en la mano un futuro gobierno que intentase echar abajo cualquiera de esas leyes. En una mano el BOE, en la otra la ley mordaza.

Imaginen por un momento que en las próximas elecciones hay un cambio de gobierno. No sé, pongamos que llega un gobierno de derecha y ultraderecha en coalición, con reparto de carteras y programa común. Entre sus primeros anuncios estaría la derogación de buena parte de las leyes de estos últimos años, como repetidamente han prometido. Pongamos la reforma de las pensiones, por seguir con el ejemplo del primer párrafo. Tanto PP como Vox están hoy en contra. No sería tan descabellado que llegasen al gobierno e intentasen una contrarreforma, en línea con los intereses de la CEOE. ¿Qué haríamos los trabajadores? ¿Quedarnos mirando, o salir a la calle a defender nuestros derechos, como estos días hacen en Francia? Si eligiésemos lo segundo, en la calle nos esperaría la ley mordaza, que nació precisamente para reprimir la protesta social en los peores años de la crisis económica. ¿Se imaginan un ministro de Interior de Vox que dispusiera de ley mordaza? Tampoco hay que imaginar tanto: ya vimos el uso que le dio un ministro del PP en su día: más represión, más multas, más desprotección, más impunidad policial.

Sinceramente no sé quién tiene más culpa en el fracaso de no haber echado abajo la ley mordaza. PSOE, Unidas Podemos y sus socios de investidura se culpan unos a otros. Pero el resultado está a la vista: la ley mordaza se queda. Se queda para el que venga después. Un instrumento represivo que en manos de un gobierno antisocial puede hacernos mucho daño. Una oportunidad perdida, como dicen las organizaciones de derechos humanos que llevan años pidiendo su derogación. Después de tanto legislar, de tantas reformas como han salido adelante esta legislatura, tropezar en la ley mordaza es un error mayúsculo, que tal vez un día lamentarán unos y otros.

Se atribuye al viejo Romanones, en tiempos de la Restauración, aquella frase cínica de “hagan ustedes las leyes y déjenme a mí los reglamentos”: daba igual lo que legislasen los diputados, que ya luego él retorcería la ley a su gusto mediante su desarrollo reglamentario, la letra pequeña. La versión 2023 de aquella frase la podrían decir hoy Feijóo y Abascal: “hagan ustedes las leyes y déjenme a mí la ley mordaza”.

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