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Él no es humano, ¿nosotros sí?

La semana pasada la Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y del Maltrato Animal (AVATMA) publicaba un informe que evidenciaba que la “fiesta nacional” sobrevive con fondos públicos. Afortunadamente, impulsado por la llegada de nuevas formaciones a los Ayuntamientos, el debate se está abriendo en todo el territorio. En particular, el revuelo que está generando en la capital murciana la moción que el próximo viernes llevará al Pleno del Consistorio Cambiemos Murcia, para que el Ayuntamiento no subvencione ni directa ni indirectamente festejos y actividades relacionados con la tauromaquia, nos recuerda que sigue generándose controversia en torno a este tema.

No se trata de una cuestión únicamente económica, los derechos de los animales no pueden ser ignorados por razones culturales o tradicionales bajo ningún concepto, pues entraríamos en colisión con la evolución de las sociedades actuales que avanzan sin pausa hacia la compasión por los más débiles. Es éticamente intolerable que una institución pública destine dinero a la tortura, nuestra sociedad no puede continuar con un modelo de diversión basado en sufrimiento de los animales, ni cultivar la cultura de la violencia, lo que además resulta contradictorio con la manera en que se ha reforzado recientemente el artículo 337 del Código Penal para incrementar las penas relacionadas con el maltrato de los animales.

Nuestros campos aún recuerda el repugnante olor a sangre de perro, el descorazonador aullido de los canes heridos, la rabia ciega de animales entrenados para matar, los inconfundibles charcos en el suelo en los escondidos y no tan escondidos solares donde barbarie y negocio se daban la mano; no olvidan tampoco el aroma mafioso de los corrales donde los salvajes disfrutaban viendo aves destrozándose entre sí. Perros de presa y gallos de pelea. Costumbres de arraigada tradición y no por ello menos abominables. Un lucrativo negocio para algunos, que seguro beneficiaba a comercios locales y otras industrias.

Afortunadamente, las prohibiciones legales, la persecución policial y el repudio social han conseguido que hoy las peleas de perros y gallos hayan prácticamente desaparecido. Sin embargo, en las ferias y fiestas tradicionales de todo el país, en el centro de nuestros pueblos y ciudades se vuelve a oler a sangre, se vuelven a ver animales asustados y se vuelve a ver negocio, mucho negocio, en torno al sufrimiento.

No contentos con que las administraciones competentes (estatal y autonómica) dejen que persista esta fiesta de la tortura, el lobby taurino consigue además que ayuntamientos como el de Murcia les ayuden a camuflar de cultura esta aberración subvencionando escuelas de tauromaquia, financiando corridas de toros, que aun disfrazándose de solidarias no deja de ser asesinas, y destinando una inconfesable cantidad de dinero en una cartelería que inunda el mobiliario urbano en busca de una parroquia que año tras año va abandonando la anacrónica afición de presenciar violencia y muerte.

Mociones como la que vamos a presentar son solo un primer paso hacia los cambios legales y administrativos necesarios para favorecer una existencia digna y plena de otras especies. La crítica situación social de nuestros municipios además es un aliciente para actuar con mayor celeridad en la supresión de subvenciones relacionadas con el maltrato animal; estamos obligados a evitar el dolor ajeno en cualquier circunstancia, pero más aún cuando son escasos los recursos para terminar con elevadas tasas de pobreza infantil, que llegan a un 42% en Murcia.

Además, en caso de este municipio, mientras cientos de creadores tienen que emigrar o dejar de producir arte por falta de financiación y medios donde publicar sus obras, el Consistorio edita cada año, con partidas de la Concejalía de Cultura, espléndidos ejemplares a todo color y en calidades de lujo de libros dedicados al toreo.

En España todavía hay festejos que incluyen la tortura de animales, sin embargo muchos municipios, más de un centenar, han prohibido festejos con sufrimiento animal y otros muchos ya han tomado medidas que recogen el sentir creciente de una sociedad que rechaza cada vez más este tipo de actividades, por poner un ejemplo recientemente Barcelona prohibía los circos con animales. Otros, como Murcia, podrían empezar el camino cerrando el grifo de las arcas públicas y no subvencionando estos festejos.

Gandhi decía que la grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por la manera en que se trata a sus animales. Nuestras sociedades tienen que caminar hacia el reconocimiento de sus derechos. En el caso de los toros qué mínimo que su muerte no forme parte de un espectáculo.