Nuevo fascismo o democracia
Sitúese en diciembre de 1984. Se publica ‘Mis almuerzos con gente inquietante’, de Manuel Vázquez Montalbán. Un libro en el que el escritor descubre personajes destacados de la política y el periodismo a través de las conversaciones que mantienen con mesa, mantel y menús alejados de la esferificación. Uno de los diálogos es con el periodista Xavier Vinader, el padre profesional y no solo eso de muchos plumillas de generaciones posteriores, como me recuerda a veces David Fernàndez. El fragmento que reproduzco a continuación es el final del diálogo que Vázquez Montalbán y Vinader entablaron en el restaurante La Odisea (ese que sorprende a Carvalho porque solo a un genio se le ocurre rebozar el camembert) mientras disfrutaban de un pudding de sesos cuya receta sigue siendo secreta. Hablan de la extrema derecha, un movimiento que Vinader analizó y explicó, jugándose la vida, como seguramente nadie ha hecho ni antes ni después.
—X.V.: Pero sigue siendo un ejército ideológico de reserva que pasará al primer plano el día en que el capitalismo nacional o internacional lo crea necesario. Ya no se trata de aquel fascismo de entreguerras que era la respuesta del miedo pequeñoburgués al avance de la revolución mundial. Ahora es una alternativa total para controlar la conducta humana en un mundo altamente tecnificado y que probablemente necesitará de una gran disciplina social, porque esa revolución tecnológica costará un gran sufrimiento social.
—M. V. M.: O fascismo o revolución… ¿Una alternativa para el año dos mil?
—X. V.: De momento dejémoslo en fascismo o democracia, y defender la democracia implica comprender el nuevo fascismo, marcarlo, controlarlo a toda la distancia que se quiera, pero…
—M. V. M.: Pero…
—X. V.: Me asusta la ceguera de los señoritos tecnócratas satisfechos de su bagaje de estadísticas.
—M. V. M.: Te juro, Xavi, que cada vez que pienso en esa gente, no duermo.
Han pasado 37 años, ambos fallecieron y en su caso no es un tópico lamentar que muriesen demasiado pronto. Vázquez Montalbán, en 2003, con 64 años, y Vinader, en 2015, cuando tenía 68. Pero casi cuatro décadas después, las reflexiones que compartieron en ese restaurante barcelonés son más vigentes que nunca. ¿Acaso no es cierto que defender la democracia implica comprender lo que Vinader definió ya entonces como nuevo fascismo?
No todo el mundo comparte la definición y hay quien prefiere no llamar fascismo a los actuales movimientos de extrema derecha y limitar esta acepción a la originaria en Italia y difundida en Europa en el periodo de entreguerras. Es una opción con argumentación histórica y que puede ser compartida siempre y cuando no se utilice para blanquear formaciones que beben de ese mismo poso intelectual. De ahí que, como decía Vinader, a ese nuevo fascismo, el actual, hay que controlarlo. A la distancia que se quiera, como añadía el periodista catalán, pero sin dejar de ubicarlo en el espacio que le corresponde, que no es otro que el de las formaciones que intentan retroceder en derechos que ha costado mucho adquirir y que los demócratas deben defender cada día.
Si lo trasladamos al escenario español actual, existe también la tesis que considera que, al igual que cargos franquistas asumieron la vía democrática, a menudo sin renunciar a los postulados de la dictadura o limitándose a disimular su pasado, también ahora la extrema derecha que representa Vox puede ser un actor más del tablero político incluso cuando su cuestionamiento de las reglas va en contra de principios fundamentales de la democracia, ya sea al cuestionar las medidas en favor de la igualdad de género o alimentar mensajes y políticas racistas. Es una interpretación algo ingenua (por utilizar un verbo que no ofenda) sobre el papel que hay que otorgarle a un partido que ha dado sobradas muestras de carecer de los mínimos escrúpulos que se esperan de una formación que trabaje para preservar y en la medida de lo posible mejorar la democracia.
España ha normalizado la extrema derecha de una manera que, en palabras de Vázquez Montalbán, debería quitarnos el sueño. Alianzas que en países como Alemania no solo son impensables sino que se combaten a diario por parte de la derecha. Mientras, aquí tanto el PP como Ciudadanos y muchos medios de comunicación bendicen mensajes que alimentan el odio y minan la salud democrática a diario. Y lo peor, lo hacen en nombre de la libertad que tanto costó conseguir, esa por la que sí lucharon Vinader y Vázquez Montalbán.
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