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Muerte cerebral periodística

Desde hace un mes, la UCI de Vic está al 100% de su capacidad.
20 de julio de 2023 23:05 h

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La gran mayoría de nosotros tenemos dos pulmones, un corazón, dos riñones, un hígado, un bazo.... Pero no tenemos un cerebro, somos, en realidad, nuestro cerebro. Por eso, podríamos vivir sin nuestro bazo, sin un pulmón, incluso sin riñones y sin un corazón (esto último, al menos temporalmente), más no podríamos sobrevivir ni un segundo sin seso. En el mismo momento en el que este preciado órgano dejara de funcionar de forma irreversible nuestra vida llegaría ipso facto a su fin y ya no habría vuelta atrás. 

De hecho, lo que constata de forma definitiva el fallecimiento de una persona es la muerte cerebral (o, de forma más correcta, del encéfalo). Aunque el resto de órganos, sistemas y elementos del cuerpo humano funcionen perfectamente, la aparición de lesiones cerebrales graves e irreversibles que provocan el cese completo y definitivo de todas sus funciones suponen la muerte del individuo.

A pesar de que para los médicos el concepto de muerte cerebral es muy claro, no ocurre lo mismo entre la población general. Con frecuencia, se confunden determinados tipos de coma con la muerte cerebral, aunque son fenómenos muy distintos. Por esta razón, aparecen, de vez en cuando, noticias que recogen historias sobre este asunto de forma errónea, ya sea por amarillismo o por un trabajo insuficiente de contraste de la información por parte de los periodistas. 

El enésimo y último ejemplo de ello lo pudimos contemplar en numerosas noticias publicadas entre el 6 y el 8 de julio. Multitud de medios, grandes y pequeños, afirmaron que James Howard-Jones, un inglés de 28 años, con “muerte cerebral” se despertó justo antes de que apagaran su máquina de soporte vital, cuando nadie esperaba este desenlace. Aquí muchos medios hicieron suyo el lema de: “No dejes que la realidad te estropee un buen titular”.

Como suele ocurrir con noticias tan pintorescas y llamativas, pronto las redes sociales se hicieron eco de la noticia y esta se difundió todavía más, expandiendo así el insólito bulo. Afirmar que Howard-Jones sufría muerte cerebral y que despertó de ese estado es el equivalente a sostener que el joven resucitó de entre los muertos, porque eso es lo que de verdad implicaría despertarse de una muerte cerebral. Dejando a un lado leyendas y religiones, no existe ningún caso demostrado de persona que haya conseguido sobrevivir a una muerte cerebral. Así que si de verdad dicho suceso médico fue real sería toda una revolución para la neurociencia en particular y para la medicina en general.

La Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC), ante la oleada de desinformación mediática sobre esta cuestión, publicó el 12 de julio una nota de prensa para aclarar la realidad de la noticia y responder a dudas frecuentes sobre el coma. El joven británico sufría, en realidad, un coma provocado por un traumatismo craneoencefálico ocasionado por una aparatosa caída tras un puñetazo. En un estado de coma el cerebro sigue funcionando, aunque con un nivel actividad mínimo, lo justo para realizar funciones muy básicas como mantener la temperatura corporal o la respiración.

Las causas más frecuentes de coma son los traumatismos, los ictus, diversas intoxicaciones y las hemorragias cerebrales. Existen diferentes tipos de coma, más o menos profundos y con diferente capacidad de responder a estímulos (evaluada por la escala de coma de Glasgow), aunque en todos ellos existe una gran disminución del nivel de conciencia, sin respuesta a estímulos o con respuestas mínimas y/o automáticas. Así, los pacientes en coma no son conscientes de sí mismos ni de lo que sucede alrededor.

En ocasiones, los médicos pueden tener que verse obligados a inducir un coma profundo a determinados pacientes, es lo que se denomina “coma inducido”. Como explica la SEMICYUC:“ El motivo de que hagamos esto es que aquello que ha provocado el coma puede dañar aún más al cerebro si no lo evitamos, incluso a zonas que no han sido dañadas inicialmente, y tenemos que proteger tanto lo ya dañado (para que no se dañe más) como la parte no dañada. Profundizando el estado neurológico, es decir, induciendo el coma, podemos proteger al cerebro controlando una serie de parámetros (como la presión intracraneal y la presión de perfusión cerebral)”.

Despertar del coma es posible, aunque dependiendo de la magnitud del daño cerebral o de las áreas afectadas, esto será más o menos probable. No obstante, no suele ser como en las películas, donde los personajes se despiertan de un largo coma sin ningún problema aparente de salud como si nada hubiera pasado, salvo lamentarse por el tiempo perdido. Las secuelas, de diferente gravedad, son muy frecuentes tras un coma, especialmente cuando existen lesiones cerebrales importantes o cuando el tiempo del coma es prolongado. En el caso de Howard-Jones, este logró despertar tras más de un año en coma y sufrirá graves secuelas de por vida debido a los graves daños neurológicos.

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