Desde que Faulkner se inspirase en el condado de Lafayette para levantar su territorio de nombre impronunciable -Yoknapatawpha- se han ido sucediendo un buen número de territorios ficticios en nombre de la imaginación.
Los de mayor riqueza literaria han venido de la mano de autores sudamericanos. El Macondo de García Márquez es tal vez el más conocido pero no por ello el más importante. Comala de Rulfo, o Santa María de Onetti también son mapas de vida donde surge la pasión, la risa, el crimen, los celos y todos los elementos que forman parte de la buena literatura. En nuestro país ha habido experimentos, todos desafortunados, para crear territorios imaginarios. Hasta la aparición, el otro día, de un nuevo territorio, los intentos patrios han sido jurisdicciones de oficinistas faltos de talento.
El nuevo territorio es obra del escritor de Madrid que firma sus novelas como Miguel Baquero. Se trata de un autor de genio literario que escribe alternando registros que van desde la jerga canalla y cheli hasta el lenguaje científico, pasando por la crónica medieval, la crítica arquitectónica o el ensayo de corte político. Miguel Baquero no se achica ante tema alguno, pues, ninguno se le resiste.
Con todo, Miguel Baquero no es un “todólogo”, para nada, no es uno de esos que igual te hablan de la cría de cerdos que del trasplante de células madre. Porque Baquero escribe con un sentido del humor que ya quisiéramos muchos. Es un tipo sencillo, con un manejo sublime del lenguaje. El libro que aquí nos ocupa es una muestra. Se titula Guía breve de la ciudad (maldita) y en él nos encontramos con el juego cervantino desde el principio.
La cosa va de una chica pija que se encuentra por casualidad, o como se diga eso, con un manuscrito en el que se relata el origen de la ciudad que la vio nacer. Una colección de anécdotas y personajes armados con gusto para el detalle y mucha galanura que no paran de darnos satisfacciones desde la primera página hasta la número 317, que es donde acaba este relato antes del anexo dedicado a la cronología.
Guía breve de la ciudad (maldita) es un libro de humor inteligente; una pequeña obra de arte que he leído en estos días en los que los hijos de la aberración cromosómica andan de cañas por España con actitud insultante. Igual que si fueran dueños de un cortijo confunden el mapa con el territorio. Por lo mismo van pidiendo la unidad regional de este país tan difícil, cuya cultura seguirá enfrentada a un horizonte confuso hasta el día en que a los autores que escriben desde los márgenes y la incertidumbre, como Miguel Baquero, se les reconozca su mérito.