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Necesitamos más guardabosques y mejor equipados

Asistentes al 4º Congreso Estatal de Agentes Forestales en Viella.

José Luis Gallego

Son los agentes forestales y medioambientales, nuestra policía medioambiental, pero desde el afecto y el respeto yo prefiero llamarles guardabosques, porque eso es lo que hacen: guardarnos la naturaleza. Y lo llevan a cabo desde la vocación más absoluta y la mayor lealtad a su compromiso con la sociedad: velar por el cuidado y la protección del medio ambiente.

Esta semana han celebrado su 4º Congreso Estatal en Viella, la capital del Valle de Arán, y he tenido la suerte y el privilegio de poder acompañarles. Como siempre que intento compartir aquí mis emociones, la pantalla se me queda corta: demasiado fría, demasiado artificial para intentar transmitir lo que he vivido en aquel maravilloso valle de los Pirineos junto a esta noble gente.

Su amor por la naturaleza se traduce en amor por la vida, y muy especialmente por la vida de sus compañeros. Me gustaría ser capaz de traducir en palabras el sonido de sus abrazos, de sus besos, de sus aplausos encendidos a los que hicieron el esfuerzo de venir desde Galicia, toda la noche conduciendo para, con los uniformes tiznados por la ceniza de los incendios, abrazarse con sus compañeros de Canarias, de Aragón, de la Comunidad Valenciana, de Andalucía y del resto de las comunidades y compartir sus pesares.

Pesares sí, porque la gran batalla que libran nuestros guardabosques no es la que mantienen a diario contra los furtivos, los envenenadores, los maltratadores de animales o los especuladores urbanísticos que se creen dueños del campo entero. No, la batalla más dura la están librando contra el desdén de los políticos.

Contra menosprecio que sufren por parte de nuestros dirigentes, ésos que tanto gustan de hacerse una foto a su lado cuando apagan un fuego o detienen a un asesino de animales, pero que los mantienen mal equipados, arrinconados en una esquina de los cuerpos de policía de cara a la pared. ¿Y por qué? Pues porque ellos son los que van libreta en mano levantando acta de todas las tropelías que hacen sus protegidos en el monte.

Ellos son los que se enfrentan a las monterías no autorizadas, aunque la haya organizado un banquero para sus amigotes. Los que se presentan en la parcela del alcalde y le exigen el permiso de obras para esa pared que está levantando en pleno espacio protegido.

Los que se niegan a mirar para otro lado, por importante que sea quien se lo pida, ni a someterse a ningún otro mandato que el de asegurar el cumplimiento de las leyes que protegen nuestra naturaleza y amparan el derecho de todos a disfrutar de un medio ambiente sano: tal y como ordena el Artículo 45 de la Constitución Española, a la que tanto recurrimos para otras cosas.

Por eso, desde el emocionado recuerdo a los dos Agents Rurals (los guardabosques catalanes) asesinados a sangre fría este año por un cazador y el del agente forestal que murió el año pasado en el incendio de La Palma, nuestros guardabosques han unido sus fuerzas para exigir al Gobierno respeto y reconocimiento.

Respeto en forma de una ley básica que garantice la dotación de los elementos más elementales: unos uniformes adecuados, los elementos de seguridad necesarios, unos vehículos fiables que les permitan ejercer su trabajo sin tener que jugársela al volante o quedarse tirados en mitad del monte, un aumento en el número de plazas para prestar mejor servicio a la sociedad y un salario homologado y digno (no conozco ni un solo forestal que quiera hacerse rico).

Y el reconocimiento de su papel como policía judicial. Un reconocimiento formal y legal que despeje dudas y los aleje del limbo al que los ha enviado la última reforma de la Ley de Montes, que solo ha conseguido crear desavenencias entre los diferentes cuerpos que actúan en la defensa de la naturaleza, cuando de lo que se trata es sumar esfuerzos y fomentar la colaboración mutua para estar más unidos que nunca frente a las agresiones al medio ambiente.     

Más Agentes Forestales y Medioambientales y mejor equipados, para hacer frente a los grandes retos a los que nos enfrentamos en la conservación de la naturaleza, y para garantizar el derecho de todos a un medio ambiente sano.   

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