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30 monedas de plata

Íñigo Errejón.

Montero Glez

Cuando la política es mercancía, la expresión discursiva de los que ambicionan el poder se mueve hacia el centro. Es lo más eficaz para conseguir votos que luego se canjearán por dinero en el mercado de la democracia. Sí.

Un claro ejemplo de mudanza hacia el centro la tenemos en Íñigo Errejón, quien lleva tiempo haciendo méritos para acabar de secretario general del PSOE, por no poner otro cargo más a la derecha. Bien mirado, nunca mereció otro destino.

Porque con Íñigo Errejón, el neocapitalismo engrasa su piel de cordero; un traje a medida, de guay, populista y transversal, para quien es capaz de montar un partido político como si fuera un quiosco de helados al centro de la playa, que es donde más se vende. Sólo hay que escucharlo pregonar el rico bombón helado. Es fácil percibir la trampa, el engaño, cada vez que abre la boca. Bajo la superficie de su discurso, subyacen agujeros que quedan al descubierto cuanto más intenta taparlos. Se trata de un discurso peligroso, el suyo, donde la palabra “orden” siempre está presente. No puede desprenderse de ella, lo que revela que no es otra cosa que un chico de reglas fijas, capaz de aceptar jerarquías siempre y cuando su cabeza sea la primera de la fila.

Hablando mucho -y diciendo nada- consigue que el receptor caiga en una especie de hipnosis provocada por conceptos abstractos que quedan muy lejos del común de los mortales, es decir, del panadero, del charcutero, de la peluquera o del ciego que vende cupones en la esquina. Tal vez sea por eso que, cada vez que ha tenido ocasión, ha manifestado su envidia en forma de deslealtad hacia los compañeros que saben conectar con el pueblo llano.

La democracia es una mercancía que Íñigo Errejón vende barata. Por lo mismo, el Canal Único de Información mima a Íñigo. De esta manera, el chico se ha convertido en un producto más que los dueños de las hambres utilizan como soporte para vender piel de cordero. Sin duda, entre sus valías más destacables está la de haber entregado el poder institucional a la derecha, tanto en el Ayuntamiento como en la Comunidad de Madrid. Por ello va a ser premiado. Tiempo al tiempo. Mientras tanto, Íñigo Errejón calienta en el banquillo haciendo lo que se hace en estos casos: méritos.

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